Ana Digón, presidenta y portavoz de la Asociación de Agricultura Regenerativa

«La agricultura regenerativa funciona, y es el futuro»

El movimiento de agricultura y ganadería regenerativa, que se abre paso en España y Portugal, busca impulsar formas de criar plantas y animales "ecológicamente regenerativas, económicamente rentables y socialmente cohesionadoras". Hablamos con Ana Digón, presidenta y portavoz de la Asociación de Agricultura Regenerativa de Iberia.

Es un movimiento que integra a productores -agricultores y ganaderos- pero también a ingenieros agrónomos y científicos, a defensores del mundo rural, ecologistas y consumidores. Defienden un enfoque regenerativo de la agricultura y la ganadería, que nace de entender el carácter sistémico de la vida, los ciclos de los ecosistemas, de la necesidad imperiosa de regenerar la tierra y los recursos naturales, frente a una economía y un sistema capitalista que los esquilma y depreda. No se contentan con dejar de utilizar agrotóxicos, sino que buscan potenciar los procesos de la propia naturaleza para regenerarse a sí misma. Toman como clave la salud del suelo: regenerar, estimular y mantener la fertilidad y biodiversidad de la tierra.

Hablamos con Ana Digón, presidenta y portavoz de la Asociación de Agricultura Regenerativa de Iberia.

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Comencemos hablando para un público profano: ¿Qué es la Agricultura Regenerativa (AR)?

Nace del conocimiento de los sistemas vitales, de cómo funciona la vida, en interacción, en simbiosis holística… algo que las culturas ancestrales tenían muy claro. Lo percibían por su práctica, de manera intuitiva, y trabajaban la tierra a favor de los ciclos de la vida. Trabajaban a favor de la naturaleza porque eran parte de ella.

Y esto lo hemos perdido muchísimo hoy. Con la industrialización, con los insumos, con la maquinaria y con la desconexión en general de la naturaleza. Por supuesto toda esta tecnología ha tenido su importancia y su razón de ser, pero nos ha desconectado de los ciclos de la vida y de los conocimientos acumulados por estas culturas.

«Frente al enfoque extractivo, una agricultura cíclica que es capaz de regenerar la fertilidad de la tierra. Este es el primer pilar de la AR»

Por eso, la Agricultura Regenerativa (AR) no es nada nuevo, sino que en muchos casos es recuperar el conocimiento ancestral de cada lugar. Rescatar los saberes y las técnicas -tradicionales pero olvidadas- de cómo cultivar la tierra y criar animales en cada región del mundo. Frente al enfoque extractivo, una agricultura cíclica que es capaz de regenerar la fertilidad de la tierra. Este es el primer pilar de la AR.

Pero la AR tiene una segunda pata que la mejora muchísimo, porque todo ese saber ancestral está ahora a la luz de la ciencia más puntera, la biología agraria, de la ecología, la edafología, la química y la física modernas. Todas las disciplinas que nos permiten entender cómo funcionan los ciclos naturales; cómo funciona la nutrición de todos los componentes vivos del suelo, de las plantas, los animales y los microorganismos; cómo interactúan los diferentes seres vivos en el suelo; qué efectos tienen las diferentes prácticas agropecuarias en ese suelo vivo. Todo ese conocimiento puntero nos ayuda a afinar mucho más la AR.

Y la tercera pata es la tecnología, una tecnología adecuada. La tecnología nos puede ayudar a aligerar trabajo, a acelerar procesos, a trabajar mejor y más cómodamente la tierra. Pero no debemos poner todos los huevos en la cesta de la tecnología, hay que utilizarla apropiadamente.

Por lo inadecuado tenemos el ejemplo de las plantas transgénicas, que además de un enorme coste en términos de I+D+i, tienen un impacto en el medio que normalmente no está bien testado. Por el principio de precaución, no deberíamos tocar teclas en el piano de la vida sin saber muy bien qué cacofonías pueden desencadenar.

La AR combina saberes ancestrales con ciencia puntera

En el lado de las tecnologías adecuadas para la AR tenemos el pastoreo virtual. Consiste en un collar para el ganado, de forma que cuando el animal se acerca a la zona a dónde no quieres que vaya, emite un pitido. Sin necesidad de vallado ni de alambradas, los animales pronto aprenden por dónde tienen que pastar, y además se puede programar para que vayan mudando de zona de pasto. Esto ayuda extraordinariamente al pastor, y es una herramienta tecnológica para la AR. Esto por ejemplo permite dirigir al ganado a pastorear por montes públicos, abriendo no sólo nuevos espacios hoy desaprovechados, sino haciendo que los rebaños hagan además un servicio ecosistémico de prevención de incendios.

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Llama la atención cómo la AR bebe de muchísimas técnicas y formas de agricultura sostenible, aprendidas de múltiples culturas por todo el mundo. Pero no desde una visión retrógrada, sino con la vista puesta en la modernidad, en la ciencia que nos permite comprender cómo funciona el suelo y proteger diversidad de plantas, insectos y microorganismos que forman parte de su red trófica…

Ana Digón, presidenta y portavoz de la Asociación de Agricultura Regenerativa de Iberia.

