«Manmohan Singh es un político cauto por temperamento y no hubiera tomado la decisión de Oslo, sin tener en cuenta el contexto estratégico más amplio de la «asociación» de India con Estados Unidos. Ideológica, casi instintivamente, guiña el ojo a Washington cada vez que ha de decidir sobre casi cualquier tema de política internacional – ya sea el cambio climático, el Grupo de los 20 o el terrorismo y las relaciones con Pakistán.»
Manmohan y sus asesores han llegado a la conclusión de que EEUU se encuentra en una lucha en curso contra el desafío a su suremacía mundial que plantea el ascenso de China y en esta empresa Washington cuenta con la colaboración de Delhi. Desde el punto de vista indio, una posición firme de EEUU en el escenario de seguridad de Asia y el Pacífico da mucha influencia a Delhi para su propia tarea de tener una posición de ventaja frente a Beijing. El stablishment indio se ha asegurado de EEUU una ayuda masiva de seguridad en la construcción de la capacidad militar de la India. La expectativa del stablishment indio es que la trasferencia de tecnología militar de vanguardia de EEUU y el estímulo creciente para una sofisticada tecnología de defensa de misiles llenará el desequilibrio que existe actualmente en el balance militar entre China y la India. En resumen, la India se habilitará para negociar con China en su disputa fronteriza desde una posición de ventaja cada vez mayor a medida que pasa el tiempo. Hong Kong. Asia Times India encuentra un camino a Oslo M K Bhadrakumar La India tomó el miércoles probablemente una de sus decisiones de mayor alcance en los últimos años cuando decidió no considerar la solicitud de Pekín de no asistir a la ceremonia del Premio Nobel de la Paz para el encarcelado disidente chino Liu Xiaobo en Oslo el viernes. India se une así a los únicos otros tres países asiáticos –Japón, Corea del Sur y Tailandia– en desairar a Beijing sobre la cuestión. Las autoridades indias confirmaron que la decisión había sido tomada a nivel del primer ministro Manmohan Singh. Las autoridades chinas hicieron gestiones diplomáticas en cuatro ocasiones durante las últimas seis semanas para indicar que la India debería prestar atención a las sensibilidades de Beijing en la materia. El asesor de Seguridad Nacional de la India, Shiv Shankar Menon, visitó Beijing recientemente para celebrar consultas y, posiblemente, la parte china le plantearon la cuestión. Un día después de que Manmohan tomara la decisión, el Ministerio indio de Relaciones Exteriores anunciaba una visita de Estado del premier chino, Wen Jiabao, a la India del 15 al 17 de diciembre. Claramente, Delhi ha sopesado cuidadosamente la sombra que su decisión de Oslo echará sobre la visita de Wen y decidió que podía permitirse el impacto negativo. Menon declaró después de sus conversaciones en Beijing que Nueva Delhi tiene expectativas de que la visita de Wen genere un impulso positivo en las relaciones bilaterales, pero éste parece ser un gesto diplomático insustancial. Es casi seguro que la visita de Wen ha descarrilado, incluso antes de que llegue a Delhi. Menon trabaja bajo supervisión directa de Manmohan, y es ampliamente considerado como su protegido. La peculiaridad de la posición de la India es que no tiene nada que ver con los derechos humanos como tales. Históricamente hablando, Delhi cuenta con un historial lamentable en la adopción de una postura audaz en materia de derechos humanos en otros países y siempre ha aborrecido los intentos de los países occidentales o islámicos para poner en entredicho su propio récord doméstico – ya sea en Cachemira, con respecto a la supuesta discriminación contra 180 millones de miembros de la comunidad musulmana o los llamados "intocables" en la sociedad hindú de castas. Entonces, ¿cómo se explica la decisión de Manmohan? En primer lugar, es una decisión que está comprendida en el ámbito de las relaciones chino-indias. En pocas palabras, Delhi ha perdido su paciencia, finalmente, a propósito de una serie de movimientos por parte de Pekín que han sido vistas por el stablishment indio como calibradas con la intención de "ningunear", menospreciar o emparedar a la India. Estos movimientos están relacionados con la cuestión de Cachemira, con la disputada frontera entre China y la India y con la curva ascendente de las relaciones estratégicas entre China y Pakistán. Delhi se ha encrespado porque Pekín ha puesto de manifiesto una falta de sensibilidad hacia las preocupaciones centrales de la India y sus intereses vitales. El Ministro de Relaciones Exteriores SM Krishna hizo una gestión ante su homólogo chino Yang Jiechi el mes pasado para hacerle ver que la India era tan sensible al problema de Cachemira como China pueda serlo frente a Taiwán o Tíbet. Existe la creencia entre el stablishment de la política exterior india que China juega a dos manos y que la ventaja de Beijing reside en que recurre a pinchazos y subterfugios, manteniendo la fachada de la amistad, y sólo en el último momento pone abiertamente sobre el tapete ciertos puntos para hacer ver que su diplomacia puede ser un juego de dos vías. Si Beijing acepta este punto de vista en los demás con espíritu honorable y pragmático podrá ser observado con detenimiento en las próximas semanas. Wen también visitará Pakistán a finales de este mes. Los funcionarios de la India, sin duda, han echado sal en la herida china al sugerir off the record a los medios que en última instancia el pensamiento de Pekín sólo esta guiado por las consideraciones mercantiles de sus propios intereses con respecto a la rápida expansión de sus lazos económicos con la India. El comercio bilateral, que ha cogido velocidad de crucero, y será de 60.000 millones de dólares este año, es muy favorable a China, e India está emergiendo como el mercado número uno para el proyecto exportador de China. Por lo tanto, hay