Merkel y Sarkozy diseñan nuevos mecanismos de transferencia de soberanía «y con ello, también de riqueza» desde los países antes denominados PIGS y ahora llamados periféricos a las potencias centrales de la UE y, más allá de ellos, a Washington.
En Italia, el nuevo gobierno de los hombres de Wall Street y el Bundesbank aprueba para el año próximo un plan de ajuste tan drástico, que la ministra de Trabajo se ve obligada a derramar públicamente lágrimas de cocodrilo al anunciar los recortes diseñados por ella misma. Portugal y Grecia, ya rescatadas, se ven sometidas a sumar nuevos y draconianos recortes a las ya durísimas medidas aprobadas hasta ahora. En el curso de unos pocos meses, ambos han retrocedido décadas. En España, Rajoy, antes incluso de tomar posesión, ya anuncia su deriva al dejar en manos del eje franco-alemán (cada vez más alemán y menos francés) la “refundación” del nuevo orden europeo. Conformándose con reclamar que al menos se deje a España participar formalmente en la primera división, haciendo para ello méritos ante París, que se jacta de conocer la composición del nuevo gobierno antes que los propios españoles. Y como guinda, el secretario del Tesoro norteamericano, Timothy Geithner, se dará una vuelta este semana por Europa para vigilar de cerca que las resoluciones de la decisiva cumbre de la UE del 9 de diciembre se ajustan a sus necesidades y mandatos.El fantasma de Lehman BrothersTodos estos movimientos apuntan a que nos encontramos a las puertas de una nueva vuelta de tuerca del saqueo de las grandes oligarquías financieras del planeta sobre el 90% de la población. Con sede central en Washington (y regional en Berlín), todas las maniobras de las últimas semanas apuntan en una misma dirección. En primer lugar, a un nuevo y multimillonario rescate de la gran banca mundial por parte de los principales bancos centrales, cuya dimensión podría llegar a ser incluso mayor al registrado tras la caída de Lehman Brothers. Mientras en apariencia bancos e instituciones financieras reestructuraban sus balances y rebajaban sus gigantescos niveles de deuda con el dinero del primer rescate, en realidad el volumen del llamado “sistema financiero en las sombras”, algo así como el mercado de la deuda oculto “bajo la alfombra” y al margen del sistema financiero regular, ha continuado creciendo hasta alcanzar los 60 billones de dólares en 2010, equivalente al valor conjunto de todo el PIB del mundo anual. «El sistema bancario oculto está en el corazón de la crisis financiera» Este “sistema financiero en las sombras” es una creación de Wall Street en los años 50, una especie de clon paralelo al de la banca tradicional, plenamente interconectado al sistema financiero global, pero no sometido a los controles y regulaciones del sistema bancario normal. Un mercado oculto en el que operar con la ingente masa de “capitales ficticios” de los que ya hablaba Marx (un mismo capital que aparece por duplicado o triplicado respaldando distintas operaciones con las que obtener beneficio, sin que el capital haya aumentado realmente), pero que Wall Street ha tenido que multiplicar desmesuradamente para tratar de resolver la irresoluble contradicción entre su decreciente poder económico y su hegemonía sobre el sistema financiero y monetario global. Este sistema bancario oculto es el que está en el corazón de la crisis financiera. Su colapso es el que provocó la caída de Lehman Brothers, y arrasó a continuación al resto del sistema financiero mundial, al descubrirse que junto con activos de la máxima calidad, había empaquetadas también deudas incobrables, en especial hipotecas subprime. Con lo que los compradores de estos activos que ofrecían rentabilidades muy altas descubrieron que muchos de sus préstamos jamás serían devueltos ni sus intereses pagados, retirándose y tratando de vender rápidamente los activos comprados en ese mercado, lo que provocó su colapso fulminante. Un universo financiero paralelo que ha tenido un incremento colosal en las últimas décadas, especialmente desde la llegada de Reagan, pero cuyo volumen se ha multiplicado con Clinton, con Bush, con Obama,…. A él acuden bancos e instituciones financieras de las grandes potencias capitalistas (pues a este mercado los países emergentes no tienen apenas acceso, éste es un club restringido exclusivamente a la crema y nata de las oligarquías financieras occidentales) para intercambiar activos –es decir, deudas supuestamente de la máxima calidad– por dinero con el que financiar sus nuevos proyectos. Y el 60% de ese mercado, es decir, 36 billones de dólares, lo constituyen los distintos activos de deuda que manejan en él los bancos y fondos de inversión norteamericanos, que ofrecen activos de deudas hipotecarias, deudas del Tesoro USA, deuda de grandes corporaciones norteamericanas, etc, a cambio de dinero. ¿Valen hoy muchos de esos activos más de lo que valían en 2008 los activos tóxicos de las hipotecas subprime empaquetados en los derivados financieros de Wall Street? Como entonces, nadie lo sabe, pero todo el mundo sospecha lo peor. La fulminante intervención de los bancos centrales de las principales potencias capitalistas (EEUU, la UE, Inglaterra, Suiza, Japón y Canadá) la pasada semana para suministrar liquidez sin límites a sus grandes bancos es la más importante señal de alarma de que este mercado, como ocurrió en 2008, podría estar nuevamente a punto de colapsar. «Tributos necesarios para pagar la factura de la deuda norteamericana» Y mientras a la Reserva Federal se le agotan las balas en la recámara, con la máquina de imprimir nuevos dólares a máxima velocidad, la deuda pública norteamericana sigue creciendo al mismo ritmo con que los EEUU se ven obligados a recaudar hasta el último centavo en el ultimo rincón de planeta, redoblando el saqueo sobre los países más dependientes de ellos.Tributos necesarios para pagar la factura de la deuda norteamericana que, como se ha visto estas pasadas semanas con la caída de Papandreu y Berlusconi, exigen al mimo tiempo intensificar el grado de intervención y control político sobre los países a saquear.Año nuevo políticas viejasEn nuestro país, mientras tanto, sufrimos a un PSOE hundido política y electoralmente, pero con un Zapatero dispuesto todavía a hacer los últimos servicios al hegemonismo y la oligarquía. Y a un Rajoy que ya ha declarado que cumplir los mandatos de Washington y Berlín de reducir el déficit al 3% cueste lo que cueste, está “por encima de todo”.Como piensa mucha gente, el curso más probable de los acontecimientos es que en 2012, en efecto, las cosas van a ir a peor. Pero no por la desenfocada visión de que ahora tenemos al PP en el gobierno, sino por las crecientes exigencias del FMI y Bruselas de recortes, rebajas y ajustes de todo tipo, de los que Zapatero, Rajoy o Rubalcaba son fieles ejecutores. Frente a esta nueva ofensiva por rebajarnos rentas y salarios nosotros, sin embargo, también disponemos de nuestros propios recursos. Lo que se ha puesto ampliamente de manifiesto en el agrietamiento del modelo bipartidista y la acumulación de fuerzas del 20-N en torno a partidos y alternativas democráticas, populares y que nos oponemos a los proyectos hegemonistas. Unir toda esta fuerza acumulada en torno a los tres puntos del programa de frente amplio –la redistribución de la riqueza, la ampliación de la democracia y la defensa de la soberanía nacional– no sólo es hoy una tarea más urgente que nunca, sino que la misma realidad y el curso de los acontecimientos inmediatos va a poner como una necesidad acuciante cada vez más encima de la mesa.