Efectivamente. Cuando yo hablo de manera divulgativa de las técnicas de la AR, mucha gente me dice: «claro, así era como lo hacían mis abuelos». Entonces hay que aprender de cómo nuestros ancestros desarrollaban una economía verdaderamente circular, cultivando la tierra al mismo tiempo que la regeneraban.

Y también de cómo se ayudaban entre sí, de cómo eran una comunidad cooperante. En el sector regenerativo y en nuestra asociación nos esforzamos muchísimo en recuperar, en potenciar y en nutrir un sentimiento de colaboración, de equipo, de que estamos todos en el mismo barco, de que juntos vamos más lejos, y que el otro no es mi competidor sino mi aliado. Y eso es muy revolucionario, porque en el mundo agrario hay muchísima competitividad. Ese rollo de «esto me ha salido bien, pues que no me lo copien». En la comunidad regenerativa cultivamos lo contrario: compartir los saberes, las técnicas, las enseñanzas de los éxitos y de los fracasos, porque de las dos cosas se aprende. Hacemos encuentros donde les decimos a los productores «cuéntanos tu historia con luces y sombras», y se genera un espacio de vínculo, confianza, diversión, crecimiento y de aprendizaje maravilloso.

La clave es el suelo, la piel viva del planeta

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Por poner algún ejemplo de técnicas de AR. Hay técnicas que en vez de eliminar los rastrojos, mantienen esa cubierta vegetal para no dejar la tierra desnuda, prevenir su erosión y aumentar su hidratación. Otras apuestan por combinar la agricultura y la ganadería, empleando a los animales de pasto para fertilizar la tierra, a la vez que los animales disfrutan de una buena alimentación…

Sí, desde luego hay muchas formas de AR. El tema del ganado es algo fascinante, tiene una función ecosistémica esencial, es la herramienta de regeneración de suelo más veloz y eficaz, porque es la que se ha desarrollado en simbiosis, coevolucionando, con las plantas autóctonas y el tipo de suelo de cada lugar.

Explotación de ganadería regenerativa en Burgos

Imaginémonos el suelo como la piel viva del planeta. Un suelo vivo es la base de los ecosistemas. Ese suelo vivo es a la vez una capa protectora y a la vez un digestor, que está descomponiendo y reciclando lo que le cae encima: los restos vegetales, el estiércol… Siguiendo con la imagen de la piel, si yo me arranco mi piel a tiras, no me muero, pero toda mi energía va a ir a reparar ese daño. Eso mismo pasa cuando aramos la tierra, que se produce una enorme oxidación y que se liberan de forma inmediata ciertos nutrientes. Nos da la sensación, la falsa ilusión, de una explosión de fertilidad, porque se han liberado nutrientes que estaban enterrados, pero a la larga estoy generando una pérdida de fertilidad de la tierra, degradando el equilibrio natural de ese suelo. La AR plantea que el suelo hay que dejarlo tranquilo, con los seres que quieren estar enterrados abajo, y los que quieren estar al aire arriba, y no estar mezclando y alterando las diferentes capas del suelo.

Siguiendo con la metáfora de la piel, también es bueno un poco de peeling para quitar las células muertas. Pues eso es lo que hacen las pezuñas del ganado. Las pezuñas animales hacen una pequeña perturbación beneficiosa, y el estiércol y la orina añaden el fertilizante, los nitratos. Cada paquete de excremento -sea una boñiga de vaca, o las bolitas de las cabras- es un perfecto fertilizante… de su paisaje autóctono. En el norte de España, predomina el bovino, en el sur el ganado ovino. Cada ecosistema tiene su animal adecuado, y sus plantas adecuadas. Cuanto más me aleje de lo que un lugar -por su clima, por su orografía, por su suelo- quiere ser, más me va a costar.

Y volviendo a la imagen de la piel, pues también hay que protegerla del sol y de las inclemencias. Pues esa es la función de la cobertura vegetal. Otra de las máximas de la AR es tener el suelo cubierto todo lo posible, si puede ser al 100%, mejor. Con plantas vivas o con plantas muertas, con rastrojos. «¿Cómo lo hago, cómo empiezo a regenerar?» Pregunta mucha gente. Si no tienes ganado, planta leguminosas, que fijan el nitrógeno con las bacterias de sus raíces. Y cuando esté en flor, la cortas y la dejas. Eso libera un montón de nitrógeno al suelo, y cubres el suelo con los rastrojos. Y la microbiota del suelo ya va a hacer su labor protegida del sol y de la lluvia.

