¿Se imaginan que Telefónica hubiera estado prestando apoyo durante años a un movimiento independentista en Texas, o que Repsol hubiera comprometido la ayuda a un movimiento que pretendiera separar Baviera de Alemania? Ni siquiera el más atrevido escritor de “política ficción” se atrevería a pensarlo, pero algo inquietantemente similar ha sucedido en España, se ha hecho público, y todavía no ha provocado escándalo político alguno.
No son elucubraciones. Está documentado en varios informes incautados por la policía y la Guardia Civil en el marco de las actuaciones judiciales en la causa del 1-O.
Para la Guardia Civil “no hay lugar a duda de la intencionalidad de T-Systems de participar en el procés”. Estamos hablando de la filial tecnológica de Deutsche Telekom, uno de los mayores monopolios alemanes, pero implica también al Estado germano, principal accionista de la compañía. En la sede central de T-Systems se encontró un informe titulado “Generalitat de Catalunya -Account Plan- Análisis de idearios políticos y posicionamiento institucional”. Fechado en 2015, dos años antes del 1-O, en él se hablaba de la independencia unilateral y de las estrategias para conseguirla. Altos cargos del monopolio alemán, incluido su presidente mundial, se reunieron con Mas, Puigdemont, Junqueras y Jordi Turull, el nódulo de las élites del procés. Y diseñaron un plan para desarrollar las “estructuras de Estado de la Cataluña independiente”, es decir, el censo de catalanes en el extranjero, el formato del DNI de la “república catalana”, una hacienda y una seguridad social catalanas totalmente independientes de España y las bases informáticas para que los Mossos d’Esquadra vigilaran la aplicación de las leyes del nuevo Estado independiente y se desarrollara el embrión de los servicios de inteligencia catalanes.
Algunos de los grandes monopolios norteamericanos también trabajaron para el procés. Es el caso de IBM, gigante mundial de la informática, que recibió 750.000 euros de la Generalitat para desarrollar el sistema SPRIU, diseñado para impulsar una agencia tributaria catalana que se hiciera con el control total de los impuestos una vez consumada la independencia.
En los “preparativos de la independencia” también participó Deloitte, una de las “Big Four”, las cuatro auditoras que monopolizan el mercado mundial, y que controlan las cuentas de todas las empresas del Ibex-35. Deolitte llegó a un acuerdo con la Generalitat para que “realizará el seguimiento del despliegue” de la Agencia Catalana de Protección Social, dentro de un diseño donde la Generalitat asumiría todas las competencias (desde las pensiones hasta los subsidios de desempleo, que hoy son competencia exclusiva del Estado).
También encontramos a Hewlett Packard, monopolio norteamericano que es uno de los gigantes de las tecnologías de la información, que proporcionó el software que permitió crear el censo del referéndum del 1-O, a pesar de que había sido declarado ilegal por la justicia española.
Son demasiadas conexiones internacionales entrecruzándose en el punto más sensible de la política española, que afecta a la misma integridad territorial del país. Sería cuanto menos ingenuo pensar que son “solo negocios” de unas cuantas empresas. T-Systems, IBM o Deloitte están en el nódulo más selecto de las burguesías norteamericana y alemana, en el corazón de dos de los más poderosos centros de poder mundiales. Todos ellos sabían ―así lo demuestran los documentos incautados― que estaban participando en una empresa que tenía por objetivo desgajar un país como España. Ni a EEUU ni a Alemania les interesa hoy fragmentar España. Pero en el siglo XIX las grandes potencias del momento, Inglaterra y Francia, utilizaron el carlismo, que cuestionaba la unidad, en propio beneficio. El embajador francés llegó a formular que “cuanto más suba el carlismo más bajará el precio de las minas de Almadén”, las mayores productoras mundiales de mercurio. Azuzando el carlismo, que tenía en el sur de Francia un santuario amparado por París, se debilitaba a España y se podían saquear más fácilmente sus recursos. Deberíamos tener muy presentes las lecciones que nos proporciona la historia.