Artur Mas, presidente del gobierno que más dócilmente ha aplicado los mandatos y ejecutado los recortes del FMI y Bruselas, que con más saña ha atacado la sanidad, la educación y los servicios sociales, que se ha alineado sistemáticamente en Madrid, ya fuera con Zapatero o con Rajoy, para aprobar los mayores paquetes de ajuste, dice ahora que Cataluña necesita un Estado propio para progresar.
¿Progresar hacia dónde? ¿A convertir Cataluña en un minúsculo satélite, sin fuerza política ni peso económico, donde la Troika pueda gobernar a sus anchas? Cuando el peligro de que nuestro país sea nuevamente intervenido es más grande que nunca, Artur Mas levanta la bandera de la independencia y abre una línea de fractura que amenaza con dividirnos mañana y nos debilita hoy frente a la ofensiva de Washington y Berlín para relegarnos a ser un país de tercera o cuarta división. Artur Mas defiende ahora una política de independencia, pero la independencia de su política es más que sospechosa. Divide et impera, la vieja máxima del imperio romano sigue siendo en nuestros días una táctica muy apreciada por el imperialismo para conseguir sus objetivos. La fragmentación nos debilita a todos, a los catalanes y al resto de españoles. Los intereses del pueblo de Cataluña están en unirse con el 90% del pueblo del resto de nacionalidades y regiones de España para hacer un frente común contra quienes desde Wall Street o Francfort vienen a saquearnos. Y contra aquellos que, tanto en Cataluña como en el resto de España, les abren las puertas de par en par esperando recibir unas migajas.Una respuesta unitaria «La fragmentación nos debilita a todos» Al volcar todo el peso político y propagandístico de la Generalitat para conseguir que la convocatoria independentista de la Diada fuera multitudinaria, y aprovechar su éxito para iniciar una escalada rupturista, Artur Mas intenta cambiar el blanco de la lucha, desde sus recortes y ataques al 90% de la población catalana hacia el supuesto “expolio” de Cataluña por el resto de España. Ha dividido internamente al pueblo catalán y busca enfrentarlo con el del resto de nacionalidades y regiones. Y ha provocado un realineamiento de las fuerzas políticas del que espera sacar réditos electorales. Ambiciosos objetivos que en las próximas semanas y meses veremos cuánto tienen de verdad, de fuerza real, y cuánto de farol. De momento ha conseguido paralizar al PSC, haciendo que aflore la división con la llamada “ala soberanista”, que coquetea abiertamente con la independencia. Pero que si embargo solo ha obtenido el 23,7% de respaldos en el Consejo Ejecutivo. Y cuyo apoyo entre el electorado socialista habría que rebajarlo seguramente a menos de la mitad. Lo que debería hacerles reflexionar, aparcar momentáneamente las diferencias y unirse a la mayoría.Y lo que es todavía más asombroso, Artur Mas ha conseguido arrastrar a Iniciativa per Cataluña (el partido hermano de Izquierda Unida) hacia sus posiciones independentistas. En un inverosímil ejercicio de funambulismo político, los dirigentes de IC han decidido seguir la bandera de quién ha demostrado ser el alumno más aventajado del FMI y Berlín en España. ¿Por qué antes de apoyar la consulta de Mas no preguntan a sus cientos de miles de votantes de los barrios obreros y populares con quién se identifican, si con el presidente de la gran patronal, el catalán Joan Rosell, o con los mineros asturianos, si aspiran a acabar con los recortes impuestos por el FMI y Berlín o a poder elegir entre La Caixa, el Banco de Santander y el Deutsche Bank?«No hay mayor expolio y saqueo sobre el 90% del pueblo catalán que el de Mas y sus recortes» El órdago de Mas se basa en una premisa fundamental: que la inmensa mayoría de catalanes que no son independentistas y que se consideran tan catalanes como españoles van a permanecer en gran parte inactivos y a la defensiva, como ha ocurrido hasta ahora. Unirlos y movilizarlos es la clave de todo. Y para ello es necesario levantar un movimiento unitario que, en particular desde las fuerzas de izquierda, plantee con firmeza nuestra oposición a los que buscan la desarticulación de España, quebrando la múltiple trama de lazos históricos, culturales, familiares y de afectos. Que denuncie a quienes agitan banderas identitarias, insolidarias y excluyentes amparándose en la perversión que identifica la defensa de la unidad de España con el franquismo o con un expolio permanente sobre Cataluña. Intentando ocultar que quienes levantan hoy esa bandera son precisamente los que han cerrado ambulatorios y quirófanos e implantado el copago sanitario, han despedido a maestros y suprimidos becas, han recortado sin medida todo tipo de servicios y prestaciones sociales. No hay mayor expolio y saqueo sobre el 90% del pueblo catalán que el que ellos están ejecutando al plegarse servilmente a todas y cada una de las exigencias y mandatos del FMI y Berlín. ¿No será que al exacerbar las particularidades y diferencias, el único afán que les guía es ampliar su control local sobre los ciudadanos?Una respuesta que defienda la libre y solidaria unidad del conjunto de nacionalidades y regiones de España, desde el respeto a su pluralidad y autogobierno, como el mejor medio para aumentar el progreso y la libertad de cada uno de sus territorios y ciudadanos. Y que, sin temor ni vacilaciones, luche por hacer consciente a todo el pueblo catalán que debilitar la cohesión o fomentar la fragmentación merma la capacidad de defender nuestros intereses comunes, de tener una voz propia e independiente y sólo beneficia a las grandes potencias que aumentan su poder a costa de la desarticulación o la división de los países.El órdago lanzado por Mas pretende hacernos creer que su voz expresa la voluntad mayoritaria del pueblo catalán. Ha llegado el momento de desenmascarar esta impostura. Y a las fuerzas de izquierdas nos corresponde tomar ya la iniciativa. No es necesario inventarse ninguna encuesta, basta con repasar los resultados electorales desde que conquistamos la democracia hasta hace menos de un año para comprobar cómo una inmensa mayoría, muy por encima de los dos tercios del electorado catalán no está por apoyar aventuras independentistas. Al desatar una ola soberanista y subirse a ella, Mas busca de forma oportunista capitalizar en las próximas elecciones del 25 de noviembre una parte del profundo descontento de la sociedad catalana por su política de recortes. Nuestro partido, Unificación Comunista de España, acudiremos también a ellas llamando al pueblo catalán a no dejarse confundir. La lucha de los catalanes es la misma que las de los vascos y los madrileños, la de los gallegos o los andaluces,…. La de unirnos el 90% del pueblo de todas las nacionalidades y regiones de España en un mismo frente de combate, en un frente amplio de unidad contra el proyecto de intervención y saqueo al que Washington y Berlín quieren someternos. Y del que Artur Mas ha sido uno de sus principales ejecutores durante los dos últimos años. Nosotros no lo olvidamos. Y nadie debe llamarse a engaño sobre ello.