Hace poco más de un mes, cuando la Organización Mundial de la Salud aún no había elevado la amenaza del coronavirus a pandemia mundial, entrevistamos al doctor Fernando Navarro, médico de atención primaria en un Centro de Salud de Valencia.
Ya entonces se sorprendía del trato que se le estaba dando a la epidemia y la incertidumbre que generaba: “Sorprende que no lo digan con claridad…, si tan banal que basta con lavarse las manos, a qué viene tanta expectativa hasta paralizar una economía como la china”. Advertía de la evolución de los contagios, “es de prever, es una epidemia y su facilidad de contagio”. Y situaba como una de las fortalezas del sistema sanitario español “el acceso directo a la Sanidad que tiene el cien por cien de la población”
¿Cómo ve el doctor Fernando Navarro, desde su puesto de médico de atención primaria, la situación un mes después? Esto es lo que le hemos preguntado.
Fernando Navarro (Cheste, 1953). Trabajó como médico en el Instituto Social de la Marina y en la actualidad es médico de Atención Primaria de la Generalitat Valenciana.
Si en marzo le sorprendía la respuesta que estaba dando la OMS, ¿qué le ha sorprendido ahora de la evolución de la pandemia?
Ha superado con creces lo que ellos esperaban, lo que imaginaban, pero sin embargo seguimos sin conocer la verdad sobre el coronavirus. Porque resulta paradójico que en los países más en contacto con China, fronterizos, no declaren cifras relevantes. Y que países que lo empezaron con una sanidad, supuestamente más frágil que la occidental, no hayan tenido tantos casos, y que en otras provincias de China nadie habla de casos. Seguimos en la misma incertidumbre.
Con respecto al comportamiento del virus en concreto, ¿esperaba una expansión tan rápida?
Nadie esperaba una expansión tan rápida y con tanta capacidad de contagio, ni era tan banal como decían, que era como una especie de gripe banal que se pasaría sin graves problemas. Resulta que es muy distinta, que ha creado una crisis mundial, nos tiene a todos confinados en nuestras casas, encerrados, sin saber cuándo acabará, con una propagación muy rápida y muy fácil, porque tiene una característica: que puede mantenerse activo -al principio hablaban de horas, luego de días- en lugares inertes, incluso en el aire, también se negaba al principio que fuera aerotransportable…
La incidencia es mucho mayor de la que se esperaba. Todo el mundo conocemos a gente que ha dado positivo, ingresados o no, pero a ninguno y a ningún familiar se le ha hecho el test.
¿Cómo valora ahora la capacidad de respuesta del sistema sanitario, se han evidenciado las consecuencias de los recortes?
La capacidad de respuesta del sistema sanitario se ve en la flexibilidad, que sigue siendo muy rápida, muy ágil para el paciente, que ha tenido y sigue teniendo una atención rápida. Estamos en continuo contacto telefónico con todo el mundo que llama y se le aconseja.
Los hospitales han respondido hasta donde han podido, la avalancha ha sido tal que no era fácil contenerla. El personal se está portando como se esperaba de él; porque no es fácil la entrega que está demostrando con tan escasos medios… Todos hemos visto cómo cada uno se hace la protección con lo que le deja un amigo o porque alguien se ha ofrecido o porque se pone una bolsa de basura. Dicen que el personal sanitario es el que más contagios ha tenido del mundo, pero es que tampoco nos han hecho los test, ni siquiera a los que estamos en contacto con positivos.
Un informe de la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria cifra en un millón de consultas por coronavirus las que han atendido los médicos de atención primaria en marzo. ¿Qué papel estáis desempeñando desde los ambulatorios?
Somos el freno que evita la avalancha en las urgencias. Estamos continuamente en contacto telefónico con los pacientes, con teléfonos donde todo el mundo llama, hasta el punto que los compañeros han venido a trabajar el fin de semana para que no se colapsen los centros.
Claro que no todo el mundo está afectado, tiene miedo y pregunta… Pero también las enfermedades de siempre siguen existiendo y a todos se les atiende, evitando que tengan que ir al hospital, si no se colapsaría la puerta de urgencias.
Hace un mes todavía se debatía si había que limitar la libertad de movimientos y eventos masivos como las fallas o los partidos de fútbol. ¿Cómo valoras las medidas del gobierno?
Hasta los más escépticos han tenido que claudicar, los ingleses, los americanos, y el que no ha hecho caso pues lo está pagando caro. Hace poco aún sorprendían imágenes de la gente paseando por Moscú, sin embargo ya están confinados, es a nivel mundial. Por supuesto que son necesarias, si queremos evitar el contagio no tenemos que contagiar, cada uno debe evitar contagiar a los demás. Por lo tanto, hay que tomar medidas y aislarse el tiempo suficiente para que el virus deje de transmitirse.
¿Hay lecciones que debemos empezar a tener muy en cuenta para el futuro?
Pues evidentemente tenemos que empezar a valorar lo que tenemos, a saberlo utilizar, a utilizar los recursos por parte de todos donde se deben utilizar, a no abusar de ellos, ni la Administración, ni el personal sanitario ni los pacientes. Y poner orden por parte de todos.
Y todos tenemos que reflexionar. No sé si nos ocurrirá como la crisis anterior, que no aprendimos nada, pero a lo mejor no nos conduce muy lejos llevar una vida tan rápida que no podemos pensar nunca, ni disfrutar de las cosas que de verdad se disfrutan, las pequeñas cosas… El tiempo nos enseñará si hemos aprendido algo.
¿Es optimista respecto a a cómo vamos a salir de esta?
En esta vida todo pasa, lo bueno y lo malo, y también esto pasará, pero va a dejar secuelas porque hay mucha gente que lo está pasando muy mal, ha puesto en evidencia las deficiencias del sistema sanitario, nos creíamos más fuertes de lo que éramos. Vamos a salir ahora de una especie de «shock» y tal vez la gente va a salir resignada, pero cuando espabile quizás reaccione de otra manera.
ANARKOÑ dice:
¿Porqué no transformar al Estado primordialmente en un gran empleador? Si se ha demostrado que el sistema necesario necesita más utillaje, más maquinaria médica, más hospitales, mayores stocks hospitalarios, etc., entonces…, ¿no es cierto que en el problema mismo reside, como siempre, la solución? ¿No reside en la contradicción misma la fórmula clara y obvia de la superación de la contradicción?:
Un gigantesco plan de inversión estatal en construcción hospitalaria (y en toda la larga cadena laboral que rodearía tal plan, desde energía hasta acabados, pasando por diseño, I + D, medicina, arquitectura, etc.).
En la medida que las familias asisten a los hospitales, visitas, el empleo abarcaría restauración, cantinas, catering, transporte, carpintería, ebanistería, acero, hormigón, vidrio, textil, farmacéutica, vías de desplazamiento, urbanismo, jardinería, entretenimiento, etc.
Démonos sanidad a través del trabajo y trabajo a través de la sanidad.
Démonos fortaleza económica a través del dinero circulante en dicho Plan, y hagamos circular el dinero a través de la fortaleza económica a producir.