La reciente visita de Donald Trump a Europa -donde asistió a la cumbre de la OTAN, hizo una gira por Reino Unido y acabó reuniéndose con Putin en Helsinki- muestran a las claras los ejes rectores de la actual política norteamericana hacia sus vasallos del viejo continente. Los agresivos gestos de degradación van de la mano de la imposición de mayores tributos y de un encuadramiento militar cada vez más férreo.
Los tiempos han cambiado para la relación transatlántica. Obama comenzó su segundo mandato dando un discurso en Berlín ante un público entregado, y tratando a la Alemania de Merkel como su virrey en Europa. Por el contrario, Trump ha colocado a Europa en la diana, y a Alemania en su centro. «La UE es el enemigo», ha llegado a decir el neoyorquino en una entrevista a la cadena televisiva CBS.
En su reciente paso por Europa, Trump ha protagonizado una bronca cumbre de la OTAN, embistiendo contra Alemania y sus aliados. Les ha exigido que aumenten sus gastos de defensa no ya hasta alcanzar el 2% de sus PIB (como estaba acordado desde 2014), sino hasta el doble, hasta un draconiano 4% del PIB: un objetivo de inversión militar que no se puede conseguir sin hacer importantes reajustes económicos de alto coste social y que suponen un lastre financiero para las burguesías monopolistas.
Los ataques han ido especialmente dirigidos contra la cabeza de la UE, Alemania, a la que Trump -delante de las cámaras de TV del mundo- abroncó acusándole de ser «cautiva» de Rusia. Berlín y Moscú han acordado la construcción conjunta de un importante gaseoducto (Nord Stream II) a través del Báltico. «Alemania paga miles y miles de millones de dólares al año a Rusia y tenemos que defenderlos contra Rusia» dijo Trump ante el secretario general de la OTAN. «Están totalmente controlados por Rusia porque obtendrán entre el 60% y el 70% de la energía a través del nuevo gasoducto”, clamó Trump ante la OTAN.
Trump ha calificado de «morosos» a los países de la OTAN que no destinan el 2% de su PIB al gasto en Defensa. «Son morosos en lo que a mí respecta porque EEUU ha tenido que pagar por ellos», ha dicho el neoyorquino. En el último año, de conjunto Europa ha aumentado en 30.000 millones de euros sus gastos en Defensa, lo que para Washington es completamente insuficiente. Solo cuatro países llegan al umbral del 2% del PIB: Reino Unido y los países bálticos.
Además, Trump exige que la parte del león de ese gasto militar de los miembros de la OTAN vaya destinado a la compra de armamento por parte de los europeos a la industria armamentística norteamericana. Pero los europeos pretenden aprobar leyes para que ese aumento de gasto vaya para formar una gran industria armamentística europea, algo que Washington no está dispuesto a tolerar.
La superpotencia -que destina más de 650.000 millones de dólares anuales a la OTAN, más del doble que el resto de los 27 países miembros- tiene la necesidad imperiosa de que sus vasallos europeos aumenten sus capacidades y su implicación militar en su diseño global de dominio, sustituyendo a las fuerzas norteamericanas en los escenarios de Oriente Medio, Africa y el Este de Europa, para que el Pentágono pueda concentrar el grueso de su fuerza en Asia Pacífico y la contención de China.
Pero los ataques de la administraciòn Trump contra los «morosos» europeos no se dirigen solo a que los miembros de la UE traguen con el gasto y el encuadramiento que exige el Pentágono. EEUU tiene otros designios, como una guerra comercial que tiene por objetivo último conseguir de la UE unas relaciones comerciales draconianamente favorables a los intereses del gran capital norteamericano. Imponiéndoselo a Europa de conjunto… o yendo país por país.
Para ello Trump está dispuesto a trabajar por la mismísima desintegración de la Unión Europea. La línea Trump está promoviendo -desde su llegada a la Casa Blanca, pero más intensamente en los últimos meses- activamente todas las líneas de fractura y disgregación de Europa, y atacando especialmente a su cabeza: Alemania. Comenzando por su apoyo al Brexit, y ahora exigiendo un «Brexit duro». Y alentando todo tipo de corrientes de ultraderecha, xenófobas y anti-UE. Desde los reaccionarios gobiernos de Austria, Hungría o (ahora) Italia, a opciones ultrareaccionarias como Alternativa por Alemania o el Frente Nacional de Le Pen.
green hornet dice:
Por lo que afecta a España: mayor desestabilización en Catalunya y Euskadi.Urkullu y Joaquín van a dar muuuucha guerra
ABAJO EUROPA dice:
Existe determinación de tal hecho desde la concentración progresiva del Capital político, económico, cultural, etc. El Imperio conjuga ya lo particular con lo global, sin pasar por el mediador «occidental». El Imperio es cada vez menos «occidental» y cada vez más USA y a la vez global. Vicente Verdú había escrito «El Planeta americano» pero no acabó el libro -no lo resolvió-, ya que no tuvo en cuenta el corolario sintético de la dialéctica: cuando el Planeta se americaniza, el Imperio mismo se multi-acultura. «Occidente» es una categoría cada vez más reificada, esto es, cada vez menos informativa a la ciencia de explicar el curso mundial y de pronosticarlo. Actualmente las fronteras del primer mundo se adentran en los intersticios de las fronteras nacionales tercermundistas, estabilizándose en su interior y conformando un Imperio global donde la Superpotencia (núcleo del Imperio) no tiene ya que emplear la bisagra europea, puesto que el imperio ya ES zonas de Indonesia, Malasia, Filipinas, barrios privados en toda América Latina donde se compra en Amazon… Hasta en Iraq la zona verde es Imperio, con cientos de miles de privilegiados colonos (trabajadores civiles, servicios secretos, ex marines, militares, ingenieros sociopolíticos pertenecientes a las ONGs, agentes locales…). Europa se pudre y eso para España es algo que celebrar con champán francés.