Del 4 al 10 de marzo tuvo lugar la IIº Muestra de Cine Negro de Salobreña, dirigida por el escritor Juan Madrid, contra el pensamiento único
¿Por qué decidió poner en marcha esta muestra de cine negro?
En primer lugar es una asociación cultural, Calibre 18680, que alude al código postal de Salobreña. Nosotros organizamos actos culturales de todo tipo y decidimos hacer una muestra de cine policiaco en español, en la que cada año se eligiera un país hispanoamericano. Argentina fue el primero, y México es el actual. Al mismo tiempo decidimos proyectar un cine que nosotros consideramos de denuncia social, eligiendo las películas y las charlas adecuadas. Hay actos complementarios que son muy importantes, como mesas redondas, un concurso de Cortos al Minuto, la posibilidad de crear una escuela de escritura creativa donde se incluya también guión…
Pero también estábamos dispuestos a mostrar la parte, no glamurosa sino del cine como un oficio en el que se tarda mucho en acabar un trabajo. Estamos hablando de una media de entre tres y cinco años para hacer una película. Conocer el trabajo artesanal, el sudor que hay detrás, que no solamente son bellas muchachas y jóvenes hermosos. Ese anti-glamur. Y no solamente que el pueblo se vinculara, que es nuestro objetivo, en charlas, sino consensuando determinadas posiciones. Ese es el origen, pero lo más importante es que el presupuesto es muy pequeño, no cobramos nadie, ni si quiera las figuras que vienen, que normalmente cobran caché. Ninguna ha aceptado cobrar. Se presentan ante los vecinos del pueblo, que pueden preguntar sus dudas y satisfacer su curiosidad sobre el cine y la novela negra.«El arte es válido cuando es capaz de modificar la visión del mundo»
Eso incluye acercar a la gente el cine negro, la novela policiaca, el compromiso de los artistas y los escritores, la necesidad o no de que se intervenga en la historia, si no de manera total, de manera fragmentaria, o de qué manera se puede hacer, cuál es la función o el compromiso, si es que hay alguno… en fin, a raíz de las películas, se discuten esas posibilidades.
Siempre se ha hecho muy buen cine negro o policiaco en España, realmente bueno. Pero en los últimos años, con No habrá paz para los malvados, como triunfadora de los Goya del año pasado, y Grupo 7, con dos Goyas, parece que no solo es excelente sino que se ha aprendido a hacerlo para el gran público…
Realmente esto pasaba en los comienzos del cine, cuando era un arte circense, poco más o menos. Cualquier arte es válido cuando es capaz de modificar en el espectador una visión necesariamente ideológica del mundo. Los discursos oficiales tienen su propio canon estético, ideológico, ético y moral. Es una manera de ver el mundo. Una película es valiosa, a parte de los criterios artísticos, si es capaz de renovar o crear un nuevo punto de vista. El pensamiento único es una verdadera tiranía, ese determinismo, esa manera de hacer cine que globalmente nos invade.
Podríamos haber elegido cualquier cinematografía, pero elegimos la española y la hispanoamericana, lo que consideramos más valioso e interesante desde ese punto de vista. Ahora vamos a poner también cine europeo totalmente gratis, en sesión de mañana y de noche, con películas de Jean-Pierre Melville, que es la cumbre del cine europeo en la década de los sesenta, donde hay un momento especial en el que el cine refleja lo que está pasando. Proyectamos Los chivatos y El círculo rojo. Es una manera de mostrar cómo no todo es cine norteamericano.
En una reciente entrevista con Alberto Rodríguez (director de Grupo 7) comparábamos el cine español, la gala de los Goya, con la de los Oscar, y cómo Hollywood muestra, de forma evidente, la voluntad de fabricar una imagen del EEUU de Obama, con Argo, Lincoln o La noche más oscura, y eso contrasta con la línea que ha tomado el cine español, con el ejemplo de Grupo 7 o No habrá paz para los malvados, desentrañando episodios de nuestra historia. Son formas antagónicas de enfocar la producción cinematográfica…
Sí, y además Argo es una película totalmente falsa, que escamotea información. Al presentar a los rehenes de la embajada norteamericana en Afganistán consiguen que el espectador enlace fácilmente con el personaje, pero sin embargo no cuenta el papel de EEUU en la terrorífica represión sobre el gobierno de Mosaddeq en el 53, que intentó nacionalizar el petróleo y fue atacado por una coalición de países imperialistas, con Francia, Inglaterra e Israel. Acabaron con él y pusieron al conocido Sha de Persia. El papel de EEUU fue el de entrenar en técnicas de tortura a los esbirros iraníes, y al mismo tiempo el de asegurar la política norteamericana y británica de fomentar la religión musulmana y las mezquitas, con entregas de grandes cantidades de dinero a través de fundaciones, con el objetivo, un poco primitivo e infantil, de que la religión frenara los movimientos izquierdistas y alternativos al sistema.