una esperanza de fondo entre los expertos en China del stablishment de India que Pekín en última instancia, pasará por alto el alboroto inmediato por la decisión de Manmohan de Oslo, siempre y cuando el tren de sus lucrativos vínculos de negocios con la India se permita que funcione – e incluso se acelere en algunas direcciones. Las autoridades indias han señalado que Delhi podría permitir una mayor libertad para las empresas de telecomunicaciones chinas para operar en el lucrativo mercado interno y esto ha podido mitigar el encrespamiento en los pasillos del poder de Pekín. Wen se encarga de la gestión económica. En realidad, sin embargo, no puede haber dos opciones para Delhi si desplaza el engranaje en la relación entre China y la India mediante la colocación de un nuevo énfasis en el principio de reciprocidad. Podría decirse que esta nueva forma de pensar ha sido en parte motivada por una necesidad percibida de engatusar a Beijing para cooperar en lo que respecta a la decidida oferta de Nueva Delhi para asegurarse un puesto como miembro permanente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas en un futuro próximo. En la versión de los diplomáticos indios expertos en sinología siempre ha estado arraigada la fe de que Beijing parpadea si se le mira fijamente a los ojos. La decisión Manmohan de Oslo será una prueba de fuego para esta tesis. De hecho, Manmohan es un político cauto por temperamento y no hubiera tomado la decisión de Oslo, sin tener en cuenta el contexto estratégico más amplio de la "asociación" de India con Estados Unidos. Ideológica, casi instintivamente, guiña el ojo a Washington cada vez que ha de decidir sobre casi cualquier tema de política internacional – ya sea el cambio climático, el Grupo de los 20 o el terrorismo y las relaciones con Pakistán. Uno, es casi seguro que Manmohan ha sacado algunas conclusiones importantes después de la visita del Presidente Barack Obama a la India el mes pasado. Parece estar convencido de que Obama es casi tan bueno para la India como su predecesor, George W Bush. (Manmohan le dijo una vez a Bush públicamente que los indios le "amaban"). Dos, Manmohan y sus asesores han llegado a la conclusión de que EEUU se encuentra en una lucha en curso contra el desafío a su supremacía mundial que plantea el ascenso de China y en esta loable empresa Washington cuenta con la colaboración de Delhi. Desde el punto de vista indio, una posición firme de EEUU en el escenario de seguridad de Asia y el Pacífico da mucha influencia a Delhi para su propia tarea de tener una posición de ventaja frente a Beijing. Tres, el stablishment indio se ha asegurado de EEUU una ayuda masiva de seguridad en la construcción de la capacidad militar de la India. La expectativa del stablishment indio es que la trasferencia de tecnología militar de vanguardia de EEUU y el estímulo creciente para una sofisticada tecnología de defensa de misiles llenará el desequilibrio que existe actualmente en el balance militar entre China y la India. En resumen, la India se habilitará para negociar con China en su disputa fronteriza desde una posición de ventaja cada vez mayor a medida que pasa el tiempo. La decisión de Manmohan de Oslo se inscribe en el patrón de las políticas de la India de las últimas semanas. La India se negó obstinadamente a identificarse con el acercamiento a la región de Asia-Pacífico con la que Moscú presionó en el último mes en la reunión a nivel de ministros del RIC (Rusia-India-China) reunidos en Wuhan, China. Hubo muchos apretones de manos en la redacción de la declaración conjunta en Wuhan. Pero Delhi dejó en claro que no formará parte de ninguna iniciativa ruso-china que deje a EEUU en penumbra (…) El stablishment indio está convencido de que Moscú y Pekín están coordinándose estrechamente en la región de Asia-Pacífico y su tema principal es mantener la influencia de EEUU bajo control. Esto ha enfriado aún más el entusiasmo de Delhi para revivir sus atrofiados lazos estratégicos con Moscú. Contrariamente al pensamiento ruso-china, la India se está moviendo en la dirección de dar la bienvenida, alentando y apoyando una sólida presencia de EEUU en la región como un contrapeso a China. Manmohan ha realizado visitas a Japón y Corea del Sur recientemente y tiene previsto visitar Australia el año que viene. En resumen, Manmohan está dirigiendo la India, con gran intencionalidad, hacia una alianza encabezada por Estados Unidos en Asia, mientras que los diplomáticos indios continúan haciendo alegaciones proforma relativas a una adhesión permanente, blandiendo la aversión tradicional de la India a formar parte de cualquier sistema de alianzas o bloques. La decisión de la India sobre Oslo es un mensaje fuerte de que la India está dispuesta a ponerse de pie y ser considerado como un participante clave en cualquier empresa de EEUU que busque dar jaque a China. Sin duda, la decisión tendrá un impacto en la geopolítica de la región. Los lazos con Pakistán asumirán un nuevo significado para Beijing. Rusia también tendrá un mayor interés en la construcción del armazón de una relación a largo plazo con Pakistán, del que ha estado históricamente ausente en deferencia a la sensibilidad de la India. Posiblemente, Manmohan ha sopesado estos factores y ha llegado a la conclusión de que con la creciente asociación estratégica con los EEUU y el rápido crecimiento económico del país, ha llegado el momento de hacer valer su aspiración como un polo rival de China en el escenario mundial. Su conmovedora fe en la influencia predominante de los Estados Unidos puede parecer un elemento de riesgo, pero, por otra parte, actuar como estadista tiene que ver con la asunción de riesgos y con la "audacia", como diría Obama. El consiguiente drama de Asia promete ser un apasionante juego de rivalidades por la proyección del poder. ASIA TIMES. 10-12-2010