De tapadillo, a la chita callando, una nueva estrategia de tratamiento de la pandemia va avanzando posiciones en nuestro país. Se trata de la «gripalización» de la Covid, es decir, ir tratando progresivamente al coronavirus como un virus respiratorio más con el que tenemos que aprender a convivir.
No es el momento, ni de lejos, de plantear esta orientación. No en medio de una sexta ola que lleva arrojando datos de Incidencia Acumulada de más de 3.000 casos, y que ha dejado más de 800 muertos por Covid sólo esta semana. Y no en medio de una pandemia mundial que no se resolverá hasta que se vacune masivamente a la población de los países empobrecidos y en vías de desarrollo.
Minimizar o contemporizar el impacto sanitario del virus y hacer llamamientos a primar las necesidades de la recuperación económica por encima del cuidado celoso de la salud pública no es algo nuevo. Desde el principio de la pandemia, gobiernos como el de Donald Trump en EEUU, el de Boris Johnson en Reino Unido o el de los Países Bajos -por no decir el negacionista Bolsonaro en Brasil- han llevado permanente o intermitentemente esta orientación, con resultados casi siempre catastróficos: repunte de contagios, hospitalizaciones y muertes.
Ahora ha sido el gobierno de Israel, del ultranacionalista Neftalí Bennett, el que ha dicho que, dado que «la tormenta [de infecciones] sucederá» y que «no podemos hacer nada para evitarlo”, lo mejor es que el país -que ya tiene a casi toda su población vacunada con la cuarta dosis- avance hacia una estrategia de “contagio masivo” frente a la ómicron, en vez de imponer más restricciones.
Lo que ha sorprendido a muchos es que un gobierno como el español, que hasta ahora se ha caracterizado justamente por abanderarse de la posición contraria, sea uno de los que ahora apuestan por ir caminando -progresivamente y de acuerdo a las evidencias científicas, dice Pedro Sánchez- hacia la «gripalización» de la pandemia, hacia dar al SARS-CoV-2 el mismo tratamiento que a la gripe estacional.
Ya se impone este criterio
Los defensores de este cambio de estrategia arguyen que, dado que la alta tasa de inmunización de la población española -el 80,5% de la población diana tiene la pauta completa, y un 36,5% tiene incluso una dosis de refuerzo- y que parece que se va confirmando que la variante ómicron es menos agresiva -tiene menor afinidad por la infección pulmonar y produce menos hospitalizaciones- es el momento de ir considerando al coronavirus como al virus de la gripe. Si estás vacunado, te infectas y tienes un cuadro leve, confinamiento y autocuidado. Si el cuadro es moderado o no estás vacunado, consulta al médico de cabecera. Si la afección es grave, hospitalización.
No es que vaya a ocurrir, es que esa estrategia ya está avanzando. Ya se están aplicando medidas como la exención de cuarentenas para los contactos estrechos, el acortamiento del aislamiento para los positivos, el renovado papel de las farmacias, la autogestión de las bajas, el regreso al trabajo sin prueba diagnóstica, que Sanidad se haya planteado no aislar a niños positivos vacunados o la liquidación del rastreo… Se pone el acento en el autocuidado y en la responsabilidad individual en vez de en que los poderes públicos tomen medidas colectivas en función de proteger la salud pública como prioridad absoluta.
No es que vaya a ocurrir, es que la estrategia de la “gripalización” ya está avanzando
Va avanzando esta estrategia. Sea porque se piensa que este cambio se corresponde con los intereses del país y la ciudadanía, sea porque se quiere imponer como inevitable, dado que, tras dos años de pandemia, se ha renunciado a fortalecer con medios y personal una castigadísima atención primaria, ni se han dimensionado adecuadamente las plantillas de los hospitales. Es más, según el sindicato CSIF, en medio de una sexta ola de dimensiones inauditas, las sanidades de las diferentes CCAA han optado por no renovar el contrato a más de 29.500 sanitarios contratados anteriormente como refuerzo.
La sexta ola acabará… pero la pandemia es mundial
La pregunta es: ¿es adecuada ahora mismo esta estrategia?
No. En absoluto. No ahora, ni siquiera para dentro de unos meses.
Es posible -quizá- que en algún momento podamos pasar a tratar al SARS-CoV-2 como un virus respiratorio más o menos igual de peligroso que la gripe: un virus que normalmente produce afecciones moderadas, pero que en personas débiles, ancianas o inmunodeprimidas puede tener resultados graves o fatales. La gripe suele matar a cerca de un millar de personas cada año en España.
