Las hazañas ocurren contra los pronósticos. Cuando se arranca una victoria de las manos de la derrota, el triunfo no sólo sabe a alivio, sino a épica.
La izquierda francesa, los millones de hombres y mujeres de la izquierda francesa saltaron de alegría y sorpresa al ver el primer pantallazo que les mostraba el resultado de las elecciones legislativas.
Durante semanas, la angustia de ver cómo la extrema derecha racista, xenófoba, identitaria y fascista de Le Pen podía culminar con éxito su asalto al gobierno les había apesadumbrado. Todas las encuestas daban por segura la victoria de Reagrupamiento Nacional, y la incógnita era con cuanta ventaja.
Pero no ha sido así. En el último momento y de manera inesperada, Francia ha taponado el ascenso de la extrema derecha, sentándolos en el tercer puesto en la Asamblea Nacional. Y lo ha hecho además dando la victoria en las urnas a un Nuevo Frente Popular que ni siquiera existía cuando arrancó junio.
La izquierda francesa ha sabido unirse y movilizar a la población contra una ultraderecha que es una amenaza más que real para la democracia y las libertades, que defiende la xenofobia y el racismo, que vomita discursos demagógicos para enfrentar y dividir a la población, presentándose como «outsiders» del ·»establishment» cuando reciben millonarios apoyos de magnates y oligarcas de la resabiada burguesía monopolista gala, o apoyos explícitos -e inconfesables inyecciones de rublos y dólares- de los más reaccionarios centros de poder de Washington y Moscú, de la Rusia de Putin o de la alt-right y del trumpismo de EEUU.
Pero la izquierda francesa ha sabido también unirse y movilzarse contra un Macron que quintaesencia a unas élites políticas parisinas y a una clase dominante entregada a permanentes ataques contra las clases populares y trabajadoras. Uniéndose en torno a un programa que supone una enmienda a la totalidad de las políticas macronistas, y al saqueo financiero y monopolista sobre amplias capas de la población.
El rompecabezas político en Francia sigue siendo enormemente complejo, y ahora Macron está llamado a cohabitar con un Nuevo Frente Nacional enemistado con él.
No sabemos aún que resultará del puzle y si será posible esta cohabitación, pero lo que es seguro es que la lucha de la izquierda francesa no sólo ha evitado un gobierno de la extrema derecha, sino que ha generado muchas mejores condiciones para que avancen los intereses de las clases populares.
Y esto no sólo es una excelente noticia para el pueblo francés, sino para las clases populares de toda Europa.
La izquierda francesa ha conquistado contra todo pronóstico una épica victoria. Nos unimos a su júbilo y a su celebración.