«El secretario general de la CEOE, José María Lacasa, aseguró ayer que el alza de entre el 1,5% y el 2,5% establecida para el próximo año «quedaría descontextualizada» si se prorrogara el ANC hasta 2014, como es intención tanto de los empresarios como de los sindicatos. Lacasa basa su reclamación en dos argumentos: por un lado, la amenaza de quiebra griega ha obligado a rebajar las previsiones macroeconómicas «a todo el mundo», incluida la propia CEOE, y por otro, los salarios se han «disparado» en los últimos años.»
La reacción de UGT y CCOO ha sido inmediata y contundente. «Hay que hablar con rigor, y no con ocurrencias», le resondió el secretario de Acción Sindical de CCOO, Ramón Górriz. El IPC, recuerda, se mantiene en el 3%, medio punto por encima del máximo de subida firmado para 2012: «Si eso no es moderación salarial, ¿qué es? ¿No será que Lacasa está planteando una congelación salarial? A lo mejor confunde moderación y congelación. La moderación salarial para 2012 ya está acordada, se tiene que cumplir y de lo que hay que hablar es de soluciones para 2013 y 2014 en el marco general de un Pacto por el Empleo». (EL MUNDO) PÚBLICO.- La tendencia a aumentar los impuestos sobre las rentas altas y sobre la riqueza es consecuencia del sentimiento de injusticia que recorre Europa. La fase de expansión ha beneficiado a las rentas altas, y el sistema impositivo ha disminuido su progresividad. Los “ricos” han ganado más y han pagado menos impuestos, hasta el punto de que destacados representantes de lo que podemos llamar “los ricos” piden a los gobiernos que les hagan pagar más impuestos. Extraño mundo este donde los millonarios pasan por la izquierda a los gobiernos, incluidos los de izquierda, reclamando mayores cargas fiscales. LA VANGUARDIA.- Durante los últimos 140 años las elites alemanas han dado muestras tanto de su capacidad para situarse en la vanguardia del desarrollo social y económico como de su inclinación a cometer errores históricos de consecuencias espeluznantes. El siglo XX reúne ejemplos elocuentes de ambos casos. En la actual crisis existencial del euro los dirigentes del país clave de la zona mantienen una actitud opaca y contradictoria. De Alemania provienen los mensajes más críticos sobre la moneda única y las invitaciones más claras para que países como Grecia salgan del club. Salarios. El Mundo La CEOE quiere más contención salarial en 2012 B. P. R. La patronal ha vuelto a tensar el ya de por sí frágil Diálogo Social pidiendo que se «replantee» la subida de salarios para 2012 que firmó con los sindicatos en el Acuerdo de Negociación Colectiva (ANC) de febrero de 2010. El secretario general de la CEOE, José María Lacasa, aseguró ayer que el alza de entre el 1,5% y el 2,5% establecida para el próximo año «quedaría descontextualizada» si se prorrogara el ANC hasta 2014, como es intención tanto de los empresarios como de los sindicatos. Lacasa basa su reclamación en dos argumentos: por un lado, la amenaza de quiebra griega ha obligado a rebajar las previsiones macroeconómicas «a todo el mundo», incluida la propia CEOE, y por otro, los salarios se han «disparado» en los últimos años. La reacción de UGT y CCOO ha sido inmediata y contundente. «Hay que hablar con rigor, y no con ocurrencias», le respondió el secretario de Acción Sindical de CCOO, Ramón Górriz. El IPC, recuerda, se mantiene en el 3%, medio punto por encima del máximo de subida firmado para 2012: «Si eso no es moderación salarial, ¿qué es? ¿No será que Lacasa está planteando una congelación salarial? A lo mejor confunde moderación y congelación. La moderación salarial para 2012 ya está acordada, se tiene que cumplir y de lo que hay que hablar es de soluciones para 2013 y 2014 en el marco general de un Pacto por el Empleo». Tanto los sindicatos como la CEOE coinciden en la necesidad de prorrogar dos años el ANC y ambas partes hablan de negociar también un «pacto de rentas». Pero UGT y CCOO quieren incluir en este último, además de moderación salarial, contención de beneficios empresariales y su reinversión en el tejido productivo. E insisten en la necesidad de alcanzar, junto con los partidos y el propio Gobierno, un gran Pacto por el Empleo que permita un control temporal de los precios de ciertos productos básicos -alimentos, electricidad, transporte-, una reforma fiscal y otra del sistema financiero. La patronal, por el contrario, no quiere ni oír hablar de controlar beneficios y precios. Hasta el punto de que Lacasa llegó a decir ayer que vigilar los excedentes empresariales sería ir «contra natura». Sólo se mostró dispuesto a aplicar «medidas que contribuyan a la reinversión de beneficios en las empresas» y a abrir un debate sobre la reforma fiscal, aunque nunca a subir los impuestos. «Los trabajadores están cumpliendo, y las empresas no», destacó Ramón Górriz tras recordar que la presión de los costes laborales sobre los precios es inferior a la de los márgenes empresariales. Según la OCDE, los costes laborales subieron un 0,6% en el segundo trimestre en el