Ejemplo de cultivo de Vid siguiendo la técnica ‘Keyline’

Con el ganado adecuado, un campo se puede regenerar en pocos años. Y ahí tenemos otra técnica de AR que es el pastoreo dirigido. Se trata de pastorear a los animales imitando los patrones de los rebaños salvajes, que nunca se quedan dos días en el mismo sitio, sino que van avanzando, ramoneando, pisando, estercolando, orinando, nutriendo progresivamente el terreno por donde pasan, y no vuelven al mismo sitio hasta la siguiente temporada. Y eso hace que la perturbación que produce el rebaño, el campo tiene tiempo de digerirlo, nutriéndose con alegría, y regenerándose. Y esto es lo que tratamos de imitar en las fincas, sea con vallas, con pastores tradicionales o con pastores virtuales como dije antes. Y lo ideal es mover a los animales en consonancia con el crecimiento de la planta: si la planta está en crecimiento rápido, mover a los animales rápido, y viceversa.

La dimensión social de la AR es imprescindible

Y luego hay otras disciplinas clave en la AR que es esencial en Iberia, con nuestros climas mediterráneos, que son cada vez más secos y con cambios bruscos, erráticos, donde tienes largas sequías y luego aguas torrenciales. Por tanto para regenerar el suelo el manejo del agua es absolutamente esencial, y hay varias metodologías muy útiles inspiradas en lo que hacían los árabes o los romanos. Se trata de la técnica de la ‘línea clave’ o ‘keyline’, que usa la gravedad y el agua a favor del terreno, dirigiendo el agua dulcemente hacia donde quieres que vaya, evitando que se acumule en unos sitios y que escasee en otros.

Otra técnica AR que tiene muchos nombres es la Agroforestería, que es un diseño muy bien pensado de una finca, con toda una gama de plantas a diferentes alturas -se habla de siete alturas, por encima y por debajo del suelo, también las raíces- que interaccionan en simbiosis, que actúan sinérgicamente recuperando el suelo, la biodiversidad y la fertilidad del terreno de manera muy veloz.

Luego está la parte del cultivo de verduras. También aquí tenemos un conjunto de metodologías de AR muy interesantes llamadas ‘biointensivas’: la ‘huerta biointensiva’ o el ‘market gardening’, que trata de aprovechar muchísimo el espacio, para ser muy eficiente en los movimientos del agricultor. Utilizan máquinas de muy pequeño tamaño y que generan bajo impacto, muchas de ellas sin motor, manuales, que nos permiten semillar, plantar el plantel, gestionar las hierbas que no queremos allí, hacer las coberturas, cosechar… todo eso se puede optimizar muchísimo para al final ahorrar tiempo y obtener una mayor rentabilidad. Claro, esto requiere cuidar mucho la fertilidad del suelo, con diferentes tipos de compost, asociaciones de plantas…

Y así son los diferentes enfoques de la AR, la clave es el suelo. El suelo es el punto de entrada de los nutrientes, para mejorar la fertilidad y la rentabilidad, y así ofrecer oportunidades laborales más que dignas a las personas.

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Y ponéis mucho énfasis en la dimensión social de la agricultura regenerativa, como una forma de asegurar un presente y futuro sostenible para las familias agricultoras y ganaderas. La consigna es «Ecológicamente regenerativa, Económicamente rentable, Socialmente cohesionadora», ¿no?

Uno de los muchos encuentros organizados por la Asociación de Agricultura Regenerativa de Iberia

Eso es, este es el pilar. No sólo para las que trabajan el campo, sino para todas las personas que están en la cadena de valor y suministro de alimentos hasta que llega a tu plato. Todo eso son muchísimas familias, muchísimos empleos, y todos ellos se pueden vincular a una forma de cultivar la tierra regenerativa, saludable para el suelo, para la planta y para la gente. Porque producir alimentos sanos y asequibles es clave en un momento donde una mala alimentación está en la base de muchas enfermedades inflamatorias, trastornos autoinmunes…

La dimensión social de la AR es imprescindible. Esto es lo que le da sentido, si no, no es regenerativa. Lo digo porque como ahora empieza a resonar lo agroregenerativo, hay mucho ‘greenwashing’. Y la agricultura intensiva, extractiva, altamente tecnificada y dependiente de insumos ya tiene un nombre.

Dar esperanza al campo es revolucionario

Este movimiento busca ofrecer un futuro al mundo rural, para que no haya esa despoblación rural, sino que la gente quiera ir a vivir al campo, pero no porque tenga internet y pueda hacer su trabajo online, sino a trabajar la tierra y generar alimentos de manera sostenible y en condiciones dignas. Esto aporta esperanza y es súper necesario, porque nuestro campo sufre unos niveles de abandono, de depresión, desesperanza y hastío… insoportables.

Pero la AR da una salida, porque funciona, y da futuro. El BC3 (Basque Centre for Climate Change) hizo el año pasado el primer estudio estatal sobre Ganadería Regenerativa y demostró que el 93% de los ganaderos que aplican este enfoque tienen ahora una «alta satisfacción» con lo que hacen, con el estado de su explotación, y están muy orgullosos del producto que aportan. Y eso es algo que en el actual contexto de desesperación en el campo, es revolucionario.

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