Serenidad, tú para el muerto /que yo estoy vivo y pido lucha” (José Hierro, de “Tierra sin nosotros”)
La pluma de Jesús Marchamalo y las ilustraciones de Antonio Santos nos acercan a la vida y la obra de un José Hierro que “bajaba cada mañana a escribir a un bar, debajo de su casa”.
Es la nueva entrega de una serie de breves biografías ilustradas sobre personajes claves de la cultura española y universal, que Marchamalo y Santos vienen publicando desde hace ocho años en Nordicalibros. Desde “Retrato de Baroja con abrigo” a “Kafka con sombrero o “Pessoa, gafas y pajarita”.
Ahora fijan su atención en un poeta como José Hierro, que ejerció multitud de oficios -repartidor de leña, peón cilindrador, listero en una obra, moldeador en una fundición…- antes de recibir los más altos galardones en el mundo de la cultura española, desde el Príncipe de Asturias al Cervantes.
En José Hierro su biografía es algo más que la puerta de entrada a su obra. La palabra poética de Hierro no es comprensible sin la forma en que vivió.
Dolor y alegría
Miembro fundador de la Unión de Escritores Revolucionarios, José Hierro publicará sus primeros poemas en una revista de la CNT de Gijón y en el “Romancero general de la guerra de España”, cantando al ejército republicano y a la defensa de Madrid. En 1939 es encarcelado por pertenecer a una red clandestina de ayuda a los presos, a modo del Socorro Rojo. Será condenado a 12 años de prisión , y no abandonará las cárceles franquistas hasta 1944. Trabajaba de obrero en una fábrica cuando un jurado integrado por Vicente Aleixandre, Dámaso Alonso y Gerardo Diego, concede a su segunda obra, “Alegría”, el Premio Adonáis. El compromiso político de José Hierro no se interrumpirá. A mediados de los años sesenta, la tertulia poética que dirige en el Ateneo será censurada, y deberá trasladarse a la librería Abril.
“Hierro fumando” es una extraordinaria oportunidad de acercarse a José Hierro, a su voz poderosa y fascinante
Son mucho más que datos biográficos. Hierro, como muchos españoles, ha vivido la energía luminosa de un sueño, y sufrido el zarpazo de la pesadilla más terrible.
La poesía debía mirar de frente esa realidad, esa quiebra interna que marcó a toda una generación. Y la forma en que José Hierro aborda este reto va a dar una nueva dimensión a la poesía social.
“Tenía que dar testimonio de aquello, porque es lo que duele”. Así nos lo contó José Hierro en una inolvidable tertulia promovida por Foros 21 en el Ateneo Madrid XXI.
Rebuscar en las pérdidas más hirientes, pero no como un lamento que conduzca a aceptar la derrota y agachar la cabeza. Vivir el dolor intensamente es la catarsis necesaria para liberar la vida.
Como el mismo José Hierro afirmó “llegué por el dolor a la alegría / supe por el dolor que el alma existe (…) La alegría y el dolor están unidos en una afirmación de vida y plenitud. Mediante el dolor tenemos más conciencia de que vivimos (…) Siempre una búsqueda consciente, es decir, tienes que entregarte a la vida donde eres a la vez un actor y un espectador”.
Allí donde duele está la verdad que nos va a permitir transformar el mundo. Kafka dirá que “un libro debe ser el hacha que rompa el mar helado dentro de nosotros”. Para José Hierro la poesía tiene que ser “la paradoja, decir aquello que no se puede decir, como un picor en la conciencia”. Una molesta compañía que nos duela, nos inquiete, nos perturbe, porque esa es la manera de llegar allí donde la vida se manifiesta en toda su plenitud.
El misterio de las palabras
La poesía de José Hierro, profundamente social, ejerce una poderosa fascinación. Está cincelada manejando un arma tan poderosa como son las palabras, “las misteriosas, que dicen aquello que ocultan, / callan aquello que pregonan”. Ese mágico poder de las palabras es la energía motriz de la obra de Hierro.
“La poesía es un picor en la conciencia” (José Hierro)
Alternando los “reportajes” -poemas, incluso prosificados, que no se despegan de los hechos- junto a las “alucinaciones”, para el poeta “una confusión de tiempos y espacios, un no saber si las cosas están realmente ocurriendo o soy yo quien está anticipando algo que va a ocurrir, una realidad visionada”.
Donde algunos “reportajes” adquieren el carácter alucinante de algunos del realismo, casi mágico, de los cuadros de Antonio López. Y en muchas “alucinaciones” vemos reflejada la realidad, su sustancia, de una manera tan profunda que nos golpea.
“Hierro fumando” es extraordinaria oportunidad de acercarse a José Hierro, a su voz poderosa y fascinante.
Carlos dice:
Estuve en su acto, en el Ateneo Madrid XXI, muy bien presentado por Juan Carlos, como se ve en la foto, y me quedé impresionado por su viveza, vivía los poemas, te electrizaba. Un poema de Nueva York :
La mano es la que recuerda.
Viaja a través de los años,
desemboca en el presente
siempre recordando.
Apunta, nerviosamente,
lo que vivía olvidado,
la mano de la memoria,
siempre rescatándolo.
Las fantasmales imágenes
se irán solidificando,
irán diciendo quién eran,
por qué regresaron.
Por qué eran carne de sueño,
puro material nostálgico.
La mano va rescatándolas
de su limbo mágico.