En un panorama mundial turbulento y convulso, con focos de tensión como la escalada de Oriente Medio o la invasión rusa de Ucrania, que ponen en peligro la Paz Mundial, las cumbres de los BRICS pasan casi desapercibidas, pero suponen un peldaño más en el impulso hacia un nuevo orden mundial multipolar.
En la próxima cumbre de los BRICS+, un tema parece ser el central. Se trata de buscar una alternativa al dólar y al FMI, dos instrumentos claves de la hegemonía norteamericana y de su declinante orden mundial unipolar.
La XVI cumbre de líderes del BRICS, prevista para el 22 y 24 de octubre en la ciudad rusa de Kazán, es la primera donde a los cinco miembros fundadores -Brasil, Rusia, China, India y Sudáfrica- se unirán otros cinco nuevos miembros de los BRICS+: Egipto, Irán, Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita y Etiopía. No es posible ignorar que algunos de ellos -en particular Teherán y Riad- están directa o indirectamente concernidos por la altísima tensión en Oriente Medio, y que el encuentro es una oportunidad para reforzar vínculos, trabajar acercamientos y evitar el peligro de una gran conflagración en la región.
En esta cumbre, entre los diversos temas que ya hay en el orden del día, destacan las negociaciones para reducir la dependencia del dólar en el comercio entre los países del bloque, así como medidas para fortalecer las instituciones. alternativas financieras al Fondo Monetario Internacional (FMI) y al Banco Mundial, todos ellos instrumentos de la ´declinante supremacía norteamericana.
El borrador de la Cumbre fija una serie de prioridades para este año , entre ellas la integración de nuevos miembros, así como «reforzar el papel de los estados Brics en el sistema monetario y financiero internacional» y «ampliar» el uso de las monedas nacionales de los estados BRICS en el comercio mutuo”.
Además de crear e impulsar sus propias instituciones financieras, como el Nuevo Banco de Desarrollo del BRICS (NBD BRICS), presidido por la expresidenta brasileña Dilma Rousseff, el bloque también está discutiendo la creación de un sistema de pago alternativo al dólar, el llamado Puente Brics, que sería una plataforma para la liquidación y el pago digital entre los miembros del grupo.
Crear una alternativa al dólar es un viejo objetivo de los BRICS, repetidamente expresado en sus reuniones. En la pasada cumbre de los Brics de 2023 en Sudáfrica, el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, defendió una alternativa al dólar. «La creación de una moneda para transacciones comerciales e inversiones entre los miembros del Brics aumenta nuestras condiciones de pago y reduce nuestras vulnerabilidades».
También lo es el acabar con el yugo de las principales instituciones financieras globales, siempre al servicio del poder de Washington. «¿Se utilizarán estas instituciones para financiar el desarrollo de los países pobres o seguirán existiendo para asfixiarlos?», preguntó Lula en la cumbre de la Unión Africana en Etiopía, citando al FMI y al Banco Mundial.
De manera consciente, este grupo de potencias emergentes, que concentran alrededor del 36% del Producto Interior Bruto (PIB) global, superando al G7 -junto a EEUU, Japón, Alemania, Reino Unido, Francia, Italia y Canadá- desafían crecientemente la hegemonía norteamericana y su caduco orden mundial unipolar. Y al hacerlo, crean mejores condiciones para que el conjunto de países y pueblos del mundo puedan lograr mayores cuotas de independencia y soberanía, librándose del yugo del hegemonismo y el imperialismo.
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Mucho más que un billete verde
El dólar: un elemento clave de la supremacía norteamericana
El dólar es mucho más que un papel verde, o que una «moneda de reserva internacional». Es un poderosísimo instrumento de dominio global en manos de la superpotencia norteamericana, que tiene obviamente el monopolio de su impresión en la Reserva Federal.
El peso y el papel «obligatorio» de esta moneda en las transacciones internacionales -que ya no se corresponde con el peso de EEUU en la economía global, y que solo descansa sobre su poder político-militar- permite a EEUU financiar a bajo precio sus crecientes gastos militares y su gigantesca deuda, y a sus bancos y monopolios acceder a una fuente de financiación ilimitada.
Obligando al resto del planeta a financiarla comprando dólares, y conduciendo hacia EEUU una parte importante del ahorro mundial.
El dólar es mucho más que un papel verde, o que una «moneda de reserva internacional». Es un poderosísimo instrumento de dominio global en manos de la superpotencia norteamericana
Al ser el dólar la moneda de referencia mundial los precios de las principales materias primas -petróleo, oro…- pasa a estar denominado en dólares, la moneda que debe ser usada para pagar las cuentas internacionales de cada país. Para poder participar en la economía mundial, todos los países e instituciones están obligados a acumular enormes reservas de divisas en dólares.
La supremacía del dólar ya no expresa -como sí sucedía al finalizar la IIª Guerra Mundial- la fortaleza y el peso de la economía norteamericana. Y descansa únicamente en la su hegemonía político-militar y en su capacidad de imprimir moneda de acuerdo con las necesidades que en cada momento dictan sus intereses.
El 60,7% de las reservas mundiales están en dólares. Este es uno de los pilares de la hegemonía norteamericana.
EEUU es el único país que tiene su deuda externa domiciliada en una moneda de la que él mismo es el emisor. Puede actuar sobre los tipos de interés, el valor del dólar o la masa monetaria mundial. Y el resto de países están obligados a comprar dólares para participar en la economía mundial.
Esto permite a EEUU disponer de una liquidez ilimitada, financiando a bajo precio sus crecientes gastos militares, su desbocada deuda externa y el creciente déficit comercial con el resto del mundo.
Conduciendo a EEUU de forma forzosa buena parte del ahorro mundial -utilizado para comprar dólares-. Y, a pesar de su pérdida de peso económico relativo en el PIB mundial, dispone de recursos y de una capacidad para intervenir en la economía mundial inalcanzables para cualquier otra burguesía del planeta.