Para cualquiera que luche por servir y defender los intereses de pueblo, ser atacado por el enemigo no es una cosa mala, sino buena. Es bueno si el enemigo nos ataca, porque eso prueba que hemos deslindado los campos con él. Y mejor aún si el enemigo nos ataca con furia y nos pinta de negro y carentes de toda virtud, porque eso demuestra que no sólo hemos deslindado los campos con él, sino que hemos alcanzado notables éxitos.
Chávez deslindó el campo con el enemigo, la superpotencia yanqui. Y consiguió notables éxitos en sus lucha. Por eso el enemigo le ataca con furia y lo pinta de negro, sin reconocer ni uno solo de sus logros. Temen que el resto de pueblos de Iberoamérica y del mundo aprendamos y saquemos enseñanzas del camino que el pueblo venezolano, bajo su dirección, ha emprendido.Dicen de Chávez que “fue amado y odiado a partes iguales” por los venezolanos. Pero si eso fuera así, ¿cómo explican entonces que ganara de forma consecutiva, y por mayorías absolutas aplastantes, las 14 elecciones a las que se presentó a lo largo de 15 años? Y en este terreno, de nada valen las acusaciones de manipulación o falta de libertad, la Fundación del ex-presidente norteamericano Jimmy Carter avaló la limpieza de las elecciones, llegando a afirmar en las últimas que el sistema electoral venezolano “es el mejor del mundo”.
La fuerza está en el pueblo
Quieren hacernos creer que Chávez es sólo la representación más acabada del “caudillismo” que periódicamente se abate sobre las naciones iberoamericanas. Y que por eso tras su muerte se abre una encrucijada, un período de incertidumbre, de “transición” en Venezuela. Pero callan y ocultan que detrás de Chávez está la fuerza política organizada del pueblo venezolano.
«El ejemplo de Venezuela enarbolando la bandera de la independencia nacional se ha extendido por todo el mundo hispano»
De los millones de venezolanos que se echaron a las calles para frustrar y repeler el golpe de Estado organizado por Washington en 2002. De la multitud de organizaciones populares, obreras, campesinas, de estudiantes, de mujeres,.. que han estado detrás del impulso revolucionario de Chávez, apoyándolo y exhortando ir cada vez más lejos en la conquista de la independencia y la soberanía nacional de su país frente a las injerencias y presiones de Washington. De un pueblo organizado para desarrollar una democracia participativa, donde gracias a los Consejos Comunales o los referéndum vinculantes, la gran mayoría marginada durante siglos puede ser hoy protagonista del rumbo político de su país, disfrutando de una capacidad de decisión que no existe en ninguno de los países desarrollados que se autocalifican a sí mismos como “democracias avanzadas”. De unos explotados y oprimidos que, tras la sangrienta represión del Caracazo de 1989, exige que las ingentes riquezas de Venezuela, antes dominadas para el exclusivo goce del gran capital norteamericano y la oligarquía petrolera local, se destinen a mejorar las condiciones de vida de toda la población. A subir los salarios mínimos que hoy son los mayores de toda Iberoamérica. A reducir la desigualdad social y la pobreza a menos de la mitad que hace una década. A instaurar una sanidad y una educación que ahora son públicas, gratuitas y universales para toda la población. En la retina de todos sigue viva la imagen de un Chávez en su programa de televisión “Alló presidente”, donde ante la desesperación de un grupo de madres de familia por la denegación de crédito por parte del Banco Provincial (propiedad de BBVA) para acabar de construir sus viviendas tras la estafa que habían sufrido por la constructora, Chávez obligó pública e inmediatamente al director a comprometerse a conceder el crédito bajo la amenaza de expropiación del banco. ¿A cuántos cientos de miles de familias españolas desahuciadas en estos años no les gustaría que su presidente tuviera un compromiso así con ellas y no con los bancos? Pero a esto, los medios oficiales lo llaman populismo.
