«Sus autores ocupan los puestos más altos de los negocios y las finanzas, sus leales servidores dirigen las universidades, los medios de comunicación y gran parte de la cultura, e igualmente monopolizan el conocimiento profesional científico y técnico. Sus dispuestos seguidores se encuentran por doquier. Incapaces de actuar de forma autónoma, niegan en voz alta que estén dominados y explotados. Identifican como enemigos a los grupos sociales al servicio del bien público, cuya existencia rechazan como principio.»
Los iniciadores del gole de Estado son, por lo general, demasiado sofisticados para esas vulgaridades, aunque indudablemente no son demasiado escrupulosos a la hora de utilizarlas para conseguir el respaldo a sus objetivos primarios. Que no son otros que reducir las funciones y poderes redistributivos y reguladores del Estado norteamericano, revocando, privatizando o, al menos, limitando importantes componentes de nuestro Estado de bienestar: Seguridad Social (pensiones universales), Medicare (seguro sanitario público para los mayores de 65) y todo un espectro de beneficios y servicios en los campos de la educación, el empleo, la salud y el mantenimiento de ingresos. (EL PAÍS) EL MUNDO.- El líder del PP, que esta semana dará por finalizadas sus vacaciones, añadió que su partido «no está para protestar ni llorar, sino que está dispuesto a «tomar decisiones, gobernar y hacer las cosas bien» porque la situación «tiene salida». En efecto, pero es una salida que tiene un único camino, que pasa por una severa política de consolidación fiscal y contención del déficit, para lo que no quedará más remedio que tomar decisiones drásticas que comporten sacrificios. El caso italiano ha marcado la pauta y la próxima semana el Gobierno de Sarkozy se sumará a la senda de los recortes. EL CONFIDENCIAL.- El Banco Central Europeo compró 22.000 millones de euros en bonos italianos y españoles la semana pasada, una cifra por encima de lo previsto por el mercado, que calculaba entre 10.000 y 15.000 millones. El BCE lanza así unmensaje de apoyo firme al euro y a los países de la unión ante la crisis de deuda. La cantidad invertida esta vez es superior a los 16.500 millones que gastó el organismo en la compra de deuda en la primera semana de mayo de 2010, al inicio de la crisis. Opinión. El País Golpe de estado en EEUU Norman Birnbaum Se ha escrito mucho sobre la crisis de Estados Unidos. Se ha aludido a la complacencia y el fracaso de nuestras élites, a la ignorante furia de un segmento de la ciudadanía espiritualmente plebeyo, a la impotencia intelectual y política de buena parte del resto, a la ausencia de una conexión entre una intelligentsia crítica y los movimientos sociales que en el pasado aportaron sus ideas a la esfera pública, al quebrantamiento de la propia esfera pública y a la consiguiente atomización de la nación. Esos diagnósticos son correctos. Lo que a veces se pasa por alto en nuestra situación es el factor propósito: lo que ha sufrido la democracia estadounidense ha sido un golpe de Estado encubierto. Sus autores ocupan los puestos más altos de los negocios y las finanzas, sus leales servidores dirigen las universidades, los medios de comunicación y gran parte de la cultura, e igualmente monopolizan el conocimiento profesional científico y técnico. Sus dispuestos seguidores se encuentran por doquier, especialmente entre quienes sienten que son ignorados, incluso despreciados, y experimentan una desesperada necesidad de compensación íntima. Incapaces de actuar de forma autónoma, niegan en voz alta que estén dominados y explotados. Identifican como enemigos a los grupos sociales al servicio del bien público, cuya existencia rechazan como principio. Su hostilidad al Gobierno es tan grande como su falta de conocimiento de cómo funciona este realmente, o la historia de su propio país. Por supuesto que hay una sustancial coincidencia entre quienes han dado su aquiescencia al golpe de Estado y los muchos que pretenden la recristianización de la nación, que creen que el aborto y la homosexualidad son delitos civiles al tiempo que pecados religiosos, que responden a la inmigración con xenofobia. Esos son los blancos, principalmente en el sur y en el oeste, y en las ciudades más pequeñas, que se quedaron escandalizados por la elección de un presidente afroamericano y que se creyeron (y todavía se creen) muchas de las falsedades sobre su persona, desde su nacimiento en Kenia hasta su adhesión al islam. Los iniciadores del golpe de Estado son, por lo general, demasiado sofisticados para esas vulgaridades, aunque indudablemente no son demasiado escrupulosos a la hora de utilizarlas para conseguir el respaldo a sus objetivos primarios. Que no son otros que reducir las funciones y poderes redistributivos y reguladores del Estado norteamericano, revocando, privatizando o, al menos, limitando importantes componentes de nuestro Estado de bienestar: Seguridad Social (pensiones universales), Medicare (seguro sanitario público para los mayores de 65) y todo un espectro de beneficios y servicios en los campos de la educación, el empleo, la salud y el mantenimiento de ingresos. La posibilidad de una regulación medioambiental a gran escala, o de un proyecto