También oculta que los rehenes estuvieron ocultos esperando el mejor momento, previo a la elección de la candidatura de Reagan. Sin duda los acontecimientos de la embajada norteamericana en Irán fueron decisivos en la elección de Reagan. «No es de extrañar que la primera dama concediese el Oscar»
No es de extrañar que la primera dama apareciera para conceder el Oscar, ya que los agentes de la CIA salen como rápidos, astutos, dispuestos a salvar a sus paisanos en cualquier momento y capaces de sacrificarse con una generosidad bestial por gente amenazada de muerte, curiosamente en aquellos sitios en los que está el punto de mira de la política norteamericana.
Seguramente es esto lo que ha atrae tanto a la gente del cine negro, que te presenta a los antihéroes, aquellos enfrentados a los “salvadores de la historia”…
Es el cine más valiente. Evidentemente también se puede hacer una larga lista de películas basadas en defensores de la ley que intentar modificar el sistema y les es imposible. Yo considero que no hace falta que el cine alternativo sea panfletario. Modificando la idea de cómo son las cosas se puede crear la duda sobre que es posible que nos estén mintiendo, o que nos estén dando una visión determinada de la realidad. Y esa modificación es importante. El arte se hace más arte en tanto en cuanto es capaz de modificar los discursos oficiales o una parte de ellos.
¿Cómo está respondiendo la gente a la muestra?
Es un lleno absoluto. El año pasado fue un éxito total, con la gente participando en los debates, preguntando… y hemos hecho más cosas. Ayer hablamos sobre si la literatura policiaca es la literatura social de nuestro tiempo. Vino Felipe Alcaraz, Alejandro Gallo… el tiempo se pasó volando y la gente no se quería marchar después de hora y media de debate.
¿Cuál es la situación actual de la novela policiaca?
No se puede decir que exista un canon de novela policiaca. No todas las novelas policiacas son iguales por el simple hecho de serlo, pero al mismo tiempo tocan fibras muy sensibles porque juegan con grandes tabúes, como la muerte, el delito… al borde del precipicio. Basándome en que no hay dos puntos de vista iguales, la gran diferencia de los constructores de novelas policiacas está en cómo ellos asumen la ideología dominante o lo que se llama “la sociedad civil”, el papel de la policía o de las autoridades. La novela policiaca reproduce la ideología pero también la crea como producto artístico. Deben tener una lógica artística interna, y desde ella presentar el papel de la policía o del delito, cómo la lucha de clases genera delincuencia en el momento en el que no hay futuro colectivo, sino solo individual… o te haces ladrón como ellos o no asciendes socialmente. Es lo que pasaba en el siglo XVII con la novela picaresca. Es una novela que no propone un cambio pero te da un conocimiento especial sobre la sociedad del momento.
La contradicción con las editoriales es que venden lo que ven. Si es vendible no les importa sacar cualquier novela. Sin embargo el mercado es proclive a promover las novelas en las que el Estado aparece como un agente impoluto, donde el delincuente es un sicópata convertido por sus razones internas exclusivamente, como si no existiera una contextualización social. «La lucha de clases genera delincuencia si no hay futuro colectivo»
¿Hay que coger distancia o se puede hacer ya una novela sobre lo que está pasando en España?
Hombre, yo lo he intentado con “Los hombres mojados no temen la lluvia” (Editorial Alianza). Mi intención fue hacer una especie de Episodios Nacionales, aunque no sea un símil totalmente coherente, sobre la Transición. Porque no se puede entender el presente si no lo explicas históricamente. Vivimos en una especie de dictadura del presente.
Ahora vivimos una especie de golpe de Estado sin carros de combate, de los bancos, buscando ocupar espacios que históricamente había ocupado la socialdemocracia. Esto no se puede entender sin hacer un análisis histórico, viendo la enorme acumulación de capitales que se ha producido en estas décadas, bajo el bipartidismo, que ha actuado como cómplice y lacayo, como chófer del capitalismo. Esto se pudo frenar de alguna manera en algunos países gracias a la participación del pueblo en la lucha contra el nazismo, donde hubo que conceder algunos beneficios sindicales, salariales… no para la mayoría, pero sí para seis o siete países europeos, mientras que el resto del mundo seguía en la misma miseria. Todo esto está produciendo una literatura, aunque muy lentamente. Vivimos en una especia de subconsciente colectivo en el que parece que este es el único mundo posible, pero ya existe la semilla de otro mundo mejor.