Las consecuencias de la invasión de Ucrania en la situación internacional

Golpe en el tablero global

Con la invasión de Ucrania, y desde el ADN criminal que le da su condición de ex superpotencia, Rusia trata de aprovechar las dificultades de un hegemonismo norteamericano que hace pocos meses se tuvo que retirar de Afganistán

Todo el planeta mira hacia Ucrania conteniendo la respiración. Al rechazo masivo a la invasión rusa, y a la solidaridad con el pueblo ucraniano, se le une el temor a que el golpe dado por Putin en el tablero global se traduzca en más inestabilidad y más inseguridad.

¿En qué marco internacional se ha producido el brutal ataque ruso contra Ucrania? ¿Cómo va a influir en su evolución una guerra en el mismo corazón de Europa?

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De Kabul a Kiev

Kabul, capital de Afganistán. 30 de agosto de 2021. Las imágenes de la caótica retirada norteamericana acaparan la atención mundial. Tras 20 años de ocupación, la superpotencia debe salir del país a trompicones. El gobierno fabricado por Washington se desmorona, y el poder pasa a manos de los talibanes.

Pocos días antes, EEUU había culminado su retirada total de Irak.

Con todo su gigantesco poder militar, Washington había sido incapaz de imponer su control sobre dos países que teóricamente debía dominar con facilidad.

El prestigio de la superpotencia sufre un nuevo golpe, y su retroceso global avanza. La imagen de Biden, la alternativa de la gran burguesía norteamericana, se desmorona.

Putin tomó nota de la situación. Para los nódulos del imperialismo ruso Ucrania es la pieza clave a conquistar. Con Ucrania su influencia imperial se despliega hacia Europa, y sin ella Rusia queda limitada a ser un imperio asiático.

Tras el estrepitoso fracaso en Afganistán, EEUU no iba a intervenir en Europa si Rusia se lanzaba a por Ucrania. Además, en el seno de la burguesía norteamericana existen importantes sectores “pro Putin”, como el representado por Trump, que ha felicitado a Rusia por invadir Ucrania.

Moscú ha aprovechado el momento para hacer avanzar sus planes imperiales. Saben que jamás volverán a ser una superpotencia, pero sí aspiran a someter bajo su control a la mayor parte de las ex repúblicas soviéticas. Hace poco más de un mes, Moscú intervino militarmente en Kazajistán, y ha sometido a Bielorrusia a un control casi total. Mientras que Rusia ha integrado a Tayikistán, Kirguistán o Armenia en una alianza militar, la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva, que prohíbe a sus países integrarse en la OTAN.

Tras el estrepitoso fracaso en Afganistán, EEUU no iba a intervenir en Europa si Rusia se lanzaba a por Ucrania. Moscú ha aprovechado el momento para hacer avanzar sus planes imperiales

Rusia aprovecha las dificultades norteamericanas desde el ADN que le da su condición de ex superpotencia. La política exterior rusa está dominada por un círculo de cuatro personas, encabezada por Putin. Todos ellos vienen del KGB brezneviano. Invadir países o envenenar a la oposición está en su código genético.

Con la vista en el Pacífico

El primer día de la invasión rusa de Ucrania se produjo en el Pacífico un hecho relevante.

China protestaba ante el paso por el estrecho de Taiwan del destructor norteamericano USS Ralph Johnson, integrado en la Séptima Flota de la Marina de EEUU, encargada del control de Asia-Pacífico.

Pocos días antes, el secretario de Estado norteamericano, Antony Blinken, afirmaba desde Australia que “China busca ser la principal potencia militar, económica, diplomática y política no solo de la región sino del mundo”.

La administración Biden ha colocado a China en el centro de la diana, afirmando que “Pekín es el principal desafío regional en Indo-Pacífico”, y apostando por “políticas de asedio y contención”. Entre ellas el reforzamiento de la presencia militar de EEUU en el Pacífico, el impulso al QUAD –formado por India, Australia, Japón y EEUU- como una especie de “OTAN asiática”, o la creación del AUKUS, con EEUU y Reino Unido reforzando el papel de “gendarme militar antichino” de Australia.

El centro de atención norteamericano no está en Europa sino en el Pacífico. Y la principal amenaza a la hegemonía norteamericana es la emergencia de China. Biden no solo ha mantenido la política de cerco a China de Trump, sino que ha aumentado la agresividad contra Pekín.

A China no le interesa que la agresividad rusa desestabilice la situación internacional, y encuadre más a Europa en un “frente antichino” bajo mando norteamericano. Pero no puede prescindir de la alianza con Rusia.

La invasión rusa de Ucrania representa un nuevo problema para China. Pekín todavía no ha reconocido la anexión rusa de Crimea, ejecutada en 2014. Y tampoco reconocerá a las repúblicas del Donbass, que Moscú ha segregado por la fuerza.

China ha manifestado que se debe “respetar la soberanía e integridad territorial de Ucrania”, y ha llamado a Moscú a buscar una solución negociada que detenga la guerra.

A China no le interesa que la agresividad rusa desestabilice la situación internacional, y encuadre más a Europa en un “frente antichino” bajo mando norteamericano. Pero, en una situación donde el cerco y acoso de EEUU se agudiza, no puede prescindir de la alianza con Rusia.

Una Europa muda y coja

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, anunciaron la posición de la UE ante la guerra en Ucrania en una rueda de prensa… celebrada en la sede de la OTAN en Bruselas.

Es la imagen más clara de la incapacidad de Europa para jugar un papel activo en una guerra en el mismo corazón de nuestro continente. Si la UE solo puede actuar a través de la OTAN, y su posicionamiento ante una guerra en sus mismas fronteras está condicionado a los dictados norteamericanos, entonces no podremos defender nuestros intereses.

En cuanto a Europa, la guerra en Ucrania amenaza con imponer un grado mayor de sumisión a Washington

La UE vive desde hace una década sometida a sucesivas sacudidas. Sufrimos tras 2010 una salvaje oleada de recortes. Con Trump se impulsó su disgregación, con el Brexit y con el aliento a gobiernos “anti Bruselas” en Hungría, Polonia o la Italia donde Salvini ejercía de vicepresidente.

Con Biden las formas han cambiado, pero Washington, concentrado en el Pacífico, quiere “atar en corto” a Europa. Y la guerra en Ucrania amenaza con imponer un grado mayor de sumisión a Washington. Fortaleciendo la aportación, militar y financiera, de los países de la UE a la OTAN.

Sometida a EEUU, la UE no es que no pueda tener una voz propia que defienda sus intereses -no coincidentes con los de Washington- es que estará muda y coja… y sufrirá las consecuencias de la guerra.

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