conjunto de la organización, mientras en España bajaron un 0,1 %. En Alemania aumentaron un 1,9 % y en EEUU, un 0,8%. Para el número dos de UGT, Toni Ferrer, la patronal está «construyendo la casa al revés» al pedir la revisión de la subida salarial para 2012 y que se «trocee» un acuerdo ya cerrado. También le reprochó que pida cambios para 2014 cuando tiene aún pendientes de aplicar las subidas pactadas en muchos convenios colectivos desde 2008 y mantiene bloqueada la renovación de los de este año. Al tiempo, el secretario general del sindicato, Cándido Méndez, recriminó a los empresarios que estén sometiendo el Diálogo Social «al calendario político y electoral». «Permanecen a la espera», aseguró, «de los resultados del 20-N». De hecho, hacia el Gobierno que saldrá de las urnas apuntaba el secretario general de la CEOE cuando advirtió ayer de que «el momento de los parches y las medias tintas se ha acabado» y acusó al actual Ejecutivo de haberse quedado «corto» en las reformas. Mientras, el secretario general de CCOO, Ignacio Fernández Toxo, expresaba en declaraciones a RNE su «interés» por hablar con el candidato del PP, Mariano Rajoy EL MUNDO. 27-9-2011 Opinión. Público Impuestos a “los ricos” Josep Borrell Poco después de oficiar la segunda muerte de Keynes con la constitucionalización de la cuasi-prohibición de los déficits públicos, el Gobierno ha decidido reponer el Impuesto sobre el Patrimonio. Criticado por todos, pero rechazado por nadie, las Cortes lo han aprobado en su última sesión. Con ello, España no hace sino sumarse a la presión creciente en Europa a favor de poner más impuestos a “los ricos”. Lo mismo propone Obama. Se puede decir que tanto allí como aquí la medida tiene un acento preelectoral, pero la abstención del PP es muy significativa de por dónde van los vientos de la opinión pública. Electoralista o no, el PP tendrá muy difícil explicar por qué las comunidades autónomas en las que gobierna no aplican ese impuesto aprobado a última hora sin su oposición. La tendencia a aumentar los impuestos sobre las rentas altas y sobre la riqueza es consecuencia del sentimiento de injusticia que recorre Europa. La fase de expansión ha beneficiado a las rentas altas, y el sistema impositivo ha disminuido su progresividad. Los “ricos” han ganado más y han pagado menos impuestos, hasta el punto de que destacados representantes de lo que podemos llamar “los ricos” piden a los gobiernos que les hagan pagar más impuestos. Extraño mundo este donde los millonarios pasan por la izquierda a los gobiernos, incluidos los de izquierda, reclamando mayores cargas fiscales. Hace un año, al llegar a Seattle, patria de Microsoft, me sorprendió un artículo de Bill Gates-padre en la prensa local reclamando al Gobierno que aumentara los impuestos a gente como él y en particular el impuesto sobre sucesiones, que por aquí estamos suprimiendo. Más recientemente, el financiero americano Warren Buffett se quejaba en The New York Times de que en el impuesto federal sobre la renta sólo pagaba el 17,5%, menos que su secretaria. Y 16 grandes fortunas francesas pedían públicamente a su Gobierno que les aplicase un impuesto excepcional (y transitorio, tampoco hay que exagerar) para contribuir a resolver los problemas del país. La idea se ha extendido por Europa, y un grupo de 50 multimillonarios alemanes agrupados bajo el lema “millonarios por un impuesto sobre el capital” reclaman una mayor contribución fiscal. Aquí estamos todavía por encontrar el señor Buffett o la señora Bettencourt español/a. La crisis ha dejado atrás tres décadas de sacrosanto respeto a la teoría de que la prosperidad de los más ricos se difundiría al conjunto de la economía y el sagrado temor a que si se les molestaba fiscalmente se irían con su capital a otra parte. Cuando la austeridad aprieta es difícil justificar que los que mejor están escapen a los sacrificios soportados por la mayoría. Esta toma de conciencia de los “ricos” está dictada no sólo por la generosidad, aunque sea limitada, sino por un egoísmo inteligente. Y demuestra cuán timorata ha sido la respuesta de los gobiernos, el nuestro incluido, a la hora de utilizar el arma fiscal para distribuir los costes de la crisis. Así lo explica la propuesta formulada en Italia por Alessandro Profumo, hasta hace poco director ejecutivo del Banco Unicredito: aplicar por un tiempo limitado un mega-impuesto del 10% sobre los patrimonios importantes, que produciría 400.000 millones de euros para reducir la deuda pública italiana del 120 al 100% del PIB. Así se acabarían las presiones de los mercados financieros contra Italia que están haciendo caer en picado el valor de las acciones de sus empresas. La propuesta tiene su lógica. Los ricos italianos están ya soportando un impuesto muy importante sobre su riqueza como consecuencia de la pérdida de valor de su patrimonio financiero. La recuperación del valor bursátil perdido puede ser mayor que lo que se pague por el mega-impuesto. Y si la alternativa es seguir recortando el gasto y hundiendo