«El BBVA calcula que hay un coste extra de 12.400 millones por cada 100 puntos básicos de prima. Al igual que en el caso del empleo, no es algo inmediato, sino con efecto real si se sostiene en el tiempo. Si nuestro país no logra revertir la actual situación, habrá un sobrecoste de más de 37.000 millones de euros. La dimensión de la cifra es notable si se tiene en cuenta que equivale a alrededor del 3,5% de la riqueza nacional. Supera, por ejemplo, lo que España paga en estos momentos durante todo un año en intereses de la deuda.»
El rimer golpe, por tanto, se lo lleva el Estado -el Tesoro- pero también el conjunto de la economía española, ya que esa cantidad se va diluyendo entre todos los agentes económicos. Es algo que se puede ver de forma clara en la evolución del crédito. El nivel de la prima de riesgo que se exige al Estado es el mínimo para el resto de agentes. Es decir, ninguna empresa se financia a un coste inferior al del país al que pertenece. Incluso a estos niveles, con un diferencial por encima no ya de los 400, sino de los 300 puntos básicos, no hay capacidad de obtener fondos en el exterior. (EL MUNDO) LA VANGUARDIA.- Los mercados quieren más que comunicados solemnes. Dinero, mucho dinero. Tanto como ¿2,5 billones de euros?, dos veces y medio la economía española. A la principal contribuyente, Alemania, le tocaría garantizar unos 682.000 millones. Salvo que esté dispuesta al suicidio político, es inimaginable ver a Merkel presentando tal propuesta en el Bundestag. Hay casos peores. A Francia le tocarían 510.000 millones, suficiente para que las agencias de calificación le degradasen la deuda y perdiera su querida triple A. ¿Quién viene después? Precisamente Italia, que mal podría aportar los 450.000 que le corresponderían siendo ella misma objeto de la especulación. De España, mejor olvidarnos. CINCO DÍAS.- Se encienden unas peligrosas e inciertas luces de alarma entre temores y miedos, miedos que lastran, temores que abocan a una recaída impredecible. Todo el papel moneda deuda de los mercados empieza a quebrar, por mucho que sean instrumentos financieros contables. Empiezan a fragilizarse ante la volatilidad y la rigidez de los inversores. Solo el oro, la plata y el franco suizo se disparan como valor refugio seguro frente al dólar y frente al euro. Las dos grandes economías han caído en una trampa de permisividad, inseguridad, inacción y errores en las medidas de rescate. Van a ser unas semanas de sobresaltos, de subidas mínimas y recaídas profundas. Nadie sabe qué va a suceder. Todo se recrudece por momentos Economía. El Mundo La factura de la crisis de deuda: 480.000 empleos J. E. Maíllo El incesante incremento de la prima de riesgo de la economía española no es inocuo para el país. Y sus repercusiones no se reducen únicamente al Estado, aunque sea el primer muro al que dispara el encarecimiento del coste de financiación, como se verá en la subasta que hoy hace el Tesoro. España ha pasado en apenas 14 meses de tener un diferencial con el bono alemán inferior a 100 puntos básicos a rozar los 400 puntos a los que se ha llegado en estos días. La primera cota se superó por el primer rescate griego. La segunda, tras las dudas sobre la aplicación del segundo plan de ayuda al país heleno. Pocos servicios de estudios se han atrevido a cuantificar el impacto del encarecimiento del riesgo-país. El del BBVA afinó y su presidente, Francisco González, dio recientemente las cifras. Cada 100 puntos básicos de subida en la prima de riesgo se dilapida en España la creación de 160.000 puestos de trabajo. No es una cuestión que suceda de la noche a la mañana, sino que requiere que se mantenga a lo largo del tiempo y que los agentes económicos perciban que el aumento del diferencial está para quedarse. Dicho de otro modo, por lo sucedido en estos días no se han destruido los citados empleos ni se ha dilapidado parte de la riqueza de nuestro país. Pero el riesgo está ahí, sobre todo, porque la escalada del diferencial no se detiene y costará volver a reducirla a niveles considerados normales, en todo caso por debajo de los 100 puntos básicos que se alcanzaron con el primer rescate griego, en mayo del año pasado. Si en España la prima de riesgo se instala en el entorno de los 400 puntos, la destrucción de empleo puede salpicar a 480.000 personas. Además de la factura en términos de puestos de trabajo, España queda abocada a hacer una notable transferencia de recursos a otros países, que se enriquecen a nuestra costa. El BBVA calcula que hay un coste extra de 12.400 millones por cada 100 puntos básicos de prima. Al igual que en el caso del empleo, no es algo inmediato, sino con efecto real si se sostiene en el tiempo. Si nuestro país no logra revertir la actual situación, habrá un sobrecoste de más de 37.000 millones de euros. La dimensión de la cifra es notable si se tiene en cuenta que equivale a alrededor del 3,5% de la riqueza nacional. Supera, por ejemplo, lo que España paga en estos momentos durante todo un