El juicio contra los dirigentes independentistas acusados de impulsar el 1-O y proclamar la DUI concentra buena parte de la atención política y mediática. Sin embargo todos los debates se concentran en dilucidar si hubo o no violencia, defendiendo o cuestionando la acusación de rebelión. Dejando de lado hechos sustanciales, que han salido a la luz mientras se celebraba el juicio, y que nos colocan ante la verdadera naturaleza del procés y de las élites que lo idearon e impulsaron.
Un objetivo planificado: desgajar Cataluña de España
Al valorar los acontecimientos que ahora se juzgan en la sala segunda del Tribunal Supremo, se nos presenta a una clase política catalana, desde Mas y Puigdemont a Junqueras, que se unieron de forma oportunista a la ola independentista, y a los que esa apuesta “se les acabó yendo de las manos”, estrellándose contra la respuesta del Estado. O bien se nos ofrece la visión de una élite independentista que solo buscaba forzar la situación para obligar al gobierno central a negociar un referéndum soberanista donde “el pueblo catalán pudiera decidir su futuro”.
Ninguna de estas dos explicaciones se corresponde con la realidad. El procés no “nació desde la sociedad civil” sino en una selecta y poderosa élite. Nunca persiguió el objetivo de convocar un referéndum de autodeterminación, sino desgajar, de forma forzosa y por la vía de hechos consumados, a Cataluña del resto de España. Y no siguió un camino atolondrado, sino una cuidadosa planificación, hurdida mucho tiempo antes del 1-O.
Estas no son valoraciones políticas u opiniones subjetivas. Son hechos corroborados.
Estos días se han hecho públicos varios documentos, incautados por la policía y la Guardia Civil en el curso de la “Operación Anubis”, impulsada por el juzgado número 13 de Barcelona, que nos informan de la meditada hoja de ruta hacia la fragmentación.
Un informe de la multinacional alemana T-Systems demuestra que, desde 2014, tres años antes del 1-O, colaboró con la Generalitat para desarrollar una Agencia Tributaria y una Seguridad Social, un DNI propio, el marco para una justicia independiente, el control del comercio exterior o el desarrollo del Cesicat, organismo de seguridad que iba a ser el embrión de los servicios de inteligencia catalanes.
Otro documento incautado a Lluis Salvadó (secretario de Hacienda en el govern de Puigdemont y una de las “manos derechas” de Junqueras en ERC), titulado “Activitats i mesures adreçades a la creació de l´Estat Català”, diseña la creación de una Hacienda catalana independiente. Cuantificando en 19.000 millones de euros los recursos en propiedad del Estado que serían incautados al declarar la independencia.
Y ha salido a la luz el plan para crear una Seguridad Social catalana segregada, que controlara directamente las cotizaciones de 3,2 millones de contribuyentes, los pagos de de 690.000 empresas y las pensiones de un millón de jubilados. Elaborado por la Conselleria de Treball, y utilizando la infraestructura del Centro de Telecomunicaciones y Tecnologías de la Información (CTTI) como pivote. Para llevarlo a la práctica se contemplaba un “plan A”, con una “ruptura pactada”, pero también un “plan B”, con una “desconexión forzosa”.
Estos no son los planes de una comunidad que pretenda ampliar su autonomía. Ni siquiera los de un gobierno que esté batallando por la celebración de un referéndum de autodeterminación. Es el diseño de una élite que ya ha decidido que, si o si, por encima de la voluntad ciudadana, quiere imponer la independencia y ya está tomando medidas para ello.
El 1-O o la DUI no estallaron en octubre de 2017 por combustión espontánea. Hubo un pirómano que durante mucho tiempo preparó el incendio. Así lo revelan las anotaciones de Josep Maria Jové, secretario general del Departament d´Economia de la Generalitat: “Para hacer realidad la república catalana (…) Llevar la nación catalana a la independencia”. Estableciendo el método para conseguir este objetivo: “generar un conflicto que bien gestionado puede llevar a un Estado propio (…) se ha de comenzar de manera conservadora incrementando paulatinamente el nivel de conflictividad según la respuesta del Estado”.
No lo decimos nosotros, lo dicen ellos. Jové anotó en su agenda las conclusiones de las reuniones del auténtico núcleo dirigente del procés, que diseñaron, con un calendario concreto, los acontecimientos que luego estallaron el 1-O.
A este selecto grupo pertenecía Lluis Salvadó, poseedor de un informe donde se detallaban las 14 estructuras de Estado que se debían desarrollar para poder hacer realidad una Cataluña independiente: desde una Hacienda Catalana a un Ministerio del Interior o un Banco Central catalán.
Que no consiguieran su objetivo no quiere decir que no lo tuvieran. La DUI fracasó porque hubo una resistencia -no solo por parte del Estado, sino en primer lugar de la mayoría social catalana que rechaza la fragmentación- que hizo imposible su aplicación.
Pero debemos recordar, frente a la falsa imagen que de ellos se nos pretende ofrecer, que la élite independentista -los que se sientan en el banquillo de los acusados y los que huyeron para o estarlo- impulsaron un proyecto que buscaba imponer la independencia por la fuerza.
Y pudieron hacerlo porque son una élite organizada que atesora el enorme poder que le proporciona el control del presupuesto autonómico o el enorme poder político y social de la Generalitat.
Esta es la parte más importante, y la que sorprendentemente suele quedar oculta o apenas mencionada en las valoraciones del juicio del procés.
Luis Ratia dice:
De esta cara oculta tiempo habrá, cuando empiecen a salir los numerosísimos libros y crónicas post juicio que sin duda ya están forjándose en los ordenadores de periodistas, funcionarios, literatos e historiadores, para conocer con más detalle lo que se señala en este magnífico y apretado resumen, y estoy seguro que conoceremos datos y detalles que nos pondrán los pelos de punta. Pero a pesar de que la sentencia y estos textos van a marcar sin duda una nueva época en este duro, que no novedoso, conflicto, me temo que las cosas han llegado a extremos que harán muy complicado encontrar vias para que en este pais puedan abrirse paso otros discursos en la política sobre los asuntos que de veras nos afectan a los ciudadanos. Ya sabemos cuales son, por lo que no voy a volver a hacer la lista de contenidos habitual: fiscalidad, paro, educación, sanidad, reforma laboral, etc., etc., etc.