El marxismo no es un método de análisis de la sociedad. Pero tampoco, una de las múltiples corrientes emancipatorias que, como el feminismo o el ecologismo, coexisten como «posibles alternativas revolucionarias». Ni un conjunto de apreciaciones y análisis de las que podemos tomar tranquilamente una parte y despreciar o relegar otras. El marxismo es la teoría revolucionaria del proletariado; un cuerpo teórico formado por una ideología, la ideología comunista; una filosofía, el materialismo dialéctico y una ciencia, el materialismo histórico.
Desde buena arte de las filas de la autodenominada izquierda, se nos insiste en colocar como objetivo “el combate al capitalismo salvaje”. Entierran que el norte de la lucha de los pueblos ha estado dirigido en los últimos 150 años por “cambiar el mundo de base”, y sólo pretenden limar las aristas más agresivas del capitalismo, para que este se vuelva “más humano”. En consonancia con esto, la “ideología revolucionaria” debe surgir de sumar en un totum revolutum todas las luchas contra los excesos del capitalismo, donde el marxismo sería “una corriente emancipatoria más”, al mismo nivel que el ecologismo, el feminismo o el antimilitarismo. Ejemplo preclaro de esta posición dominante en la izquierda, lo encontramos en el “Documento del PCE para la preparación del Congreso de Noviembre de 2009”, en cuya tesis 17, bajo el título de “Por un entendimiento global de las contradicciones del capitalismo”, se afirma que “necesitamos un partido que elabore alternativas a la realidad actual para superar el sistema capitalista origen de una crisis de civilización a escala planetaria, una organización que de una manera colectiva estudie y analice los porqués, buscando sus causas y que incorpore conocimientos y saberes al movimiento emancipador, que beba del marxismo, de las distintas y valiosas experiencias del movimiento obrero, así como de todas aquellas luchas que se realizan por la libertad, la igualdad y la dignidad a la vez que concreta respuestas. Un partido internacionalista, solidario, que busca la colaboración de los pueblos y defiende la paz, un partido de clase y que como tal afronta las cuestiones ecológicas, climáticas, de producción económica, culturales y de crisis de civilización en su conjunto”. ¿Es esto así? ¿Es el marxismo una más de las fuentes del “movimiento emancipador”? ¿Qué consecuencias tiene partir de esta concepción? ¿A quién le interesa que pensemos así?El marxismo es la ideología, la filosofía y la ciencia del proletariado revolucionario. Para afirmar su carácter de clase, en el texto “Tres partes y tres fuentes integrantes del marxismo”, Lenin dice: “La doctrina de Marx suscita en todo el mundo civilizado la mayor hostilidad y el odio de toda la ciencia burguesa (tanto la oficial como la liberal), que ve en el marxismo algo así como una "secta perniciosa". Y no puede esperarse otra actitud, pues en una sociedad que tiene como base la lucha de clases no puede existir una ciencia social "imparcial". De uno u otro modo, toda la ciencia oficial y liberal defiende la esclavitud asalariada, mientras que el marxismo ha declarado una guerra implacable a esa esclavitud. Esperar que la ciencia sea imparcial en una sociedad de esclavitud asalariada, sería la misma absurda ingenuidad que esperar imparcialidad por parte de los fabricantes en lo que se refiere al problema de si deben aumentarse los salarios de los obreros disminuyendo los beneficios del capital.” En el mismo texto, Lenin resalta el carácter revolucionario del marxismo y de cómo éste, en sus tres partes integrantes (ideología, filosofía y ciencia), bebe del pensamiento más avanzado de la humanidad: “Pero hay más. La historia de la filosofía y la historia de la ciencia social muestran con diáfana claridad que en el marxismo nada hay que se parezca al "sectarismo", en el sentido de que sea una doctrina fanática, petrificada, surgida al margen de la vía principal que ha seguido el desarrollo de la civilización mundial. Por el contrario, lo genial en Marx es, precisamente, que dio respuesta a los problemas que el pensamiento de avanzada de la humanidad había planteado ya. Su doctrina surgió como la continuación directa e inmediata de las doctrinas de los más grandes representantes de la filosofía, la economía política y el socialismo. (…) El marxismo es el heredero legítimo de lo mejor que la humanidad creó en el siglo XIX: la filosofía alemana, la economía política inglesa y el socialismo francés.” La filosofía marxista es el “materialismo dialéctico” A este respecto, sigue Lenin: “La filosofía del marxismo es el materialismo. A lo largo de toda la historia moderna de Europa, y en especial en Francia a fines del siglo XVIII, donde se desarrolló la batalla decisiva contra