año en intereses de la deuda. El pago de los intereses representa alrededor del 2,5% del PIB. Si la prima de riesgo sigue disparada, este ratio subirá a niveles poco sostenibles. El primer golpe, por tanto, se lo lleva el Estado -el Tesoro- pero también el conjunto de la economía española, ya que esa cantidad se va diluyendo entre todos los agentes económicos. Es algo que se puede ver de forma clara en la evolución del crédito. El nivel de la prima de riesgo que se exige al Estado es el mínimo para el resto de agentes. Es decir, ninguna empresa se financia a un coste inferior al del país al que pertenece. Incluso a estos niveles, con un diferencial por encima no ya de los 400, sino de los 300 puntos básicos, no hay capacidad de obtener fondos en el exterior. Cuando el mercado se abra, los bancos y las cajas se encargarán de captar dinero y canalizarlo al resto de la economía. Pero si ellos tienen que pagar por obtener financiación una prima de 300 o 400 puntos básicos, cobrarán una cifra más elevada todavía a quienes conceden los créditos. Es algo que notan menos las familias, ya que sus créditos, generalmente hipotecarios, pueden ser algo más baratos al llevar aparejados otros ingresos. Sin embargo, las empresas lo notan de lleno. Las más afortunadas son las de mayor tamaño, con capacidad suficiente para captar fondos en los mercados cuando éstos se abren. Las pequeñas, al tener que acudir obligatoriamente al canal bancario, se enfrentan a un coste mayor EL MUNDO. 4-8-2011 Opinión. La Vanguardia ¿De qué estamos hablando? Manel Pérez Zapatero forma parte del grupo de quienes urgen a la UE a acelerar el segundo rescate griego. En realidad se lo están pidiendo a la canciller alemana, Angela Merkel, que se mantiene estos días agazapada, en un segundo plano, no se sabe si esperando a que la gravedad de la situación haga más asumibles sus condiciones o simplemente imposibilitada de hacer nuevas concesiones. Volviendo a Zapatero, no está de más recordar que ha sido precisamente el nuevo plan heleno el que ha desatado la furia de los mercados, y no la negociación en EE.UU. sobre el techo de la deuda. Los ataques comenzaron en Europa prácticamente la misma tarde del acuerdo de la cumbre, cuando nadie pensaba en serio que Obama y los republicanos iban a tener problemas graves para firmar su pacto. ¿De qué estamos hablando en este nueva crisis del euro? De una cruenta batalla de presión económica en la que los mercados exigen a los gobiernos garantías absolutas de que no habrá quitas ni reestructuraciones de deuda en ningún país de la eurozona. Y lo hacen porque ven el caso griego, en el que al sector privado le ha tocado asumir una pequeña parte de la factura, como un peligroso precedente para sus bolsillos. La UE anunció que la solución griega era única e irrepetible, pero las promesas de las cumbres europeas valen menos que un marco en el Berlín de 1922. Los mercados quieren más que comunicados solemnes. Dinero, mucho dinero. Tanto como ¿2,5 billones de euros?, dos veces y medio la economía española. En cualquier caso, una cantidad que pueda considerarse suficiente para asumir los problemas no sólo de los países que han sido rescatados una vez, y pueden serlo otra (Grecia, Irlanda y Portugal), sino también de peces más gordos, como Italia y España. Los inversores creen que esas economías, en parte porque aplican las recetas que ellos mismos han impuesto, no crecerán y por eso tendrán dificultades para devolver sus deudas. En consecuencia, venden los bonos de la periferia de la eurozona, huyen en desbandada, y por eso también los deudores tienen que subir el tipo de interés para atraer a los que piensan que cualquier situación es buena para ganar dinero. Los tipos de interés acaban por las nubes y ayudan a que los vaticinios sobre los impagos se cumplan. Volvamos al dinero, esos más o menos 2,5 billones que debería tener un fondo europeo que impusiera respeto a los mercados. A la principal contribuyente, Alemania, le tocaría garantizar unos 682.000 millones. Salvo que esté dispuesta al suicidio político, es inimaginable ver a Merkel presentando tal propuesta en el Bundestag. Ni por esa cantidad ni por una mucho menor. Y, como ya se ha visto en el año largo de crisis de la deuda, cualquier aportación adicional germana irá acompañada de mayores exigencias de control sobre la soberanía de los países asistidos, algo que sería inaceptable para la opinión pública de estos últimos. Hay casos peores. A Francia le tocarían 510.000 millones, suficiente para que las agencias de calificación le degradasen la deuda y perdiera su querida triple A, objeto de los comprensibles desvelos de Nicolas Sarkozy. ¿Quién viene después? Precisamente Italia, que mal podría aportar los 450.000 que le corresponderían siendo ella misma objeto de la especulación. De España, mejor olvidarnos. ¿Podrá la política encontrar una salida entre las exigencias de los acreedores de cobrar lo prestado y la imposibilidad de algunos deudores de pagar? De momento, no lo ha conseguido, y por eso la situación es ahora tan explosiva. Transitoriamente, el BCE puede ganar tiempo y relajar las cosas si hoy anuncia compras masivas de bonos y, desde luego, se muestra menos partidario de futuras subidas de tipos de interés. LA VANGUARDIA. 