Antes de su investidura, Netanyahu parece dispuesto a dejar claro cual será el talante de su gobierno con los palestinos. Mientras que anuncia públicamente que está dispuesto a negociar la paz con los palestinos, el líder del Likud y sus socio de extrema derecha, Avigdor Lieberman, acuerdan en secreto construir el anatema del proceso de paz. La ampliación del asentamiento judío de Maale Adumim en Cisjordania -prohibida expresamente incluso por la administración Bush- dejaría literalmente incomunicado Jerusalén Este y el territorio cisjordano partido en dos, siendo totalmente inviable la creación de un Estado Palestino. La política de hechos consumados de los sectores más aventureros e incendiarios del sionismo amenaza con tensar la cuerda hasta un punto de no retorno.
El líder del Likud ofrece a la Autoridad Nacional Palestina negociar la az.. ¿Negociar con que?, se preguntan los palestinos. Netanyahu no quiere ni oír hablar de la creación de un Estado Palestino, centro nodular de cualquier proceso de paz entre árabes y judíos. No digamos ya la titularidad de Jerusalén como capital compartida, con los barrios orientales como capital de Palestina. Tal cosa es anatema para Netanyahu y Lieberman, y una blasfemia para los ultraortodoxos.La resolución de los dos Estados está en la propia resolución de las Naciones Unidas que dio origen al propio Estado de Israel, y después de ser furibundamente rechazada durante décadas por los palestinos, fue aceptada finalmente por la OLP de Yasser Arafat, lo que dio lugar a los enormes avances de los Acuerdos de Oslo con el gobierno de Isaac Rabin, bajo los auspicios de Bill Clinton. Incluso la administración Bush, en su último periodo, tuvo que respetar formalmente la meta de los dos estados en los procesos de Annápolis. La nueva Casa Blanca, a través de su secretaria de Estado, Hillary Clinton, ha sido muy explícita a ese respecto: EEUU está –en la actual coyuntura- comprometido con la creación de un Estado Palestino.Mientras que una mano tiende la rama -podrida- de olivo, la otra prepara dinamita. Netanyahu yLieberman, sin luz y sin taquígrafos, han pactado la construcción de 3.000 viviendas en Maale Adumim, la colonia situada entre Jerusalén y el Mar Muerto donde ya residen alrededor de 40.000 israelíes y que estrangula el territorio ocupado de Cisjordania en dos mitades. Jerusalén Este –donde la demolición de casas palestinas continúa la rimo de siempre- quedaría sitiado. Seguramente el saliente gobierno de Kadima –siguiendo directrices de Washington- pondrá el grito en el cielo, pero en tres años no han movido un dedo para desmantelar los asentamientos hebreos en territorio cisjordano.Los hechos guardan relación con la marcha de la ultraderecha israelí de ayer sobre la población de Umn Al Fahr, ubicado en un área de Israel donde vive una gran parte de los 1,5 millones de árabes y que Lieberman quiere ceder a la Autoridad Nacional Palestina a cambio de los asentamientos judíos en la ocupada Cisjordania. Apartheid y hechos consumados a lo sionista.