La política monetaria ha fracasado, es algo evidente. Apenas ha generado renta, nos ha llenado de nuevas burbujas, ha distorsionado la realidad, y ha favorecido un aumento exponencial de las desigualdades. Cualquiera que supiera un poquito de recesión de balances, y hubiera leído a Richard Koo -por cierto, no se pierdan su último libro “The Scape from Balance Sheet Recession and the QE Trap”-, lo sabía. Cualquiera que hubiese echado una ojeada a la hipótesis de inestabilidad financiera de Hyman Minsky, lo sabía. Cualquiera que siga ahora el análisis de la burbuja de deuda global vía Steve Keen, lo sabe. Cualquiera que hubiera leído el “Minotauro Global” de Yanis Varoufakis lo intuía. Sin embargo, quienes nos dirigen siguen a lo suyo, ganar tiempo, que esto no colapse, que no les estalle a ellos. No dudan en dar más droga al enfermo, que mantenga una sensación de tranquilidad y protección en la ciudadanía, cuando en realidad lo único que genera es un estado de nirvana, una mera ilusión óptica, vía inflación de activos. En definitiva, la enésima huida hacia adelante.
Lo que se discute ahora es como salir de la nueva trampa que nos ha tendido la ortodoxia, la expansión cuantitativa. Y obviamente la clave es qué va a hacer la Reserva Federal de los Estados Unidos. ¡Y pensar que todo ha sido diseñado para no reformar el sistema financiero global, para no reestructurar un sistema bancario occidental insolvente, por no plantear quitas sobre una deuda que no se podrá cobrar! Las auténticas políticas reformistas fueron abandonadas en el baúl de los recuerdos. Todo lo que ellos llaman reformas estructurales no son más que instrumentos destinados a alimentar al Minotauro a costa de la ciudadanía.
La trampa de la Reserva Federal
La Reserva Federal tiene que subir tipos de interés. La broma de la actual burbuja de deuda global ha llegado demasiado lejos. A la crisis de deuda se le ha añadido nuevos montantes globales de deuda. No les quepa ninguna duda que habrá quitas por doquier, aquí y allá. Tal como sostienen Carmen Reinhart y Kenneth Rogoff, economistas profundamente ortodoxos, en “Financial and Sovereign Debt Crises: Some Lessons Learned and Those Forgotten”, “… Las causas que han originado la actual crisis económica no solo no se han corregido sino que han empeorado. Los niveles extremos de deuda implican quiebras al estilo de los años 30. … La carga de la deuda en los países desarrollados se ha convertido en un evento extremo utilizando cualquier medida histórica y requerirán una ola de condonaciones de deuda, negociadas o no”.
Sin embargo, la debilidad intrínseca de la economía global, y especialmente de la estadounidense -vean por ejemplo, las previsiones del PIB de la Reserva Federal de Atalanta o el indicador Auroba-Diebold-Scotti de la Reserva Federal de Philadelphia-, fruto de las distorsiones monetarias, constituye la actual contradicción. Hay que subir tipos de interés, hay que empezar a retirar las enormes fuentes de liquidez generadas por la expansión cuantitativa y que se han dirigido mayoritariamente a la pura y dura especulación. Hay que parar ya la burbuja de la deuda, que ha ido demasiado lejos, justo en el momento exacto en el que la economía estadounidense da muestras de agotamiento. No queda claro, por lo tanto, si la FED al final se va a resistir a la tentación de aplazar la subida de tipos de interés, dado que lo que observamos es un paisaje de deterioro económico notorio.
Aun así, la medida más importante que la FED debe tomar en los siguientes meses es plantearse como reduce paulatinamente el tamaño de su balance. Debería al menos disminuir la magnitud del mismo en alrededor de 1,5 billones dólares, más que nuestro PIB, antes de que dicha contracción tuviera efecto alguno en el nivel de los tipos de interés a corto plazo. El único efecto de mantener el tamaño del balance de la FED en las cifras actuales es favorecer la búsqueda de activos de riesgo por parte de los inversores a sabiendas de que dichas inversiones generaran pérdidas netas de capital en cualquier escenario razonable.
La psicología, estúpidos
¿Por qué los políticos sobreestiman los efectos económicos reales de la política monetaria, mientras subestiman sus efectos en la distorsión de los mercados financieros? Muy sencillo, porque las predicciones intuitivas son casi completamente insensibles a la calidad de la predicción real de la evidencia. El psicólogo y premio Nobel Daniel Kahneman describe la forma en que estas intuiciones dan lugar a predicciones inexactas. La memoria asociativa construye rápidamente una historia que une la evidencia a lo que sea para ser predicha. Así, por ejemplo, la historia más probable es que la relajación de la política impulse la actividad económica, mientras que la política monetaria restrictiva la retraiga. El problema aquí es que la calidad de la evidencia – la fuerza de la correlación – no se tiene en cuenta.
En realidad, la subida de tipos de interés a corto plazo no tendrá ningún impacto material en la economía, pero determinados factores no monetarios sí, y estos factores no monetarios se están deteriorando rápidamente. Y es aquí donde políticos e inversores no están preparados para lo que va a venir. Frente a lo que se asume por estos lares, la combinación de la ampliación de los diferenciales de crédito, el deterioro de la dinámica interna de los mercados financieros, la caída del precio de las materias primas, y el colapso de los tipos de interés de la deuda soberna sigue siendo más consistente con una desaceleración abrupta de la actividad económica mundial. Una nueva burbuja, una nueva trampa, más dolor, más sacrificio, y todo por no hacer lo debido, por mantener la riqueza de unos pocos.