En 1993, Japón era la segunda economía mundial, y parecía aprovechar el esfuerzo norteamericano en la Guerra Fría para encabezar un “polo regional”. Washington dio un golpe encima de la mesa, provocando un tsunami financiero en las bolsas asiáticas. El resultado es que el PIB japonés hoy es menor que hace 26 años.
¿Puede ocurrir lo mismo con Europa?
El PIB de la UE crecerá este año al ínfimo ritmo de un 1%, y Eurostat anticipa un crecimiento casi cero para el próximo trimestre. El problema europeo está ya en los centros nodulares. Alemania encadena dos trimestres no consecutivos de contracción del PIB, y se encuentra al borde de la recesión. Italia solo ha podido crecer, y apenas un 0,1%, en uno de los cinco últimos trimestres. El Brexit conduce a Reino Unido a una segura recesión y la economía francesa languidece con crecimientos que apenas alcanzan el 1%.
Detrás de esta debacle europea volvemos a encontrar, no la recesión alemana, sino otro puñetazo encima de la mesa de EEUU.
Los 6.800 millones de euros de nuevos aranceles impuestos por EEUU a productos europeos se concentran en el sector agroalimentario, pero la sustancia del asunto es otra.
El origen del conflicto está en la demanda norteamericana contra las ayudas públicas de la UE a Airbus, el gigante aéreo que compite con Boeing, su rival norteamericano. Ante la emergencia del sector aeronaval chino, Washington aspira a comerse una porción de la parte europea.
La batalla de los aranceles con la UE no es ningún “delirio proteccionista” de Trump sino un arma utilizada para obtener ganancias mayores.
La andanada contra Canadá sirvió para que el vecino del norte acabará firmando el TLCAN, un tratado comercial con mejores condiciones para el capital norteamericano.
Y la subida hace un año por parte de Washington de los aranceles al acero y aluminio europeos terminó con un acuerdo en el que, entre otras cosas, la UE se comprometía a aumentar un 300% la importación de gas norteamericano.
Esto es lo que está en juego en la batalla comercial entre EEUU y la UE. Washington reclama una mayor cuota de tributos a sus “aliados”.
Y las convulsiones políticas en Europa, detrás de las cuales volvemos a encontrar a EEUU, crean también las condiciones para ejecutarlo.
La amenaza de un Brexit sin acuerdo se recrudece de la mano de un Boris Johnson excesivamente cercano a Trump. Que amenaza incluso con saltarse el mandato parlamentario que le obliga a renegociar un acuerdo con Bruselas o retrasar el plazo para ampliar las negociaciones.
Turbulencias que van a golpear la economía de la UE, debilitándola y volviéndola más “proclive” a aceptar las nuevas exigencias norteamericanas.