SELECCIÓN DE PRENSA NACIONAL

La ausencia de inversión productiva

El «establishment» empieza a avisarnos, Occidente se aproxima a una triple recesión, lo que en términos anglosajones se denomina triple dip. La parafernalia utilizada por las élites patrias, económicas y políticas, y sus brazos mediáticos, con el objetivo de vendernos el final de la crisis económica, rayaba lo obsceno. Era una mentira, otra más. Y esa mentira se está diluyendo como un azucarillo y la dura realidad, deflación por deuda, a la Mundell, emergerá de nuevo sin tapujos.

Pero esta vez nos avisan, por si acaso el personal se cabrea más allá de lo necesario. Lo que las élites empiezan a susurrar a nuestros oídos es que nos estamos aproximando a nuestro escenario central, la segunda fase de la Gran Recesión (2014-2016). Al igual que el colapso financiero de septiembre de 2008 supuso el inicio de la actual crisis sistémica, será de nuevo el estallido de la actual burbuja financiera quien pondrá encima de la mesa el origen y causa de la crisis, un brutal volumen de deuda impagable, la insolvencia del sistema bancario occidental y la concentración de riqueza en unas pocas manos. España entrará en una crisis de deuda soberana y de balanza de pagos, tal como en su momento analizamos.

Pero además emergerá con fuerza una realidad económica estructural durísima, las grandes corporaciones empresariales apenas invierten en Occidente. Como consecuencia colapsarán los beneficios empresariales, se destruirá empleo y la pobreza se extenderá.

La primera huida hacia adelante

Las políticas propuestas por la ortodoxia tenían como objetivo último atraer inversiones, pensando que mejorarían la competitividad, y de esa manera reactivar el ciclo económico. Sin embargo, la deflación salarial, el desplome de los costes financieros, y la flexibilidad laboral extrema, no han sido capaces de atraer suficientes inversiones. Ya no hay margen de maniobra a través de políticas monetarias o fiscales. Habrá que ser más imaginativo. Pero es importante al menos entender el origen real de la actual crisis sistémica, cuáles fueron las huidas hacia adelante implementadas por las élites, apoyadas por think tanks conservadores, vacíos intelectualmente pero bien regados económicamente.

El origen de la actual crisis sistémica viene de lejos, las malas hierbas empiezan a extenderse a través de un proceso de cambio en el equilibrio del poder político y económico hacia los intereses de la élite. Para incrementar la tasa de ganancia del capital se favoreció un deterioro de gran parte de la industria manufacturera, o bien se promocionó su traslado a países con mano de obra más barata; el movimiento sindical fue atacado y casi diezmado; los salarios se han deprimido a conciencia y han caído en términos reales a lo largo de más de tres décadas.

Para compensar el vaciamiento de la economía, los bajos salarios y el aumento del subempleo, el crédito se convirtió en la solución a corto plazo para estimular la demanda. Mientras duró la juerga, los beneficios empresariales se multiplicaron, a la vez que se deprimían los salarios. Los consejos de gobierno de las principales empresas globales, en un auténtico latrocinio, se forraban y despellejaban a los accionistas en un ejemplo típico de problema de agencia. Y de aquellos barros estos lodos: una vez que el colateral que alimentaba esa deuda estalla, entramos en una brutal crisis de deuda impagable y un sistema bancario quebrado.

La segunda huida hacia adelante

Pero en vez de solucionar los problemas, estas élites, que al principio de la crisis estaban acorraladas, han sido capaces de revolverse panza arriba, convencer a una clase política -infame, cobarde, mediocre- y hacernos creer que la culpa era nuestra, que el Estado del Bienestar era insostenible. Eso sí, era necesario subsidiar y rescatar mediante una brutal expansión de deuda pública a aquellos que nos hundieron miserablemente. En España desde el origen de la crisis la deuda soberana destinada a financiar a terceros supera los 350.000 millones de euros. Y luego sus acólitos intelectuales describen está brutal expansión de deuda pública, una socialización de pérdidas en toda regla, como políticas keynesianas. ¡Venga ya!

Detrás de la explosión de los déficits púbicos no se pretende sostener el empleo, los ingresos, las pensiones, la seguridad de una vivienda, tener unos estándares salariales mínimos, o el derecho a una educación digna como elemento de mejora social. Sólo se protege a una élite quebrada y a su riqueza. Pero al menos se esperaba por parte de las autoridades económicas que el riego de la inversión acabaría produciéndose. Confiaban en que, una vez esa segunda huida hacia adelante ha mejorado artificialmente, vía deuda pública, la tasa de ganancia empresarial, se atraerían nuevas inversiones. Sin embargo, ni están ni se las espera.

La triple recesión

Después de llenar de deuda privada al sistema, tras la generación de múltiples burbujas, después de socializar las pérdidas privadas vía deuda pública, resulta que no hay inversión productiva. Y esto es muy grave. La Inestabilidad Financiera de Hyman Minsky, y con ello la triple recesión, se va a reactivar de nuevo. Los motores de los beneficios empresariales, siguiendo a Michal Kalecki, son los gastos de inversión, que expanden los beneficios sobre los rendimientos previos, activando un mayor apetito por el riesgo, y más inversión. Si no hay inversión nueva se contrae el retorno del stock de capital ya existente. En este sentido, los inversores, los departamentos de las distintas multinacionales, continúan demandando retornos sobre el capital exagerados, por lo tanto no invierten, y los beneficios, tras el fin de las dos huidas hacia adelante, se hunden inexorablemente. Ello producirá pérdidas de capital, activando de nuevo otra contracción en la inversión. De esta manera están empobreciendo a conciencia a las clases trabajadoras, haciendo desaparecer las clases medias, la fuente de crecimiento y prosperidad de las economías capitalistas. Allá ellos, pero que luego se atengan a las consecuencias. Sólo una pregunta final, ¿cuándo los académicos defensores de las reformas estructurales pedirán perdón?

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