El Consejo de Seguridad de la ONU exige a Israel el fin de los asentamientos
El Consejo de Seguridad de la ONU, con la insólita abstención de EEUU (que siempre había vetado este tipo de iniciativas), ha aprobado una resolución que condena la política de asentamientos de Israel en Palestina. El acontecimiento, celebrado como una gran victoria palestina y un gran agravio para Tel Aviv, es una maniobra de la administración Obama para sabotear la nueva línea internacional de Trump, que pasa por un fortalecimiento de las relaciones con la línea más dura de los halcones israelíes.
La resolución condena «todas las medidas encaminadas a alterar la composición demográfica, el carácter o el estatus de los territorios palestinos ocupados desde 1967» y apuesta claramente por la solución de los dos Estados. «Es una gran bofetada a la política de Israel», ha dicho la oficina del presidente palestino Abu Mazen; “un día histórico para el pueblo palestino y un mensaje contra el Gobierno de los colonos», ha dicho la OLP. También Hamás desde Gaza ha celebrado la noticia.
La reacción del gobierno de Netanyahu -que desde 2009 lleva una política de brutales agresiones militares contra Palestina, además de impulsar los asentamientos israelíes en Cisjordania, que se han multiplicado durante su mandato- ha sido de estupor e indignación. «Israel rechaza completamente la despreciable decisión antiisraelí y no se siente comprometida con ella”.
Netanyahu ha acusado de traición al presidente Obama. Desde la época de Carter, cualquier resolución contraria a Israel en en Consejo de Seguridad ha sido vetada por EEUU. En este caso, la iniciativa partió de la diplomacia egipcia, un país bajo un régimen férremente ligado a Washington, y mucho más desde que -a instancias de Obama- los militares derrocaran al gobierno de los Hermanos Musulmanes de Mursi en 2013.
Donald Trump -que aún no ha tomado posesión- trató de maniobrar rápidamente para impedir el golpe a Israel, poniéndose en contacto con el presidente egipcio, que aceptó retrasar la votación. Pero finalmente se produjo: catorce estados, entre ellos vasallos norteamericanos como Egipto o Nueva Zelanda, votaron a favor, mientras que EEUU se abstuvo. Trump, que ha dicho que es «extremadamente injusto para los israelíes», no ha tardado en anunciar que «las cosas en la ONU serán diferentes» a partir de que él asuma la presidencia estadounidense.
La nueva política internacional que se dibuja con Trump busca apoyarse de forma mucho más enérgica en los sectores más belicistas y agresivos de Israel -representados por Netanyahu y sus aliados de la ultraderecha- así como en Arabia Saudí, para intentar contener la pérdida de influencia norteamericana en Oriente Medio. Línea que es previsible que revise o embista contra acuerdos como el de Irán, algo que los halcones hebreos tienen entre ceja y ceja.
El “recado” de la administración norteamericana saliente parece encaminado a obstaculizar o condicionar este cambio de orientación. De la misma manera que, nada más llegar Obama a la Casa Blanca en 2009, el cruento bombardeo de Gaza -instigado por los halcones de Tel Aviv y Washington- trató de sabotear su política.
La resolución es un éxito para la causa palestina, y debemos celebrarla. Pero Palestina no puede ser un arma arrojadiza entre unos y otros sectores de la plutocracia hegemonista. Sólo conquistando su independencia de Israel y Washington, el pueblo palestino podrá ser dueño de su destino.