toda la escoria medieval, contra el feudalismo en las instituciones y en las ideas, el materialismo se mostró como la única filosofía consecuente, fiel a todo lo que enseñan las ciencias naturales, hostil a la superstición, a la mojigata hipocresía, etc. Por eso, los enemigos de la democracia empeñaron todos sus esfuerzos para tratar de "refutar", minar, difamar el materialismo y salieron en defensa de las diversas formas del idealismo filosófico, que se reduce siempre, de una u otra forma, a la defensa o al apoyo de la religión. (…) Pero Marx no se detuvo en el materialismo del siglo XVIII, sino que desarrolló la filosofía llevándola a un nivel superior. La enriqueció con los logros de la filosofía clásica alemana, en especial con el sistema de Hegel, el que, a su vez, había conducido al materialismo de Feuerbach. El principal de estos logros es la dialéctica, es decir, la doctrina del desarrollo en su forma más completa, profunda y libre de unilateralidad, la doctrina acerca de lo relativo del conocimiento humano, que nos da un reflejo de la materia en perpetuo desarrollo. Los novísimos descubrimientos de las ciencias naturales — el radio, los electrones, la trasformación de los elementos — son una admirable confirmación del materialismo dialéctico de Marx, quiéranlo o no las doctrinas de los filósofos burgueses, y sus "nuevos" retornos al viejo y decadente idealismo. La ciencia del marxismo es el “materialismo histórico” Y sobre la ciencia del marxismo, Lenin afirma: “Marx profundizó y desarrolló totalmente el materialismo filosófico, e hizo extensivo el conocimiento de la naturaleza al conocimiento de la sociedad humana. El materialismo histórico de Marx es una enorme conquista del pensamiento científico. Al caos y la arbitrariedad que imperan hasta entonces en los puntos de vista sobre historia y política, sucedió una teoría científica asombrosamente completa y armónica, que muestra cómo, en virtud del desarrollo de las fuerzas productivas, de un sistema de vida social surge otro más elevado; cómo del feudalismo, por ejemplo, nace el capitalismo. Así como el conocimiento del hombre refleja la naturaleza (es decir, la materia en desarrollo), que existe independientemente de él, así el conocimiento social del hombre (es decir, las diversas concepciones y doctrinas filosóficas, religiosas, políticas, etc.), refleja el régimen económico de la sociedad. Las instituciones políticas son la superestructura que se alza sobre la base económica. Así vemos, por ejemplo, que las diversas formas políticas de los Estados europeos modernos sirven para reforzar la dominación de la burguesía sobre el proletariado.” Tras una magnífica síntesis, en la que afirma que la “teoría de la plusvalía es la piedra angular del marxismo, Lenin separa drásticamente al marxismo de cualquiera de las corrientes que se enfrentaban al capitalismo: (…) Pero el socialismo utópico no podía indicar una solución real. No podía explicar la verdadera naturaleza de la esclavitud asalariada bajo el capitalismo, no podía descubrir las leyes del desarrollo capitalista, ni señalar qué fuerza social está en condiciones de convertirse en creadora de una nueva sociedad. (…) Ni una sola victoria de la libertad política sobre la clase feudal se logró sin una desesperada resistencia. Ni un solo país capitalista se formó sobre una base más o menos libre o democrática, sin una lucha a muerte entre las diversas clases de la sociedad capitalista. El genio de Marx consiste en haber sido el primero en deducir de ello la conclusión que enseña la historia del mundo y en aplicar consecuentemente esas lecciones. La conclusión a que llegó es la doctrina de la lucha de clases. Los hombres han sido siempre, en política, víctimas necias del engaño ajeno y propio, y lo seguirán siendo mientras no aprendan a descubrir detrás de todas las frases, declaraciones y promesas morales, religiosas, políticas y sociales, los intereses de una u otra clase. Los que abogan por reformas y mejoras se verán siempre burlados por los defensores de lo viejo mientras no comprendan que toda institución vieja, por bárbara y podrida que parezca, se sostiene por la fuerza de determinadas clases dominantes. Y para vencer la resistencia de esas clases, sólo hay un medio: encontrar en la misma sociedad que nos rodea, las fuerzas que pueden — y, por su situación social, deben — constituir la fuerza capaz de barrer lo viejo y crear lo nuevo, y educar y organizar a esas fuerzas para la lucha. Sólo el materialismo filosófico de Marx señaló al proletariado la salida de la esclavitud espiritual en que se han consumido hasta hoy todas las clases oprimidas. Sólo la teoría económica de Marx explicó la situación real del proletariado en el régimen general del capitalismo.