En 2016, cediendo a las exigencias del establishment republicano, Trump designó como vicepresidente a Mike Pence, un cuadro (sólo un poco) más moderado que él. En esta ocasión el magnate ha decidido nombrar como copiloto de su presidencia a un personaje aún más radical que él mismo. Se trata de James David Vance, un joven senador por Ohio y representante de los círculos más reaccionarios de la alt-right norteamericana.
Vance saltó a la notoriedad en el republicanismo tras publicar Hillbilly Elegy, un libro donde analiza -con todo tipo de clichés e ideas demagógicas- la decadente historia de los «perdedores de la globalización», esa clase obrera blanca del «cinturón de óxido», los Estados del centro de EEUU profundamente golpeada por la deslocalización y desindustrialización impulsadas por décadas de neoliberalismo. Un sector social que antes votaba demócrata, pero que ahora apoya en masa el discurso del Make America Great Again (MAGA).
Al principio, Vance era un acérrimo detractor de Trump, llegando a llamarle «el Hitler de EEUU». Pero en 2020 viró, apoyando todas las teorías de la conspiración de QAnon de que «las élites habían robado las elecciones» a Trump, y también ha defendido las teorías racistas del «gran reemplazo». De su boca salen posiciones aún más xenófobas, anti-migrantes y antifeministas que las de Trump. Y es partidario de cortar en seco cualquier ayuda a Ucrania, entregando a Kiev a los pies de los caballos de Putin
La costosa carrera de Vance para subir posiciones dentro del partido republicano ha sido costeada por Peter Thiel, el megamillonario propietario de PayPal aliado con Elon Musk. De la mano de Vance, Trump consolida su alianza con los sectores más reaccionarios -y hostiles al auge tecnológico chino- de Silicon Valley.