Entrevista a Fernando Valladares

Es la economía… estúpidos

Preguntamos por la COP26 a Fernando Valladares, investigador del CSIC y director del grupo de Ecología y Cambio Global del Museo Nacional de Ciencias Naturales

Al enfrentar las conclusiones de la Cumbre del Clima, de la mano de un experto, se hace obligado cuestionar lo que Fernando Valladares llama ‘el modus operandi tradicional’

Poner la vista en los pilares de nuestro sistema económico, y en los países desarrollados, permite entender mucho mejor los resultados de la Cumbre del Clima COP26. Las conclusiones son clara, debe cambiar el ‘modus operandi tradicional’, basado en revolucionar la producción para incrementar el capital. ¿Es que los científicos se están volviendo anticapitalistas?

Por pequeños que sean los avances, hay que felicitarse por ellos. El catastrofismo nunca permitió construir nada. Pero, como dice Fernando Valladares, ‘hay que hablar al sistema económico de frente, especialmente en Europa, EEUU y Japón’. No es que los científicos, como Fernando Valladares, sean revolucionarios, es que para acabar con el cambio climático es necesaria una revolución que parece gritarle a los países desarrollados que no hay fórmulas mágicas, ni milagros… ‘¡Es la economía, estúpidos!’.

Fernando Valladares es profesor investigador del Consejo Español de Investigaciones Científicas (CSIC) y profesor asociado de la Universidad Rey Juan Carlos (Madrid). Lidera varias investigaciones sobre los impactos del cambio climático, y recientemente ha recibido el Premio Rei Jaume Medio Ambiente 2021

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¿Cuál es tu valoración de los resultados de la Cumbre?

Se ha quedado corta. Teníamos puestas muchas esperanzas en que avanzara en compromisos más ambiciosos. Tienen puntos agrios y puntos dulces. Parte de la frustración es porque no pudimos esperar que se resolvieran cosas que no son competencia de la Cumbre, sino de cada país que firma el convenio. Esto ha creado confusión en gente que no lo sabe, y por otra parte ha creado frustración porque hemos proyectado ambiciones mayores para que los deberes a nivel nacional se pudieran hacer más y mejor

No creo que sea un fracaso como lo califica la prensa nacional. No es para celebrarlo, pero se ponen en valor algunas cosas, como la solidaridad, porque los países en desarrollo han sido muy arropados y se han provisto fondos para ellos. No han habido puntos importantes de desencuentro. El ambiente de la pandemia ha marcado el ánimo de no polemizar en aspectos que tienen una dimensión humana importante, como los fondos para la adaptación al cambio climático, que está impactando más en las clases bajas y en los países menos desarrollados. Se han articulado y eso es un buen mensaje.

Esperábamos compromisos más ambiciosos’

Está el acuerdo contra la deforestación, el compromiso para acabar con las centrales térmicas de carbón, o el de los combustibles fósiles… ¿son avances sólidos?

Sí, y habría que incluir el acuerdo contra el metano, que ha estado ignorado durante mucho tiempo, y se ha acordado reducirlo un 30% hasta 2030. Hay países que todavía no saben cuanto metano emiten. Las auditorias del metano no están a la orden del día en muchos países. Es otro punto en positivo.

El fallo principal es que los países mas desarrollados siguen sin atreverse a cuestionar el crecimiento y el incremento de la producción, el modus operandi tradicional, que hace inviable la transición energética sostenible. La descarbonización se puede conseguir tarde, gradualmente o muy hacia el final de golpe. Parece que esto último es a lo que estamos encaminados y es muy dramático, porque hacia el 2030 ya tendremos un clima muy peligroso para mucha gente. Que en los últimos años aceleres en las medidas para reducir las emisiones, no tiene los mismo efectos en el clima, ni evita muertes, como empezar ya.

Ha faltado el cómo. El qué se ha quedado corto, pero sobretodo lo que hecho a faltar es el cómo. Antes de la COP estuvo el G20 y se dijo que no nos preocupáramos, que se iba a reflotar las economías y reducir la emisión de gases con efecto invernadero. Esas dos cosas juntas sin mas explicación son un milagro, y ya no creemos en los milagros.

O me explican cómo y se hace una hoja de ruta, y se ve en qué aspectos económicos hay una desescalada, o no se pueden reducir emisiones. Y ese es el espíritu que ha estado. Hay cosas que tácitamente nadie se atreve a abordar, y es que los países desarrollados tienen que decrecer. Sin abordar esto todo lo demás son parches, moratorias, como la economía circular, que no va a resolver nada, porque por mucho que quieras no hay una economía perfectamente circular. El papel no puede reciclarse más de una docena de veces. Ayuda pero no soluciona.

Y así se han tomado acuerdos que son parciales y temporales. Les queda a cada país implementar la estrategia y marcar las acciones, pero al no haber una agenda internacional no hay directrices ni referencias claras.

Por mucho que sean mecanismos clásicos, no dejan de ser ilícitos’

¿Cómo influye llegar a una Cumbre con los acuerdos incumplidos?