el país en la recesión, y que los patrimonios sigan perdiendo valor, quizá valga más una reacción fiscal como el egoísmo bien entendido que defiende Profumo. A Obama ya le gustaría aumentar los impuestos a las rentas altas, pero la mayoría republicana en el Congreso le obliga a mantener los beneficios fiscales heredados de Bush, cuyos desmesurados beneficios denuncia Buffett. En Francia, Sarkozy aprobó una reforma del Impuesto de Solidaridad sobre las Fortunas (ISF) que reduce a la mitad el número de sus obligados (como nosotros aquí) y disminuye sus ingresos de 3.600 a 2.300 millones de euros. A cambio, un impuesto adicional del 3% para las rentas superiores a 500.000 euros que sólo producirá 200 millones de euros, la décima parte de lo que se ha perdido con la reforma del ISF. En Italia y en Reino Unido se han aumentado los impuestos sobre las rentas altas. Berlusconi se resistió hasta el final, pero ha tenido que subir 5 puntos el impuesto sobre la renta a partir de 90.000 euros y 10 a partir de 150.000. En Reino Unido los laboristas subieron el tipo marginal máximo hasta el 50% y los conservadores lo han mantenido. Y han aplicado un impuesto sobre determinados activos bancarios que les reportará más del doble que el nuevo Impuesto español sobre el Patrimonio. Está bien que, aunque sea tarde, el Gobierno socialista haya repuesto un impuesto que nunca debió suprimir. Pero el problema subsistirá mientras trabajo y capital soporten impuestos tan diferentes. La secretaria de Buffett seguirá pagando más porque su salario está sometido a un impuesto progresivo y su multimillonario jefe a un impuesto proporcional a un tipo muy bajo sobre sus rentas del capital. Y esto no lo arregla la reposición, temporal, de un moderado Impuesto sobre el Patrimonio. PÚBLICO. 27-9-2011 Opinión. La Vanguardia Las elites alemanas Manel Pérez Durante los últimos 140 años las elites alemanas han dado muestras tanto de su capacidad para situarse en la vanguardia del desarrollo social y económico como de su inclinación a cometer errores históricos de consecuencias espeluznantes. El siglo XX reúne ejemplos elocuentes de ambos casos. En la actual crisis existencial del euro los dirigentes del país clave de la zona mantienen una actitud opaca y contradictoria. De Alemania provienen los mensajes más críticos sobre la moneda única y las invitaciones más claras para que países como Grecia salgan del club. Así se han expresado desde el presidente del influyente instituto económico de referencia Ifo, Hans-Werner Sinn, hasta un ex economista jefe del BCE, no el recién dimitido Junger Stark, que es de la misma opinión, sino el anterior, Otmar Issing. Igual sucede en el ámbito político. Horst Seehofer – presidente del estado federado de Baviera, uno de los más poblados y ricos de la república federal, y jefe de la Unión socialcristiana de Baviera (CSU), socio de coalición del partido de la canciller Angela Merkel, declaró a la prensa que "la salida de Grecia del euro debe ser posible". Es lo que se llama una invitación no solicitada a abandonar la sala de baile. Una voz más matizada, casi contraria, ha sido la de la gran patronal alemana BDA-BDI, que aun postulando la receta fallida que hasta ahora se ha aplicado sin éxito, la de la austeridad, ha advertido a la canciller que "los beneficios del mercado interior y del euro para Alemania son claros, pero hemos descuidado la comunicación de los mismos a la ciudadanía de nuestro país". En la misma línea se pronuncian los grandes banqueros, con Joseph Ackermann, presidente del Deutsche Bank, a la cabeza. ¿Será por desconfianza hacia esa santa alianza que las clases medias germanas son tan refractarias hacia los llamamientos en favor de la moneda única? La realidad es que el euro es en gran medida una creación alemana compartida con otros países europeos, en la que la comunidad entre la gran banca y las multinacionales del este del Rin ha llevado la voz cantante. Para el público alemán, los rescates europeos huelen a salvamento de sus bancos irresponsables y a financiación de los manirrotos estados del sur. Esas ideas alimentan una coalición incoherente entre el Bundesbank, los influentes a la par que conservadores institutos económicos, las clases medias que añoran el pasado milagro alemán de la posguerra y las empresas de tamaño medio, las que podríamos calificar de forma simplista como familiares. Hace dos semanas, el presidente del banco central, Jens Weidmann, hizo levitar a los asociados de la ASU, la agrupación de empresas familiares, con sus críticas a la política conciliadora con Europa de Merkel y contra las compras por el BCE de deuda de los países acosados por los mercados. En Alemania, Weidmann es ya la estrella de la crisis del euro, dice Der Spiegel. Es un conflicto de ideas e intereses que las circunstancias han puesto en el centro de la crisis financiera europea y mundial. Sobre esas elites se ciernen también las presiones de EEUU y los socios europeos. El problema es que el tiempo se acaba. LA VANGUARDIA. 27-9-2011