Ante el reciente rechazo, por el pleno de Tribunal Constitucional, de la quinta propuesta de fallo sobre el inconstitucional Estatut catalán, que según se conoce lo disfrazaba de constitucional, y ante el futuro borrador, tanto CiU como PSC se han lanzado a amenazar y atacar al Constitucional. Su «catalanismo» esconde sus intereses materiales. Los intereses económicos unidos de la burguesía tradicional catalana, por parte de CiU, y de la nueva burguesía burocrática, por el PSC.
Porque el continuo desarrollo del Estatuto catalán, a esar de su situación de provisionalidad constitucional, llevado a cabo por el tripartito desde la Generalitat y apoyado por CiU desde la “oposición”, ha tenido como objetivo primordial garantizar el control del poder y del presupuesto autonómico. Y para mantener todo el entramado del dinero público al servicio de ambas burguesías. Dominio económico que se ha caracterizado por el aumento del gasto público innecesario, por las “mordidas” más elevadas de toda España, por las tramas de corrupción que las han unido con lazos económicos íntimos y profundos. José Montilla, el presidente de la Generalitat de Cataluña, y Artur Mas, el presidente de CiU, han desencadenado una ofensiva contra el Tribunal Constitucional que han iniciado con una resolución conjunta del Parlamento catalán, que plantea desde forzar la renovación del Tribunal Constitucional instando al Congreso y al Senado, pasando por reafirmar la “plena constitucionalidad” del Estatut, y la exigencia de que el propio Tribunal Constitucional se haga el harakiri institucional declarándose incompetente para pronunciarse sobre el Estatuto catalán, hasta pedir la reforma de la ley orgánica del Constitucional en lo referente a la permanencia de magistrados con mandato caducado. Lo que hay que hacer es desmontar un tinglado de intereses económicos, disfrazado de competencias autonómicas, que está lastrando la capacidad de respuesta de España ante la crisis. Desmontaje que debe tocar todo menos lo que sean gastos sociales necesarios. Porque el “catalanismo” ha sido y es el gran negocio de la burguesía catalana, de la tradicional y de la burocrática unidas. Y ha sido y es también la hoja de parra para sus tramas de corrupción y para sus actividades delictivas. Ahora hay que quitar la careta al “catalanismo” y convertirlo en una coartada corrupta. Porque detrás están los intereses espurios ajenos a las necesidades de la inmensa mayoría de la población que vive en Cataluña.