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Mauricio Aznar murió de sobredosis el 2 de octubre del 2000. En el Heraldo se podía leer: “Hasta el último momento, el artista había estado trabajando intensamente en la preparación de su próximo CD, un libro-disco que iba a comenzar a grabar el próximo 23 de octubre en Zaragoza. Se iba a titular «Almagato en Buenos Aires» y en él iba a poder reflejar la que había sido, en los últimos años, su gran pasión: las raíces argentinas de la chacarera, concretamente en la zona de Santiago del Estero.
Hasta allí había viajado en algunas ocasiones acompañado por su compañero de grupo, Jaime González, y allí habían establecido estrecha amistad con la familia Caravajal, representantes de la pureza de este sonido tradicional. Con los Caravajal, venidos expresamente desde Argentina, iba a realizar un concierto el próximo día 12 en plena plaza del Pilar y, luego, grabar ese disco soñado”.
Entre otros proyectos, iba a publicar un recopilatorio de su grupo más mítico, ‘Mas birras’, y pocos días antes había entregado unos poemas al escritor Javier Berreiro, estudiando la posibilidad de publicarlos.
La mayoría del público, salvo una parte de aragoneses y de seguidores de Héroes del Silencio, no sabe quién es Mauricio Aznar. El director Javier Macipe le rinde homenaje con extraordinaria honestidad en una de las mejores películas del año.
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La película sumerge al espectador en ese universo argentino que parece hablar de la música como un vehículo de transmisión de historias y de mitos. ¿Cómo ha sido el proceso de crear esa atmósfera?
Hay dos facetas. Una parte consiste básicamente en observar y no interferir mucho. Es decir, todo lo que llevamos al cine, que es lo que tiene el arte, tiene más de presentación que de creación, de captar las realidades. En ese sentido, cuando uno escribe un guión, intenta sumar demasiadas cosas, y nosotros intentamos que la película se moviera dentro de ese límite que hay entre la ficción y el documental, y que siempre estuviera cerca del documental. Todo lo que se ve en la película es muy real. No ha sido tanto crear una atmósfera como registrarla.
Nos hemos documentado mucho para que la mirada no fuera superficial, la de un turista que llega y se queda con las cosas más aparentes. Yo he ido diez veces a Santiago del Estero, he estado viviendo ahí, he estado viviendo en casa de Cuti Carabajal, que es el actor que hace de Carlos en la película. Cuti es un gran folclorista. Y esto me ha permitido conocer de primera mano todo lo posible de ese mundo.
Luego he intentado apartarme del medio para que ese deseo de brillo que tiene el autor no eclipsara esa atmósfera real. Los patios donde se rueda son los patios donde siempre canta, de verdad, esa gente. Como te digo, no es tanto una creación como una captación.
Sí que hay toda una parte más poética que está relacionada con todo ese universo de Atahualpa Yupanqui, que va leyendo, que se va escuchando en algunos momentos con una voz en off. Y ahí hemos hecho un gran trabajo de documentación, de leer mucho Atahualpa Yupanqui, que es un extraordinario poeta y un escritor, además de ensayista y músico, que fue muy bueno captando y poetizando toda esa magia que tiene Argentina.
La película se mueve cerca del documental, pero luego tiene toda esa parte de realismo mágico que ha venido muy influenciada por esas lecturas y las propias letras de muchas canciones.
Hay un momento muy significativo que es cuando Carlos le requisa a Mauricio la guitarra, que se podría ver en bucle, que es cuando le dice que el folclore es como el acento, que se pega, y así debe pegarse el ritmo del tambor. Esto, ¿pasó? o ¿expresa una concepción de la música?
Yo también soy músico y cuando iba a Santiago, la manera de acercarme a todo ese universo no fue tanto la de un director como la de un músico, para poder meterme en la piel de Mauricio y entenderlo desde ese punto de vista. Me alojaba en casa de un guitarrista muy bueno que se llamaba Luis Lázate, y estaba en ese mismo punto de intentar aprender el registro, que a día de hoy todavía no diría que lo domino, y él me dijo eso. “Esto es como el acento”, o sea, no te esfuerces tanto, tienes que saber que es un proceso. Pero es verdad que hay varias frases en la película que van en la misma línea.
