Primero fue Argentina, ahora es Brasil. Próximos golpes: Venezuela, o quizá Bolivia o Ecuador. Aunque la batalla del impeachment no está resuelta -ahora quedan 180 días en los que el PT y la izquierda carioca todavía tienen mucho músculo que desplegar- finalmente el ‘golpe blando’ orquestado por EEUU en Brasil ha logrado, en esta primera etapa, apartar a Dilma Rousseff del Palacio de Planalto, y poner a su vicepresidente Michel Temer -al que los cables de wikileaks señalan como un hombre de Washington- al frente del gobierno interino.
Con esta momentánea victoria, la superpotencia logra un salto cualitativo en su estrategia continental de ‘golpes blandos’ contra los gobiernos del frente antihegemonista norteamericano.
El golpe de Estado de Brasil -disfrazado bajo la forma de juicio político-mediático-judicial o impeachment- contra el gobierno de Dilma Rouseff no sólo tiene hondas implicaciones en América Latina, sino en el mundo. Por un lado Brasil es el gigante económico, demográfico y político de Latinoamérica, el fiel de la balanza capaz de hacer que la ofensiva de ‘golpes blandos’ que ha emprendido EEUU tome velocidad de crucero, dando todo el continente un giro hacia atrás.. o -la batalla no está resuelta- quede detenida y atascada. Por otro lado el coloso carioca tiene dimensión global. Arrancar a Brasil de los BRICS es debilitar a este poderoso grupo de potencias emergentes y es quitarle un poderoso aliado a China, el principal enemigo geoestratégico de EEUU.
Precisamente desde las necesidades globales -y no sólo latinoamericanas- de EEUU es desde donde debe enfocarse la ofensiva de los golpes blandos made in USA que recorre todo el continente. EEUU necesita dejar arrinconado al frente antihegemonista hispanoamericano para poder concentrar energías y esfuerzos en el area del Asia-Pacífico y en la contención de China. «Washington dispone de una legión de hombres fieles en el Estado brasileño»
De triunfar el impeachment de Planalto, como si del virus del zika golpista se tratara, la plaga centrará -aun con más fuerza- toda su acción desestabilizadora sobre el gobierno de Venezuela, que ya soporta una potente combinación de guerra económica, guarimbas y polarización popular, acoso mediático y crisis institucional promovida por una oposición teledirigida por Washington que domina la Asamblea Nacional. O quizá se dirija primero, o simultáneamente, contra los gobiernos antihegemonistas de Evo Morales en Bolivia y Rafael Correa en Ecuador.
Para poder ejecutar el sórdido cóctel del impechment, con una crisis -provocada- de la economía carioca, con bombardeo mediático basado en manipulaciones infundadas, con movilizaciones opositoras broncas y permanentes, y finalmente con acusaciones judiciales o juicios políticos (sin pruebas) para dar una apariencia “popular” o “legal” a lo que no es más que un Golpe de Estado de nuevo tipo, Washington dispone de toda una legión de hombres fieles incrustados en los principales aparatos del Estado brasileño. Como en Paraguay y en Honduras, como en Argentina, el hegemonismo desestabiliza desde dentro.
Hombres como Michel Temer, que lejos de ser el político sombrío y oportunista que dibujan las noticias, es -como revela Wikileaks- un habitual colaborador de la embajada de EEUU en Brasilia, una ‘garganta profunda de alto standing’ que pasó información clasificada como «sensible» y «solo para uso oficial», y que -agazapado como vicepresidente de Rousseff- sólo ha tenido que sentarse a esperar que el impeachment desalojara al PT del poder, para tomar el mando de Planalto y empezar a ejecutar los mandatos de sus señores norteamericanos, anunciando drasticos recortes sociales y la alfombra roja en Brasi para los grandes capitales del Norte.
Todo bajo la supervisión de la directora de campo: Liliana Ayalde, una reputada experta en golpes blandos. La diplomática que -desde la embajada yanqui en Asunción- orquestó, dirigió y ejecutó el golpe institucional que derribó al gobierno del antihegemonista Fernando Lugo en Paraguay (2012)… fue enviada por la administración Obama en 2013 a ocupar la embajada de EEUU en Brasilia. Su objetivo era preparar la emboscada para una auténtica pieza de caza mayor: el gobierno del PT.
Un gobierno que atesora una lista de logros sociales tan vasta, luminosa y larga -como arrancar a 40 millones de brasileños de las fauces de la pobreza- y que tiene aún una amplia base de apoyo popular (54 millones de votos). Quien piense que -a pesar de la dureza del golpe- la izquierda antihegemonista carioca va a bajar los brazos y a rendirse, es que no conoce nada de la Historia de Brasil ni de América Latina.