Los claroscuros de Chávez
Dicen que Chávez ha sido un dirigente con “claroscuros”. ¿Y que gran dirigente o acontecimiento histórico no los ha tenido? ¿No los tuvieron desde Lincoln hasta Washington, pasando por Gandhi y Pasionaria? ¿Acaso no los hubo en la revolución francesa? ¿Qué es lo que buscan, que rechacemos cualquier proceso de transformación revolucionaria porque no es “puro y perfecto”?
«Es la fuerza revolucionaria de un pueblo políticamente consciente y organizado la que forzó el surgimiento de un dirigente como Chávez»
Eso sólo existe en las fabulaciones de los cuentos para niños y en las ensoñaciones de santos y ángeles de la teología católica, no en la vida real. El problema para no caer en la confusión y la desorientación es, siempre, trazar una clara línea de demarcación, saber valorar qué es lo que pesa más, qué es lo que hay en un lado y otro. Hugo Chávez entregó su vida a servir los intereses de su pueblo. Y la revolución bolivariana ha cambiado el destino de Venezuela y de todo el continente americano. Con él, Venezuela enarboló consecuentemente la bandera de la independencia nacional, y su ejemplo se extendió felizmente por todo el mundo hispano: Lula en Brasil, Kirchner en Argentina, Evo Morales en Bolivia, Correa en Ecuador, Mújica en Uruguay, Humala en Peru… Hoy son mayoría los gobiernos anti-hegemonistas y progresistas en el continente. Y EEUU tiene más difícil que nunca dividir para dominar, explotar, pisotear y oprimir a Iberoamérica como ha estado haciendo impunemente durante siglo y medio. No es extraño su odio y hostilidad hacia Chávez.Acusan a Chávez de unirse con “el eje del mal”, con el Irán teocrático de Ahdmadinejad o la Libia de Gadafi en su obsesión con EEUU. Pero –al margen de que él nunca concediera la medalla de oro de Caracas a Gadafi, como si hicieron otros en Madrid– lo único que demuestran con eso es su voluntad y determinación de levantar un frente común lo más amplio posible contra el principal enemigo de todos los pueblos del mundo: la superpotencia norteamericana.
Fuerza política y organización
Las principales burguesías del planeta y sus grandes medios de comunicación –que desprecian a las masas populares, verdaderos héroes de la historia– confían en que ahora que ha desaparecido “el líder máximo” podrán derrotar a la revolución y retornar a Venezuela “al redil norteamericano”.El propio Chávez se reiría a carcajadas ante sus narices. No han entendido nada. Y jamás podrán entenderlo. Es la fuerza revolucionaria de un pueblo políticamente consciente y organizado la que forzó el surgimiento de un dirigente como Chávez, y no al contrario.Y esa es, precisamente, la mayor enseñanza que nos deja la experiencia de estos 15 años en Venezuela. Que los pueblos, cuando toman conciencia de dónde están sus auténticos amigos y sus verdaderos enemigos, y se unen y se organizan para luchar contra ellos, son una fuerza imbatible. Un David capaz de tumbar y hacer retroceder a cualquier Goliat por gigantesco que parezca.También en nuestro país, tras cuatro años de crisis y empobrecimiento, empieza a despertar la conciencia política de amplias capas de la población. Que cada vez tienen más claridad acerca de cómo sufrimos una intervención y un saqueo imperialista dictados por el FMI y Merkel. Pero esto todavía no es suficiente. Hay que transformar toda esa conciencia en fuerza política y en organización. Adquirir fuerza política levantando un Frente Amplio, capaz de unir y representar los intereses del 90% de la población que estamos sufriendo un ataque masivo contra nuestras condiciones de vida. Y dotarnos de organización ampliando las filas y extendiendo un partido revolucionario que, como el nuestro, Unificación Comunista de España, en su independencia es capaz de dirigir la lucha contra nuestros enemigos porque no tenemos otro compromiso que la defensa intransigente de los intereses del pueblo.