Como cuando le dice a Cuti, no persigas las canciones, deja que las canciones vengan a ti. Eso va implícito en la visión del mundo de la música que tengo. Nosotros tenemos un papel activo en las cosas, y la película quiere mostrar que somos un canal, que hay una especie de inteligencia superior y solo tenemos que relajarnos y dejar actuar a ese canal. Mauricio se mueve precisamente entre la visión del mundo más occidental, donde esto suena un poco marciano, un poco poético o un poco espiritual, y va entendiendo que se trata de eso, de relajarse, de ir hacia el silencio y de que a partir del silencio aflorarán todas las cosas.
Muchos descubrimos a Mauricio Aznar por Héroes del Silencio y Enrique Bunbury, pero ¿se puede decir que es uno de esos artistas que ha influido en el rock mucho más de lo que la mayoría de la gente es consciente?, o dicho de otra manera, que disfrutamos de sus aportaciones sin conocer absolutamente nada sobre su historia.
Sin duda. Si te pones a tirar un poco de la cuerda, y yo he tirado mucho, Mauricio influía en Bunbury no solo por ‘Apuesta por el rock’n’roll’, sino que Bunbury dio un giro hacia Latinoamérica, siempre había tenido como referente, un poco como hermano mayor, a Mauricio Aznar, ha cantado chacareras, ha grabado ‘Chacarera de un triste’, ha grabado ‘Voces de tango’, también de Mauricio Aznar, y ha hecho todo un disco de versiones de música latinoamericana. A partir de ahí, ¿a cuánta gente habrá influido Bunbury? Pero también ‘Mas birras’, que fueron como los primeros grupos que hicieron eso que luego se viene a llamar ‘rock latino’, y ahora hay infinitas bandas que miran hacia Latinoamérica.
“La película se mueve entre el documental y el realismo mágico”
Esto, por ejemplo, lo he hablado con Jairo Zavala (Depedro), es plenamente consciente de esto y lo dice muchas veces en las entrevistas. Creo que los grandes tienen esa cualidad de ser puentes que otras personas cruzan después.
Y a veces ellos, precisamente en su grandeza, no necesitan ese reconocimiento, como Carlos Carabajal, el maestro de Mauricio en la película, que murió en 2005, y 20 años después de su muerte en los festivales más importantes de Argentina, todas las noches se cantan un buen puñado de canciones compuestas por él, y mucha gente piensa que son de otros miembros de su familia o de otros autores. Aquí, en España, por ejemplo, hemos oído canciones de Carlos Carabajal a través de Mercedes Sosa, y la gente piensa que las compuso ella.
La escena de la que hablábamos antes acaba con una frase de Mauricio, ‘¿soy el único que se quema tomando esto?’, en referencia al mate. Parece como si eso lo hubiera dicho él, y aparentemente no tiene mayor importancia. ¿Cómo has conseguido hacer que, sin conocerlo, uno piense que Mauricio era así?.
Repitiendo las tomas 20 veces. Lo que pasa es que aquí hay una especie de naturalidad y de espontaneidad que a veces se consigue improvisando y a veces repitiendo sin parar, porque hay diferentes caminos para llegar al mismo punto.
Como te digo, aquí lo conseguíamos a base de mucha repetición y de que el guión ya estuviera muy bien escrito, es decir, que los diálogos fueran fáciles de decir para el actor. Luego hay que ir puliendo todos los detalles de la puesta en escena hasta que parezca que realmente es un documental.