para reconstruir toda la infraestructura de modo que sea más compatible con un futuro benévolo con el medio ambiente, provoca igualmente su sistemática oposición. Los obstáculos administrativos y legales a la actividad sindical son otra parte del programa. Los esfuerzos del capital políticamente organizado para mantener el control del sistema político son tan viejos como la república estadounidense. En modo alguno excluyeron utilizar al Gobierno en muchas ocasiones de todas las épocas de nuestra historia. Lo que distingue a la reciente situación es la propagación explícita y resuelta de una ideología que declara al mercado como superior al Estado, que busca transferir al sector privado funciones gubernamentales hasta ahora reservadas al Estado, y que no permite que la consideración de un mayor interés nacional (como en el comercio con otras naciones) interfiera en los intereses inmediatos del capital. La obra de innumerables economistas, las simplificaciones de un gran número de comentaristas y periodistas, la intromisión en los sistemas escolares y su manipulación, y, sobre todo, el que los medios de comunicación y lo que tenemos de discurso público queden excluidos de la discusión seria de alternativas, han culminado en la fervorosa obsesión con la que los congresistas republicanos han hecho suya la creencia de que los déficits presupuestarios son una amenaza para la nación. En 1952, John Kenneth Galbraith publicó su primera obra maestra El capitalismo americano: el concepto del poder compensatorio. En ella sostenía que la búsqueda del beneficio sin límite, la ceguera cortoplacista del capitalismo, había sido corregida por el Gobierno, apoyado por una ciudadanía consciente de sus distintos intereses, por grupos de interés público, por sindicatos y por un Congreso (y Gobiernos estatales) con un grado notable de independencia política. En 1961, Galbraith pidió al presidente Kennedy que no le nombrara jefe del Consejo de Asesores Económicos: era un blanco demasiado visible. Durante algunos años el punto de vista de Galbraith siguió siendo convincente. Sin embargo, también se fue produciendo un gradual debilitamiento de las fuerzas compensatorias con las que Galbraith contaba para hacer permanente el new deal; y un debilitamiento, asimismo, de las élites capitalistas con mayor formación y visión a largo plazo, dispuestas a aceptar un contrato social. Las razones de este doble declive siguen siendo objeto de discusión para los historiadores. La absorción de los recursos materiales y morales de la nación por la guerra fría, que se convirtió en un fin en sí misma, desempeñó ciertamente un papel. Se hizo mucho más difícil desarrollar programas de reconstrucción social a gran escala por la composición racial de los pobres en Estados Unidos, incluso aunque los blancos -por lo general, blancos sureños- fueran una mayoría entre ellos. La propia prosperidad aportada por el contrato social de la posguerra socavó la combatividad y militancia de la fuerza de trabajo sindicalizada, que quedó relativamente indefensa ante la competencia de la industria extranjera y la huida del capital norteamericano a otros países. Los efectos que tuvieron esos cambios estructurales fueron magnificados a medida que el capital financiero (el reino del pillaje y liquidación de firmas productivas, de los derivados, de los hedge funds y de la especulación arcana) se hizo cuantitativa y cualitativamente dominante. Este tipo de capitalismo, especialmente, requería la abstinencia política del Estado, que solamente podía obtenerse si poco a poco se compraba al Estado. El nuevo capitalismo hizo serios avances en el Partido Demócrata, reduciendo a una insistente actitud defensiva a los herederos del new deal que había en su seno. Cuando en 2008 el presidente Obama movilizó a millones de afroamericanos, a latinos, a jóvenes y viejos, a mujeres y a los restos del movimiento sindical, no fue menos solícito con el nuevo capitalismo, que tenía muchos menos votos pero mucho más dinero. La singular insignificancia de las iniciativas de la Casa Blanca en 2009, 2010 y este año en materia de estímulo económico, empleo y reconstrucción nacional podrían explicarse como un reflejo del real equilibrio de fuerzas políticas de la nación. Dejando aparte el furor provocado por el Tea Party y el límite de la deuda, la explicación también podría estar en esa quinta columna constituida por los agentes ideológicos y políticos del nuevo capitalismo, que está ocupando la propia Casa Blanca. Desde este punto de vista, la extraordinaria buena disposición del presidente al acuerdo mutuo no es el resultado de un nuevo alineamiento de la política estadounidense, sino una parte previsible del mismo. EL PAÍS. 15-8-2011 Editorial. El Mundo La economía española, sin combustible El crédito es la gasolina que hace funcionar el motor de una economía de mercado. Por eso cuando no lo hay las empresas grandes se ven perjudicadas en su actividad al no poder realizar inversiones, las pequeñas y medianas echan el cierre, cae la demanda interna, no es posible el crecimiento económico y, por tanto, tampoco la creación de empleo. Esta es la diabólica espiral en la que, tres años después de que estallara la crisis financiera, se