La Alianza Atlántica se reúne en La Haya mientras la nueva administración norteamericana despliega su agresiva y disruptiva política internacional, desencadenando una convulsión tras otra. Esta es la primera cumbre de la OTAN del trumpismo 2.0, la primera cumbre atlántica de la dictadura mundial de Trump
Hubo un tiempo en el que circuló la idea de que Donald Trump quería desmantelar la Alianza Atlántica. Basta con ver la foto inaugural de la cumbre de la OTAN en La Haya para comprobar lo estrambótica que era esa ocurrencia.
Donald Trump acude a esta reunión de la principal alianza militar de la superpotencia -cuyo gasto bélico combinado supone el 55% total del planeta- pocos días después de haber lanzado un contundente ataque contra las instalaciones nucleares de Irán, cruzando una línea roja que pone a Oriente Medio al borde de una gran conflagración regional de consecuencias potencialmente devastadoras para la Paz Mundial.
Con el incendiario ataque contra Irán, la dictadura mundial de Trump ha lanzado un mensaje a todo el planeta, poniendo encima de la mesa un elemento clave para la hegemonía norteamericana: su abrumadora superioridad militar, inalcanzable para el resto. Lanzando una bomba antibunkers capaz de penetrar 60 metros de hormigón en el suelo antes de estallar, y usando los modernos bombarderos B2, invisibles al radar, que han viajado de manera ultrasecreta desde EEUU -repostando en vuelo- desde varias rutas simultáneas, la superpotencia enseña su músculo y anuncia su derecho a bombardear donde quiera y como quiera, a actuar con toda su fuerza sin ningún tipo de contemplaciones. «No hay ejército en el mundo capaz de hacer esto», se ha jactado Trump. Es la ley del más fuerte.
La cumbre de La Haya se celebra al mismo tiempo que la Casa Blanca respalda e impulsa el genocidio en la Franja de Gaza, mostrando sin tapujos su intención de culminarlo con una limpieza étnica, paso previo para transformar el enclave en «la Riviera de Oriente Medio». Y al mismo tiempo que negocia con la Rusia imperialista de Putin cómo despiezar y repartirse Ucrania, su territorio y recursos naturales.
Pero sobre todo, hay un elemento que caracteriza a modo de eslogan esta cumbre de la OTAN. Es la “reunión del 5%”, el cónclave donde el «dueño» de la Alianza, Donald Trump, esgrime una draconiana imposición: todos los miembros de la OTAN tienen que pasa a gastar -sin excepción alguna y de manera inmediata- el 5% de su PIB en Defensa.
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El emperador y el chambelán
Todos los secretarios generales de la OTAN saben quién es el jefe, quien manda en la Alianza Atlántica. Tras la propaganda que nos pinta a la OTAN como una especie de mancomunidad de defensa mutua, como un club donde pagando una cuota estás protegido por el artículo 5, está la cruda realidad: la OTAN nació en la Guerra Fría al servicio de defender la hegemonía de la superpotencia norteamericana, y siempre ha estado al servicio de EEUU, de sus mandatos e imperativos estratégicos.
Esa relación entre empleado y empleador, o entre lacayo y señor, ha quedado -una vez más- explicitada, cuando Donald Trump ha decidido hacer públicos los mensajes privados que estos últimos días le ha ido enviando el secretario general de la OTAN, el holandés Mark Rutte.
“Vuelas hacia otro gran éxito en La Haya (…) No ha sido fácil, pero hemos conseguido que todos firmen el 5%” del PIB en gasto militar, le escribía el secretario de la Alianza. “Europa va a pagar a lo GRANDE, como debería, y será tu victoria”, agrega en tono laudatorio el ex primer ministro holandés, usando las mayúsculas de la misma manera que lo hace Trump en su red social Truth.
En otros mensajes, Rutte felicita efusivamente a Trump por su “acción decisiva” contra Irán y le dice que “ningún otro se habría atrevido” ha hacer lo que él ha hecho, lanzando las GBU-57A/B, la poderosa bomba «rompebúnkeres», contra las instalaciones nucleares de Irán. “Donald, nos has conducido a un momento muy, muy importante para Europa y para América, y el mundo. Has conseguido lo que ningún otro presidente de EEUU habría podido en décadas”, añade.
Ya antes de ser secretario general de la OTAN, como primer ministro holandés, Mar Rutte era conocido como un «halcón» en la política europea, siendo siempre partidario de la intransigencia en las exigencias económicas -de recortes y disciplina fiscal- hacia los países del sur de Europa, como España.
Ya sabemos por qué Washington lo designó para ser secretario general de la OTAN. Ahora cumple el mismo papel en una misión más cualitativa para la superpotencia. Es el chambelán ideal para la Alianza en el nuevo proyecto de dictadura mundial que impulsa Trump.
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Trump contra los rebeldes
Si Trump es -para Rutte- el héroe de esta cumbre de la OTAN, el protagonista del 5%, el villano o el renegado no es otro que un presidente español, Pedro Sánchez, que acude a La Haya en el momento más débil y delicado de sus seis años en la Moncloa, con un ‘escándalo Santos Cerdán’ que revela una trama de corrupción en el PSOE que puede acabar llevándose por delante al gobierno de coalición.
Dos días antes del inicio de la cumbre, Sánchez comparecía ante los medios para anunciar que había llegado a un acuerdo con el secretario general de la Alianza en el que se «aceptaba» la excepcionalidad de España para no llegar al gasto del 5% del PIB, algo que supone que nuestro país debe pasar a gastar más de 80.000 millones de euros al año en Defensa, algo literalmente imposible si no es a costa de incrementar en unos 3.000 euros al año la carga fiscal anual a las clases medias y trabajadoras, o de recortes brutales en sanidad, educación, pensiones y todo tipo de políticas sociales. Pedro Sánchez se felicitaba por este acuerdo con la OTAN, y a cambio de esta «flexibilidad» se comprometía con que «España destinará un 2,1%, ni más ni menos»
Horas después llegó el desmentido. La Casa Blanca negaba el oxígeno a un presidente español al que han puesto en el punto de mira. En declaraciones donde se señalaba explícitamente a España, Trump mantenía la exigencia a la OTAN del 5% para todos los aliados sin excepción. El presidente norteamericano señalaba que «España es un problema» y lo ponía en la picota al subrayar que «los miembros de la OTAN tendrán que lidiar con ella».
Poco después Rutte secundaba al jefe, desmintiendo cualquier compromiso con Sánchez e insistiendo en que «España necesita gastar un 3,5% para alcanzar el objetivo»
Pedro Sánchez llega a La Haya señalado como el blanco preferente. Pero no está solo. Bélgica y Eslovaquia se han sumado a España y defienden ante la OTAN su «derecho soberano» a no llegar al 5% del PIB en Defensa. Ambos países rechazan incrementar sus aportaciones y han exigido «flexibilidad» en La Haya.