“Hay que aprender el folclore como el acento, que se pega”
En cuanto a todo el trabajo para conocer cómo era Mauricio y poder ponerle a hablar, ha habido una inmersión absoluta en su vida. Yo he estado 10 años con esto. Es un proceso de cocción a fuego muy, muy, muy lento, en el que yo mismo he puesto en práctica lo que decías al principio, ‘que se pegue como el acento’, una lluvia fina en la que ha respirado Mauricio Andar durante todos estos años, entrevistando a más de 50 personas a su alrededor, escuchando todas sus entrevistas millones de veces, escuchando sus canciones allá donde iba, siempre en el walkman, de tal manera que al final ha sido como aprender un nuevo idioma, que es el idioma ‘Mauricio Aznar’.
Cuando alguien tenía una duda, siempre había alguien que decía ‘esto no lo haría así, o esto lo haría así’. Luego, Pepe Lorente, el actor protagonista, también hizo lo mismo que Mauricio en un poco menos de tiempo, porque claro, el actor no tiene tanto tiempo. Pero también gracias a la pandemia, entre comillas ese gracias, claro, tuvo 3 años para profundizar en todos esos aspectos.
Si tu primera película llega a estar nominada como mejor película del año en los Goya, es porque es una obra que ha transformado a mucha gente y en la que lo has puesto todo, más teniendo en cuenta la gran cantidad de dificultades que has tenido.
Creo que las películas, en la historia que hay detrás de la propia película, en la realización, deben tener coherencia con lo que se está contando, porque siempre hay como una impostura. Si nosotros hubiéramos hecho esta película buscando el negocio y queriendo hacerla rápido, como se hacen las ‘películas producto’ y en las que interesa sacar rápidamente el mayor rédito posible aunque se olvide después, la película no sería la que es.
Tomamos muchas decisiones de riesgo que hicieron más complicado levantar el proyecto, pero queríamos hacer la película como la hubiera hecho Mauricio, preguntándonos ¿cómo sería tener el mismo espíritu que él tiene dentro de la música, dentro del cine?, y decidimos tocar y cantar en directo, con conciertos con el público de verdad, contar con un actor protagonista que no es famoso, sino que va a ser alguien implicado que va a cantar de verdad, vamos a rodar en Argentina, en la provincia de Santiago del Estero, no en una en la que sea más fácil la logística de rodaje, y así mil cosas.
Y luego esto se sumó una pandemia que en varios momentos hizo que la película corriera el riesgo de desaparecer, y salió a base de hacerla con equipo más pequeño, más quijotesco… que en el fondo es exactamente el mismo viaje que hace Mauricio, yendo de un sitio en el que lo importante es el envoltorio a algo cada vez más esencial.
“No persigas las canciones, deja que las canciones vengan a ti”
Lo que es maravilloso es que se haya reconocido, porque mucha gente hace las cosas así y no tienen ese clic de suerte para que llegue al público. Porque también nos hemos esforzado en que la promoción no abandonara hasta el último momento. Queríamos realmente que esta película pudiera llegar a mucha gente.
¿Cómo surge lo de contar con Kase O, Enrique, Depedro, Bunbury o Mikel Erentxun para que vieran la película y grabar sus reacciones?
Muchas veces el director termina la película, la abandona y empieza a pensar en la siguiente. Yo tenía una motivación añadida para que la película funcionara bien, que es el deseo de continuar ese legado de Mauricio, y que su historia se conociera.
Y decidimos poner creatividad, porque medios no teníamos mucho. Así que viendo un día las reacciones de las personas en los primeros pases de la película, que se emocionaban mucho, pensé que Mauricio es un referente para muchos músicos, así que por amigos comunes podíamos llegar a algunos de los mejores músicos del país y pedirles algo tan sencillo como que nos dejen captar su reacción.
“Creo que los grandes son puentes que otras personas cruzan después”
Tuvo una logística muy difícil pero muy coherente con la película. Escribimos una carta individualizada a cada uno de estos músicos en la que yo les proponía la posibilidad de hacerles un videoclip a cambio, derecho que algunos ya han ejercido, como Depedro.
Iba yo mismo a los cines, veía la película con el músico en cuestión, ponía la cámara, lo grababa, y nos fuimos dando cuenta que eso tenía muchísima fuerza, y es verdad que mucha gente ha entrado al cine por esos vídeos.