«Estamos al borde de una transformación global. Todo lo que necesitamos es una gran crisis y las naciones aceptarán el Nuevo Orden Mundial» David Rockefeller en una cena con embajadores de la ONU.
Una de las principales consecuencias de la globalización económica, además de la precarización social, la degradación ambiental y la uniformización cultural, es la disminución o desaparición de las soberanías nacionales, lo que por primera vez nos hace vislumbrar el fin de la era de las naciones-Estado iniciada con la independencia de los Estados Unidos en 1783 y la Revolución Francesa en 1789.
La ONU está integrada por 193 países. Sin embargo, más allá de las apariencias y los formalismos, ya no se trata de naciones-Estado sino de administraciones territoriales desprovistas de soberanía plena.
Lo que en realidad estamos contemplando en este momento histórico es el nacimiento de un nuevo modelo político, destinado a sustituir al viejo modelo de las naciones-Estado. Un modelo que se consolida a medida que la globalización despoja a los países de su soberanía y se configura un sistema de gobernanza mundial.
El “Nuevo Orden Mundial” que todos los últimos presidentes y primeros ministros occidentales anuncian efusiva y reiteradamente desde el atentado de 2001 contra las Torres Gemelas no es más que el nombre con el que la elite de las altas finanzas ha bautizado su proyecto político […]«Un mundo multipolar es una amenaza para el proyecto de la elite globalista»
La caída del muro de Berlín en 1989 puso fin a la guerra fría y a un mundo bipolar. Muchos creyeron adivinar el advenimiento de un mundo unipolar, dominado por occidente, con Estados Unidos a la cabeza. Sin embargo la globalización ha tenido también otra consecuencia colateral: la irrupción de los llamados “países emergentes” en la escena internacional. Con el BRIC (Brasil, Rusia, India y China) el mundo es geopolíticamente diverso, multipolar.
Obviamente, un mundo multipolar es una amenaza para el proyecto de la elite globalista: el Nuevo Orden Mundial es, por definición, unipolar. Esta es la razón por la que estamos ante una especie de segunda guerra fría y existe una creciente tensión entre las fuerzas globalistas plutocráticas y los países emergentes, en cuyo campo no solo militan los países del BRIC, sino también muchos otros como Venezuela, Irán Sudáfrica, Myanmar, Vietnam, etc., que por sus recursos confieren un extraordinario poder al polo opuesto al cártel de los banqueros internacionales.
[…] Hay que poner fin al actual sistema bancario y monetario, a la supremacía del dólar como moneda internacional, acabar con el mercado de los derivados financieros, con la delirante macro estafa de los CDS, cuyo volumen de negocios (700 billones de euros) es 12 veces superior a toda la riqueza mundial, eliminar los paraísos fiscales que custodian más de 10 billones de euros de dinero negro, los privilegios de las grandes fortunas, y tal vez suprimir los Bancos Centrales, racionalizar la producción y el consumo, frenar el deterioro ecológico y buscar solución al inminente fin del petróleo barato (el pico petrolero), cambiando el modelo económico y energético petrodependiente por un modelo basado en la equidad social, la responsabilidad ambiental, la descentralización económica y energética, implementando necesariamente la eficiencia y las energías renovables.