La Cumbre de la OTAN en Madrid ha permitido poner de manifiesto la subordinación y el encuadramiento militar de España en las directrices del Pentágono. Además del aumento en el gasto militar, la presencia militar norteamericana en nuestro país va a verse incrementada, pasando de cuatro a seis los destructores del Escudo Antimisiles en la Base de Rota.
Pero junto a esta subordinación, y relacionada con ella, hay otra dependencia de EEUU que ha dado un salto cualitativo en los últimos meses, avanzando rápidamente a caballo entre la guerra de Ucrania, el restablecimiento de las relaciones con Marruecos -vía traición a los saharauis- y el envenenamiento de las relaciones con Argelia.
Se trata de la dependencia energética: EEUU es ya el principal suministrador de gas y de petróleo a España.
Cuando Joe Biden y Pedro Sánchez estaban charlando amistosamente en la Moncloa o por los pasillos del Museo del Prado, no sólo estaban relanzando las relaciones entre EEUU y España hasta un nivel tan superlativo de atlantismo que ha sido llamado «aznarismo de izquierdas» por Enric Juliana, uno de los más perspicaces analistas de nuestro país, sino que estaban galvanizando la subordinación de nuestro país a los planes, proyectos y necesidades de Washington.
El aspecto más evidente e importante de esa subordinación está en el plano político-militar. Tras la Cumbre de Madrid, el gobierno se ha comprometido -ya sin más dilación- a elevar hasta más de 30.000 millones de euros (el 2% del PIB) el gasto militar, a intensificar su participación en los escenarios de conflicto que le asigne la Alianza, y a incrementar la presencia militar norteamericana en nuestro suelo, tanto en lo cuantitativo -más tropas, más naves- como en lo cualitativo: los destructores del Escudo Antimisiles de la Base de Rota, equipados con el sofisticado sistema Aegis, que dota a cada uno de ellos de la capacidad de de identificar doscientos objetivos al mismo tiempo para luego eliminarlos, pasarán de cuatro a seis.
Pero junto a esta dependencia, hay otra que también tiene un coste directo en nuestras vidas, y más en estos momentos donde la crisis energética y el abastecimiento de materias primas tiene un impacto directo en la inflación… y por lo tanto en nuestros bolsillos y condiciones de vida y trabajo. Se trata del salto que el gran capital norteamericano está dando en las arterias gasísticas y petroleras de nuestro país, un punto neurálgico del que depende la estabilidad económica.
Esta dependencia tiene un coste directo en nuestras vidas, y más en estos momentos donde el abastecimiento de materias primas tiene un impacto directo en la inflación… y por lo tanto en nuestros bolsillos
Menos Argelia, más EEUU
Hace ahora un año, en el verano de 2021, Argelia era el principal suministrador de gas natural a España, aportándonos un 48,4% de la demanda. Cuando las relaciones entre Argel y Rabat, que siempre han sido malas, se deterioraron hasta el punto de no retorno -con la guerra en el Sáhara y las maniobras alauitas contra las tensiones internas argelinas como trasfondo- y se cortó el suministro de gas a través de Marruecos, las autoridades españolas y las grandes compañías del Ibex corrieron prestas a Argel a asegurar que el suministro estaba garantizado. Madrid tenía que cuidar sus relaciones con su principal proveedor de gas, y más en el momento en el que la «factura de la luz más cara de la Historia» estaba determinada por el precio del megavatio en las centrales de ciclo combinado.
Pero entonces, en marzo de 2022, ocurrió un giro de 180º en el guion gasístico. Traicionando al pueblo saharaui y a la mayoría social española, y abandonando la tradicional observancia a la legalidad internacional y a las resoluciones de la ONU, el gobierno de Pedro Sánchez pasaba a respaldar el «plan de autonomía» de Marruecos sobre el Sáhara, que implica la posesión territorial del suelo saharaui. Al hacerlo, las relaciones entre España y Argelia -la gran valedora internacional de los saharauis- estaban condenadas a la tensión y a un drástico empeoramiento, amenazando el suministro del gas natural. Y así pasó: a principios de junio, Argelia suspendía el tratado de amistad y congelaba el comercio con España tras el giro del Gobierno sobre el Sáhara. El suministro gasístico no parece en peligro, pues forma parte de un contrato firmado mucho antes, pero todos asumen que el precio que ponga Argel subirá notablemente.