encuentra atrapada la economía española. Las cifras del informe del Banco de España que hoy publicamos indican que la situación es muy alarmante porque apenas existe inversión al margen del Estado. Durante el primer semestre de 2011 el crédito a las empresas, los trabajadores autónomos y las familias se desplomó en más de 39.000 millones en relación con el último de 2010. La financiación otorgada por las entidades bancarias alcanzó la cifra más baja desde que el banco emisor empezó a elaborar la estadística, en 2003. No hay dinero para las empresas, pero tampoco para las hipotecas ni, por supuesto, para el consumo. En ese auténtico semestre negro, se concedieron la mitad de préstamos hipotecarios que el pasado año. Es fácil deducir que las tensiones de la deuda durante este mes de agosto no contribuirán a que fluya el crédito, sino todo lo contrario. El Gobierno ha insistido una y otra vez en responsabilizar a los bancos de la situación, lo cual es demagógico, ya que el Estado no es ajeno al problema. El Tesoro tiene que salir al mercado y absorber una gran cantidad de dinero para financiar el elevado déficit público. Su voracidad seca las fuentes del crédito a las entidades bancarias y, de rebote, deja sin liquidez a empresas y familias. Este es el dramático panorama al que se enfrenta España con unas elecciones generales a la vista. Tal y como dijo ayer Mariano Rajoy, se trata de «la peor herencia con la que se ha encontrado un Gobierno en la historia de la democracia». El líder del PP, que esta semana dará por finalizadas sus vacaciones, añadió que su partido «no está para protestar ni llorar, sino que está dispuesto a «tomar decisiones, gobernar y hacer las cosas bien» porque la situación «tiene salida». En efecto, pero es una salida que tiene un único camino, que pasa por una severa política de consolidación fiscal y contención del déficit, para lo que no quedará más remedio que tomar decisiones drásticas que comporten sacrificios. El caso italiano ha marcado la pauta y la próxima semana el Gobierno de Sarkozy se sumará a la senda de los recortes. Las tensiones de los mercados en agosto y la apurada posición de la deuda de los países de la zona euro han reabierto con fuerza el debate del bono europeo, en la seguridad de que la única salvación de la moneda común pasa por una política fiscal también común. El Gobierno alemán -que es quien marca la pauta- parece estar reconsiderando su oposición a la creación del bono europeo, tras el evidente fracaso de la política de rescates país por país. Sin embargo, el ministro alemán de Finanzas ha dejado muy claro -entre otras cosas porque su opinión pública es contraria a que el BCE compre deuda española e italiana- que la única posibilidad de admitir la emisión de eurobonos pasa por una política fiscal común. Y ya sabemos lo que eso quiere decir. Todos los países de la zona euro tendrán que tener una disciplina presupuestaria tan rígida como la de Alemania. Lo cual no nos deja más camino que el de las reformas profundas y no simplemente cosméticas EL MUNDO. 15-8-2011 Eurocrisis. El Confidencial El BCE compró 22.000 millones de euros en bonos italianos y españoles M. B. El Banco Central Europeo compró 22.000 millones de euros en bonos italianos y españoles la semana pasada, una cifra por encima de lo previsto por el mercado, que calculaba entre 10.000 y 15.000 millones. El BCE lanza así un mensaje de apoyo firme al euro y a los países de la unión ante la crisis de deuda. La cantidad invertida esta vez es superior a los 16.500 millones que gastó el organismo en la compra de deuda en la primera semana de mayo de 2010, al inicio de la crisis. En la segunda semana de mayo del año pasado, el BCE gastó 10.000 millones. Tal y como ponía hoy de relieve el analista Gary Jenkins, de Evolution Securities, "para probar su compromiso de que va a apoyar a países de gran tamaño como España o Italia, el BCE debería realizar intervenciones por cantidades similares o superiores". Con el dato publicado hoy, el mercado no queda decepcionado y los expertos creen que contribuirá a mejorar el ánimo de los inversores. La intervención del BCE desde el lunes pasado hasta finales de semana contribuyó a devolver cierta calma a los mercados de deuda, donde las tensiones se habían disparado. La prima de riesgo de España llegó a rozar los 400 puntos básicos el jueves 28 de julio. Un día después S&P rebajó la nota a Estados Unidos, lo que anticipaba un incremento de las rentabilidades de los países con problemas. Por eso algunos analistas consideran oportuna la intervención del BCE el lunes. Entonces se puso en duda si el organismo tendría la capacidad y la voluntad para mantener las compras el tiempo suficiente y por la cantidad necesaria como para evitar que siguiesen aumentando los diferenciales de los periféricos y de Francia respecto al ‘bund’. La cifra publicada hoy por el BCE es una primera respuesta a esas dudas. En cualquier caso, la nueva intervención del BCE en los mercados secundarios de deuda contribuyó a una importante caída de las primas de riesgo de Italia y de España y que se mantuvieran a salvo de la tormenta que vivieron los mercados de renta variable durante la semana pasada. EL CONFIDENCIAL. 15-8-2011