Siempre ha sido controvertido por los movimientos mas ambientalistas el hecho de que no haya sanciones y que los acuerdos no sean vinculantes. Esto sigue siendo así. Pensemos también que las sanciones no siempre se pagan y tienen un efecto disuasivo: el nivel de compromiso es menor, para tener menos probabilidades de percibir una sanción. Necesariamente esto no resuelve un tema espinoso, aunque sean una medida a contemplar.

Ha faltado hablarle de frente al sistema económico, sobre todo Europa, EEUU, Japón… tienen margen para reorganizar su economía y planear una desescalada, que los científicos venimos advirtiendo hace tiempo.

Se culpabiliza a potencias como China o la India, porque son los mayores emisores de CO2, pero dependen de cómo se presenten las cosas, cambian mucho…

Claro. Es un mensaje que hay que gestionar con cuidado, se pueden cometer injusticias. Los números hay que manejarlos en varias unidades para entenderlos bien. Por ejemplo, la pequeña Europa con menos porcentaje de población mundial, representamos un porcentaje muy grande de las emisiones, sobretodo si incluimos lo que producimos en terceros países, y ahora han salido algunos datos que ponen en cuestión que la vieja Europa sea tan verde como pretende. Esa falta de honestidad se debe, no a que los representantes sean mala gente, sino que intentan hacer un encaje de bolillos difícil de hacer, que consiste en decirle a su electorado que todo va bien y que la economía va a ir estupendamente, y al mismo tiempo tratar de reducir emisiones. En vez de poner las dos cosas en el mismo escenario y hablar de ellas simultáneamente. Se coloca en dos escenarios y eso no ayuda, porque están conectadas. El motor de la economía tradicional es el causante del cambio climático.

Hay que mirarle al sistema económico a la cara’

Y se puede ver por sectores. Te pueden decir que necesitamos comer, pero lo que no necesitamos es tirar un tercio de la comida y que se financie para mantener los precios del mercado. Eso tiene que ver con el mercado, el negocio y la producción, mas que con dar de comer a la gente. Esto no ayuda a las negociaciones y a transmitir una imagen de honestidad. A los políticos les falta valor para demostrar que tenemos un problema de difícil solución, como en la pandemia, donde hay que tomar medidas impopulares. Tienen que tratarnos con honestidad y transparencia, sin alarmismo pero haciéndonos participes de la gravedad, y de las opciones, entre las que no está incrementar la producción. Si lo hacemos, es como un tren que va a descarrilar con exceso de velocidad, ‘pues ya llegará la curva’. Los científicos ya hemos planteado el escenario: tres grados más significa un clima determinado en el que mueren millones de personas, y las economías colapsan. A parte de que la fuente energética es complicada y la transición a las renovables no es ni trivial, ni rápida. Hay que salir de esta encrucijada retocando la economía de los países desarrollados, por no decir ‘decrecimiento’, porque parece que eres antisistema. Y no tiene que ser instantáneo y en todos los ámbitos.

Activistas climáticas en la COP26

El problema es que nadie se atreve a ponerlo por escrito. Empieza a estar en los pasillos y genera inquietud pero no basta. Hubo filtraciones este verano en las que se hablaba de decrecimiento, de desescalada económica.

Luego los detalles dependen de muchas cosas, en qué medida, con qué calendario, pero que hay que plantearlo. No termina de hablarse y las negociaciones están llenas de presiones de grandes corporaciones, de grupos energéticos y de producción de carne, y de forma oscura, porque si supiéramos sus preocupaciones podríamos ayudar a resolverlas, pero nos enteramos por filtraciones a la prensa.

Son maniobras que por tradicionales y clásicas, no dejan de ser ilícitas. No ayudan a resolver el entuerto en el que estamos metidos. El hambre con las ganas de comer aquí son la falta de valentía de los político con los juegos sucios de los grupos de presión.

Hemos visto a un Joe Biden que no tiene nada que ver el de febrero, con el de noviembre, Ha sentido sus limitaciones… que la economía tiene que ir primero, digas lo que digas, del cambio climático. En febrero fue esperanzador, y se ha dado un tortazo con su propio sistema, y eso le pasa a todos los países, y lo malo es que hay países que ni se lo plantean.

Si alguno se tiene que apretar el cinturón, habrá que hacerlo’

¿Se ha solucionado el problema de la especulación en el mercado de CO2?

Este ha sido el riesgo desde el 97, cuando se plantearon estos mecanismos en el mercado de emisiones, y es una de las cosas que se iba a intentar depurar. Hasta cierto punto parece que se ha tocado pero no sé si han quedado fuera las triquiñuelas y las trampas. Lo que han truncado son los planes de descarbonización, porque si otro descarboniza por ti, ni sirve de nada.

Es un mecanismo para facilitar transiciones, para aliviar tensiones en economías muy dependientes del carbón, mientras en una década reforman su modelo energético… bien, no hay que ponerle la soga a nadie, pero hemos visto las trampas en un mecanismo en el que se monetiza todo, donde quien quiere beneficios, le sale a cuenta que contaminen en otro lado en su nombre. El problema es cuando el objetivo principal no es reducir emisiones. A veces se reducen emisiones como efecto de otra cosa, y eso no puede ser. Si alguno se tiene que apretar el cinturón o pasarlo mal para transicionar pues habrá que hacerlo.

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