Oriente Medio al borde de una gran guerra

Israel invade Líbano: ¡Hay que parar la guerra!

Cuando se cumple un año de genocidio sobre Gaza, Israel -con EEUU detrás- se lanza a la tercera invasión de Líbano. Es un acontecimiento extremadamente grave, que pone a Oriente Medio al borde de una gran guerra de consecuencias potencialmente catastróficas para la Paz Mundial

Ha dado comienzo la invasión terrestre de Líbano. Es la tercera vez -tras 1982 y 2006- que Israel invade, a sangre y fuego, el país del cedro. Ante estos gravísimos hechos, que ponen a Oriente Medio al borde de una gran guerra que amenaza la Paz Mundial, llamamos a toda la ciudadanía a defender la Paz y a detener esta guerra de agresión

La represalia no se ha hecho esperar. Horas después de comenzar la invasión, Irán ha lanzado su mayor ataque contra Israel con cerca de 200 misiles. A diferencia del lanzamiento de abril -en el que Teherán respondió, con fuerza muy calculada y avisando previamente de la trayectoria de sus proyectiles- en este caso algunos misiles iraníes han logrado superar las poderosas defensas antiaéreas de Israel e impactar en zonas habitadas, aunque afortunadamente sin víctimas mortales.

Aunque muchos sostienen que de nuevo estamos ante una respuesta firme pero comedida del régimen de los ayatolás -demostrando fuerza, pero sin causar un daño sustancial-, el gobierno de Netanyahu ya tiene el ‘casus belli’ que deseaba. Justo cuando se va a cumplir un año del inicio del genocidio en Gaza, el ataque iraní le permite colocarse como «víctima» ante la opinión pública, y recabar el apoyo cerrado de Washington.

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Comienza la invasión de Líbano

Tras recibir la orden de Netanyahu, miles de soldados y blindados israelíes, acompañados de fuego aéreo y artillería, han comenzado a invadir el sur de Líbano. Los ataques aéreos incluyen bombas de racimo de fósforo blanco, un arma química inflamable cuyo uso contra la población civil está prohibido internacionalmente. Mientras, los aviones bombardeaban con saña varios barrios de la capital, Beirut, y otras importantes ciudades, como Tiro, Sidón o Nabatieh.

La invasión tiene lugar tras dos semanas en las que Israel ha ido subiendo, peldaño tras peldaño, una escalada de fuego y destrucción que ha dejado más de 1.640 muertos, de ellos 140 niños y 194 mujeres, bombardeando más de un centenar de puntos, principalmente en el sur y el este del país, pero cebándose también con la capital, Beirut.

El 17 de septiembre, Israel hizo estallar simultáneamente miles de buscapersonas distribuidos entre los miembros de Hezbolá, causando decenas de muertos y miles de heridos. Al día siguiente las detonaciones fueron a través de los walkie-talkies, que al llevar mayor carga explosiva, causaron mucho mayor daño. En total, estos ataques terroristas causaron 37 muertos y más de 3.500 heridos, matando e hiriendo a muchos miembros de la estructura de Hezbolá, pero también a cientos de civiles inocentes. Inmediatamente después comenzaron los primeros bombardeos, escalando a 600 muertos en los primeros cuatro días.

El 28 de septiembre, tras una semana de ataques por todo el país, y tras lanzar varias bombas de hasta una tonelada y con capacidad de penetrar búnkeres bajo edificios, Israel logra asesinar a Hasan Nasralá, máximo líder de Hezbolá durante 32 años, asestando un duro golpe a la milicia chií, que ha designado a Hashem Safi al Din -el primo de Nasralá- como nuevo líder de Hezbolá

Si hasta ahora los ataques aéreos israelíes se habían concentrado en los barrios del sur de la ciudad, considerados feudos de Hezbolá, ahora han pasado a bombardear el centro de Beirut, dejando claro que -como en Gaza- no hay un lugar seguro en Líbano. Los proyectiles han impactado contra bloques de viviendas, derribando decenas edificios residenciales.

Los ataques ya han obligado a un millón de libaneses -la quinta parte del país- a huir precipitadamente de sus hogares, sin saber si algún día volverán, convirtiéndose en desplazados internos.