La mayoría de expertos espera que este virus, como la mayoría de los virus respiratorios, vaya mutando hacia ser cada vez más contagioso, al tiempo que se vuelve menos virulento, menos agresivo para su hospedador. Es lo que suelen hacer los coronavirus que hasta ahora se han estudiado, y es hacia donde parece que apunta ómicron, la variante que ahora se ha hecho hegemónica.
Sin embargo, no es una ley natural. «La evolución de los virus está dictada por su transmisibilidad, no por su atenuación o por su virulencia. Se seleccionan aquellos mutantes que tienen ventajas para producir más copias de sí mismo. Si esas variantes, además de más transmisibles, tienen características que les hacen ser menos virulentas, esta atenuación será «arrastrada» por la mayor transmisibilidad. Esto puede que ocurra con el SARS-CoV-2, ojalá, pero no tiene por qué ser necesariamente así», dice a Foros21 Fernando González Candelas, catedrático de Genética en la Universitat de Valéncia, experto en evolución vírica y en el genoma del coronavirus.
Pero aunque esto pueda, felizmente, acabar ocurriendo, estamos aún lejos de ese punto. ¿Puede que el SARS-CoV-2, la variante ómicron u otras mutantes suyas, acabe siendo una enfermedad estacional? «Ya ha pasado así en otros momentos de la historia, pero no va ser mañana, ni pasado ni dentro de tres meses», advierte Vicente Larraga, virólogo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y jefe de uno de los equipos que persiguen una vacuna española. «Estamos en una ola importante, con 375 fallecidos en la última semana y el que se muere no se muere al 0,6% (cifra estimada de hospitalizaciones por COVID), se muere al 100%», sentencia.
¿Es el momento de tratar al coronavirus como una gripe?. No. No ahora. No aún.
La realidad es esa. Sólo en lo que llevamos de enero han muerto más de un millar de personas de Covid, una media de entre 100 y 200 al día. Cierto es que la probabilidad de que la infección sea grave o con resultados fatales es mucho menor que hace un año o que al inicio de la pandemia, pero estamos hablando de un número de pérdida de vidas inasumible, por mucho que dos años de pandemia nos hayan atrofiado la sensibilidad.
Es posible que dentro de unos meses la pandemia haya remitido, y que estemos en cifras de incidencia parecidas a las del pasado octubre, cuando la IA era apenas de 40 casos por cada 100.000 habitantes en 14 días. Pero tampoco entonces deberíamos apresuraros a considerar al SARS-CoV-2 como una gripe. «La gripe no es endémica, es una enfermedad epidémica estacional, mientras que la COVID es una epidemia con extensión pandémica», dice José Jonay Ojeda, portavoz de la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria.
Es decir, estamos ante una pandemia global. No podremos darla por resuelta hasta que no se alcance una inmunización de grupo de una amplia mayoría de la población mundial, incluida la de los países empobrecidos y en vías de desarrollo, donde las vacunas aún no han llegado o lo han hecho apenas. Lo fundamental este año, tanto en Europa como en el resto del mundo, es «estabilizar la pandemia», dice Hans Kluge, director regional de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en Europa, muy crítico con los planes de «gripalizar» a un virus «que ya nos ha dado sorpresas más de una una vez».
Por tanto: ¿es el momento de tratar al coronavirus como una gripe?. No. No ahora. No aún.
Al Towers dice:
Pero qué hace este artículo en un medio que dice buscar o defender la verdad??
La solución es vacunar más??
La solución para qué o para quién?? Para los que nos quiren enfermos crónicos y reducir la población mundial sin duda que sí, para nuestro bien en absoluto …
Por cierto, sí, ya es hora de que a los catarros y gripes se les vuelva a llamar como tal jeje
Margarita dice:
La salud es lo primero, pero es evidente que no lo único. Para poder tomar una decisión, habría que tener en cuenta otros datos. Cualquiera en el ámbito privado también tiene en cuenta su salario, el amor etc. De acuerdo a que el covid no es la gripe actualmente, pero también están las enfermedades mentales por el confinamiento, paro, aislamiento. Me parece un artículo unilateral.
Marcelo Armengot dice:
Importante estas aclaraciones y quizá profundizar todavía más. Parece que la confusión es ahora mayor que al principio. Por un lado están las ganas colectivas de dejar atrás las restricciones, por otro las necesidades cotidianas que impone el trabajo y el restablecimiento completo de la actividad, los cuadros clínicos más leves de omicron están ahí, pero también se siguen dando casos donde o la cosa no es tan leve o la variante no está clara. Sin embargo conviven unos y otros en un sistema de medidas más relajadas pero sin una justificación sanitaria clara. Es una especie de apuesta gratuita, esperemos que salga impar y rojo. Pero no es serio y no tranquiliza.