¿Por qué el gobierno Sánchez había decidido pegarse un tiro en el pie, arruinando sus buenas relaciones con Argelia, justo en un momento de inflación galopante y de crisis de suministro energético?
No puede entenderse un cambio tan radical en la posición del gobierno español sobre el Sáhara sin partir de la intervención y los intereses de EEUU. Al dar este brusco giro, la diplomacia española no sólo buscaba reconciliarse con Rabat… sino sobre todo y por encima de todas las cosas, acercarse a EEUU.
Normalización de relaciones con Marruecos a costa de agriar de forma irreversible las relaciones con Argelia. Y ahora EEUU como principal suministrador de gas y petróleo a España.
El 10 de noviembre de 2020, Donald Trump reconocía la soberanía marroquí sobre el Sáhara, a cambio de que el régimen alauita reconociera plenas relaciones con Israel. Biden no ha confirmado la decisión de Trump, pero tampoco la ha revertido, y bajo otras formas la actual Casa Blanca ha reafirmado el apoyo total a Marruecos sobre el Sáhara.
EEUU ha tomado la decisión de potenciar a Marruecos como “gendarme local” en el Norte de África. Una zona sensible del planeta, flanco sur de la estabilidad europea y todavía agitada por el fracaso de las “primaveras árabes”. Y necesita fortalecer a Rabat frente a una Argelia demasiado independiente del poder de Washington, y demasiado bien relacionada con Rusia o con China.
Normalización de relaciones con Marruecos a costa de agriar de forma irreversible las relaciones con Argelia; nuevo papel de Rabat como guardián sangriento de la frontera de Ceuta y Melilla; envío de gas a Marruecos por el gasoducto Magreb Europa; pacto para la ampliación de Rota; compromiso de aumentar el gasto en defensa. Y ahora EEUU como principal suministrador de gas y petróleo a España. Todo está relacionado y forma parte del seguidismo a EEUU, del «atlantismo progresista» del gobierno de Pedro Sánchez.
Washington también controla el grifo español de los hidrocarburos
Como consecuencia de lo anterior, Argelia ya no es la principal suministradora de gas natural a España. Como el gaseoducto Medgaz que comunica a Argelia con Almería, no puede suministrar toda nuestra demanda, se hacen necesarios los barcos metaneros y las plantas regasificadoras, que transforman el gas licuado en hidrocarburo gaseoso.
El puesto de Argelia ahora lo tiene EEUU, que ya es el principal proveedor de gas de España, al enviar al país el 35% de su consumo, frente al 23% actual procedente de Argelia. Nigeria queda en tercer lugar con el 16,9%. Pero no sólo es el gas: EEUU es también es en estos momentos el principal proveedor de petróleo de España, seguido de Nigeria.
Y resulta que España tiene un superávit de seis plantas regasificadoras (Barcelona, Sagunto, Cartagena, Huelva, Bilbao y Mugardos), a diferencia de otros países europeos donde son escasas o inexistentes, lo cual convierte a nuestro país en una plataforma clave para el suministro de gas a Europa en la actual la escala de tensión entre Rusia y la OTAN a cuenta de la guerra de Ucrania.
España tiene un superávit de seis plantas regasificadoras, a diferencia de otros países europeos donde son escasas o inexistentes, lo cual convierte a nuestro país en una plataforma clave para el suministro de gas norteamericano a Europa
El aumento de la presencia del capital norteamericano en el sector español de los hidrocarburos no ha sido súbita, ni se ha improvisado. Naturgy ya lleva años reforzando sus vínculos con Wall Street, y hace unos días el banco JP Morgan -uno de los grandes nódulos de la oligarquía financiera estadounidense- adelantaba a BlackRock como el principal accionista de Repsol.
Que el gran capital financiero norteamericano pase a tener una posición dominante en el suministro de hidrocarburos de España es una nefasta noticia. Significa un salto en nuestra dependencia energética -uno de los dogales de nuestra economía- y no hacia cualquier país, sino a la superpotencia, y por tanto un potente instrumento de intervención de EEUU en la vida económica, política y social de nuestro país.
Carlos dice:
Hala, hala, más dependencia de Washington
Que si la OTAN, los hidrocarburos, el Sáhara, el Windows de Microsoft, los pantalones Levis….
Mira, lo mejor es que se ponga Biden en la Moncloa y las cosas quedan claras