La «justificación» israelí de este atroz castigo colectivo es la misma que llevamos escuchando durante un año en el genocidio de Gaza, que ya suma más de 41.600 muertos, el 70% de ellos mujeres y niños. El ejército israelí se atiene a la farisea retórica de que su guerra “es con Hezbolá, no con la gente del Líbano”, y que previamente a cada ataque aéreo, los ciudadanos de ese edificio o barrio reciben una llamada de teléfono para que evacúen. La realidad -constatada por miles de víctimas- es que esta terrorífica advertencia se produce unos instantes antes de la explosión, sin que dé tiempo a nadie a ponerse a salvo.

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Las consecuencias y los objetivos

Viñeta de Rahma (Tuquía)

Junto con la guerra de Ucrania, que no podemos olvidar, la invasión de Líbano se ha convertido, junto al genocidio en Gaza, en el principal punto caliente del planeta, en una hoguera que tiene la capacidad de prender en llamas a todo Oriente Medio, una inflamable región cuyo incendio pone en peligro no sólo la estabilidad de Europa, sino a la propia Paz Mundial.

No es ningún secreto que tras los ataques terroristas de Israel, junto con los bombardeos masivos de Beirut y ahora la invasión terrestre del sur del Líbano, buscan atraer al combate a la República Islámica de Irán, principal valedor internacional tanto de Hezbolá, como de Hamás y los rebeldes huties de Yemen, que Israel también ha bombardeado esta semana.

La escalada busca el cuerpo a cuerpo con Irán, alineando y encuadrando a todos los vasallos militares de Washington en la región -Arabia Saudí, Emiratos Árabes, Egipto, Turquía, Jordania…- que tras un año de atrocidades en Gaza habían «enfriado» o enturbiado sus relaciones con Israel, o incluso han sentado las bases de cierto entendimiento con Teherán (y China, y Rusia), ingresando en los BRICS+.

Un gran estallido bélico que fuerce a EEUU a intervenir con fuerza en una región en la que ha perdido poder e influencia. Unos EEUU que ya llevan meses fortaleciendo su presencia militar en Oriente Medio, en espera de unos acontecimientos seguramente nada inesperados para sus aparatos de inteligencia, bien conectados con los de Israel.

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Los pirómanos

Viñeta de Latuff (Brasil)

Conforme el mundo asiste horrorizado a esta escalada militar, se refuerza en los medios una idea: la de que todo responde a las ansias belicistas y aventureras de un halcón, Netanyahu, y de su gobierno -el más ultrasionista y extremista de la historia de Israel- que está aprovechando la ventana de oportunidad que le brindan la inminencia de las elecciones norteamericanas. En estas condiciones, nos dicen, ninguno de los dos candidatos se va a atrever a poner freno a su ofensiva, para no contravenir al poderoso «lobbie israelí» de EEUU y su jugosa financiación, que engrasa ambas campañas.

De acuerdo con esta «versión oficial», Trump respalda “de buena gana” la aventura militar de Netanyahu… y los «pacifistas» Biden y Kamala, aunque no la deseen, no se atreven a detener o a frenar a Israel, por “oportunismo” electoral.

Los hechos nos cuentan otra cosa muy diferente de esta visión totalmente interesada, que edulcora y blanquea la responsabilidad de la Casa Blanca.

El Departamento de Estado lleva semanas plenamente informado de los planes de Netanyahu, y el Pentágono ha confirmado que otorgaron su luz verde. “Estuvimos de acuerdo en la necesidad de desmantelar la infraestructura de ataque a lo largo de la frontera para garantizar que Hezbolá no pueda perpetrar ataques», ha dicho el secretario de Defensa de EE UU, Lloyd Austin, después de entrevistarse con su homólogo israelí.

Israel está subiendo los peldaños de esta espiral de guerra, poniendo a Oriente Medio al borde de una gran conflagración, con el pleno respaldo de unos EEUU que no son simplemente cómplices, sino coautores de sus agresiones.

La realidad es que EEUU no sólo ha incrementado el envío de armas, aviones de combate y munición de grueso calibre a Israel en los últimos meses -la última entrega, en agosto, de 20.000 millones de dólares, incluyendo 50 aviones de combate F-15- sino que acaba de anunciar que refuerza su presencia militar en Oriente Próximo mientras Israel despliega su invasión.