4-8-2011 Opinión. Cinco Días Se encienden las luces de alarma Abel Veiga Copo La crisis de la deuda sigue su curso. Impenitente, correosa, impasible, a velocidad de crucero. No se detiene ni enfría por las especulaciones y giros políticos. Eso es simplemente política. El resto es mercado, mercado y voracidad, sin límites, sin tregua, volátiles y agresivos. Especulación, análisis y castigo. Dudas e incertidumbre sobre la capacidad financiera de los países periféricos, como España, Italia, Portugal y Grecia con Irlanda ya han caído, pero dudas también de la capacidad real y ya no improvisada de la Unión para rescatar a dos grandes. Atacan y estrangulan. Los estados están al borde de la quiebra. Las administraciones exhaustas, sin un céntimo de euro. Es la realidad, cruda y sin contemplaciones, ¿cómo hemos permitido llegar hasta aquí y por qué no se ha hecho nada o han hecho las cosas mejor? Algo va mal, empieza a ir terriblemente mal cuando la prima de riesgo para España ya ha superado los 400 puntos respecto a Alemania. Fue puntual, pero fue. Todos decían que nunca se llegaría, tampoco a los cuatro millones de desempleados, pero rozamos los cinco. La sangría no para. Sigue. Insensible e impenitente. La prima de riesgo se calcula en función de la diferencia entre la rentabilidad que suponen y abonan las obligaciones o bonos españoles respecto de los alemanes, que se consideran en el mercado como referentes y seguros. Hoy el tipo y el interés oscila entre el 6,3 % de un bono español y un 2,1 % alemán. Ha sido una semana convulsa, en ebullición constante. La sórdida lucha política en Washington entre republicanos y demócratas con un claro trasfondo político y electoral dejan en evidencia la debilidad del presidente demócrata. Salvan in extremis lo que era previsible, pero a costa de insuflar más nerviosismo y locura a las bolsas que se desploman y han estado a punto de iniciar una nueva recesión a ambos lados del Atlántico, en este Italia y España se sitúan al borde del abismo mismo. ¿Qué hemos hecho hasta ahora, qué debemos hacer y cómo a partir de ahora? Bruselas dice que descarta el rescate financiero a España. Por el momento. Ninguna economía puede tirar las campanas al vuelo. Ni la de emergentes ni tampoco la incombustible economía china. Solo la deuda que atesoran de la primera economía mundial y el ser el dólar refugio moneda para el resto harían lastrar al mundo entero a una ciénaga de dimensiones inciertas. Estados Unidos ha coqueteado al filo de la navaja. Los republicanos, al margen del protagonismo casi intransigente del tea Party, han limitado el techo de la deuda y se han asegurado que no aumentará por encima de la reducción del déficit. Visto así simplemente un gran logro, desde el juego del todo o nada, fracaso para todos, Obama y para los propios republicanos. El problema, por mucho que se aparque el riego de un default brutal, es que las limitaciones presupuestarias constreñirán aún más el crecimiento, como también al restricción fiscal y no subida impositiva, el desempleo, etc., angostan la recuperación, el crecimiento y empeoraran la calificación de la deuda por las agencias de calificación verdaderas dueñas de la situación. Se les ha consentido y han valido hasta el momento en que sus dictámenes y valoraciones amenazan y encorsetan a los gobiernos económicos de todo el mundo. Se encienden unas peligrosas e inciertas luces de alarma entre temores y miedos, miedos que lastran, temores que abocan a una recaída impredecible. Todo el papel moneda deuda de los mercados empieza a quebrar, por mucho que sean instrumentos financieros contables. Empiezan a fragilizarse ante la volatilidad y la rigidez de los inversores. Solo el oro, la plata y el franco suizo se disparan como valor refugio seguro frente al dólar y frente al euro. Las dos grandes economías han caído en una trampa de permisividad, inseguridad, inacción y errores en las medidas de rescate. Falta rigor y seriedad, sobra opacidad y desregulación, y ese mismo capitalismo no humano, pero consentido y tutelado, empieza a poner a los estados contra las cuerdas. Van a ser unas semanas de sobresaltos, de subidas mínimas y recaídas profundas. Nadie sabe qué va a suceder. Todo se recrudece por momentos. El Ibex se asoma al abismo también. Nada volverá a ser como antes, demasiado laissez faire, laissez passer, máxima histórica de los fisiócratas del XVIII, como si no fuere con nosotros. ¿De qué nos asustamos si es que nos asustamos en estos momentos? Sigamos en la pasividad indolente y en la desidia más absoluta. Es el mercado, siempre el mercado, sin alma ni corazón, pero donde los inversores especulan, y lo hacen ya con países. Dejad hacer, dejad pasar. Luces de alarma. CINCO DÍAS. 4-8-2011