No, Biden y Harris no son «culpables por inacción». Aunque tengan contradicciones con Netanyahu, durante un año han protegido y armado hasta los dientes a Israel. Son coautores de sus crímenes

Con los nuevos refuerzos, Washington cuenta con 43.000 soldados desplegados en Oriente Medio -en bases en Irak, Siria, Jordania y otros puntos de la región- que podrían pasar a ser más de 50.000 con la llegada de un portaaviones -el Harry Truman, ya en el Mediterráneo Oriental- a aguas de la zona, que se suma al Abraham Lincoln ubicado en el Golfo de Omán frente a las costas de Irán.

Además, el Pentágono ha confirmado que su submarino de propulsión nuclear Georgia navega en algún punto del mar Rojo. También está destacado en Oriente Próximo el buque anfibio de asalto WASP, junto a dos buques de escolta y tres destructores.

“Si Irán, sus socios o las milicias que apoya se plantean aprovechar este momento para atacar a fuerzas o intereses estadounidenses en la región, Estados Unidos tomará todas las medidas necesarias para defender a los nuestros”, ha advertido Lloyd Austin, el jefe del Pentágono.

Todo este refuerzo ha sido planificado con semanas o meses de antelación, al igual que unos atentados -los de los buscas y los walkies- preparados por la inteligencia israelí ¿sin que lo sepa la inteligencia norteamericana?. ¿Acaso alguien puede pensar que Netanyahu podrían lanzarse a invadir Líbano sin contar con el aval y el respaldo de EEUU, concretamente de la administración Biden?

Israel está subiendo los peldaños de esta espiral de guerra, poniendo a Oriente Medio al borde de una gran conflagración, con el pleno respaldo de unos EEUU que no son simplemente cómplices, sino coautores de sus agresiones.

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Hace falta un gran movimiento por la Paz, en el mundo y en España

Junto a la de Ucrania, la tensión en Oriente Medio pone en gravísimo peligro la Paz Mundial, y arrastra a Europa y a España a un panorama de inestabilidad, de tensión y de encuadramiento militar en torno a los planes bélicos de la superpotencia norteamericana.

Pero sin embargo, dada su extrema agresividad, dada su inaudita impunidad y su descarado desprecio por la legalidad internacional, el gendarme israelí y su padrino norteamericano están cada vez más aislados en sus sangrientas agresiones en Oriente Medio. Así se ha podido evidenciar en la reciente cumbre de la ONU, con un Netanyahu dirigiéndose iracundo a un auditorio casi vacío.

EEUU e Israel tienen la fuerza militar, pero han perdido la batalla del relato ante los horrores del genocidio en Gaza, de la brutal ocupación de Cisjordania o de la invasión de Líbano, un país soberano. La inmensa mayoría de la opinión pública mundial -incluida buena parte de la ciudadanía estadounidense y de los países de Europa- exigen el fin de las agresiones israelíes, apoyan a Palestina o Líbano

La inmensa mayoría de los países y pueblos del mundo -y así lo demuestran decenas de resoluciones de la ONU- apuestan por una paz justa en Oriente Medio sobre la base de la solución de los Dos Estados, con un Israel que acabe con el holocausto en la Franja y reconstruya Gaza, que acabe con la ocupación de Cisjordania y desmantele los asentamientos ilegales de colonos, que permita la construcción de un Estado Palestino fuerte, viable, próspero y autosuficiente, que pueda vivir en paz, seguridad y amistad con Israel. Una solución que implica que Israel firme la paz con sus vecinos y abandone su política de agresión y anexión.

Exigimos a Israel que se retire inmediata e indefinidamente de Líbano, de Gaza y Cisjordania, y que Netanyahu y los demás responsables del genocidio gazatí sean juzgados por crímenes de guerra en la Corte Penal Internacional.

Exigimos a la comunidad internacional, incluida España, que bloquee activamente cualquier envío de armas y munición dirigidos a un Estado, el de Israel, que está cometiendo -impúnemente, ante los ojos de todo el planeta- delitos de lesa humanidad y violando flagrantemente la legalidad internacional.

Exigimos a Hamás que libere inmediatamente a todos los rehenes, y a Hezbolá que se abstenga de lanzar misiles sobre Israel, especialmente sobre su población civil.

Y llamamos a toda la ciudadanía, especialmente a la española, a defender la Paz y a parar las guerras -en Oriente Medio y en Ucrania- que ponen en peligro las vidas de todos, acudiendo a las movilizaciones que ya se están convocando para detener la barbarie en Palestina y en Líbano.

¡Hay que parar la guerra!

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