«Es ya una costumbre que quienes defienden con mayor ardor la moderación salarial sean los que jamás moderan los suyos ni renuncian a un nuevo estipendio. En su opinión, si aquí se destruye empleo a la velocidad de la luz es porque ganamos mucho y despedir cuesta muy caro»
Y la rueba de que subir los sueldos no sirve para aumentar el consumo es que en 2009 los salarios crecieron un 4% y el consumo cayó un 5%. Quizás fuera porque un millón de personas se quedó en la calle pese a que costaba un pico despedirlas, y el resto se puso a ahorrar por si estaban los siguientes en la lista. (PÚBLICO) EL PAÍS.- Primero fueron a por los sin papeles, pero como yo tenía documentación, guardé silencio; después vinieron a llevarse a los sin techo y no dije nada, porque no duermo en la calle; después vinieron a buscar a los musulmanes, pero yo no tenía esa religión y miré a otro lado; después vinieron por todos los inmigrantes y no protesté porque yo estaba en mi país; finalmente, se llevaron a gays, judíos y demócratas, tampoco reaccioné pues pensé que no era mi problema, y cuando vinieron a buscarme no había nadie que pudiera protestar. Opinión. Público Estos mileuristas es que van provocando Juan Carlos Escudier Aunque en España se cobra la mitad que en Alemania, Holanda o Reino Unido y, en general, un 20% menos que la media de la UE, la CEOE sigue con la copla de que los salarios de los trabajadores son los culpables del paro, algo que su presidente trata de remediar a toda prisa dejando de pagar a los suyos. El último en anatemizar los sueldos ha sido el responsable de Economía y Finanzas de la patronal, José Luis Feito, un hombre que sabe de lo que habla porque tiene cuatro; a saber: el de la CEOE y los que le corresponden como presidente del lobby de las autopistas españolas (ASETA), de su homóloga europea (ASECAP) y del Instituto de Estudios Económicos. Es ya una costumbre que quienes defienden con mayor ardor la moderación salarial sean los que jamás moderan los suyos ni renuncian a un nuevo estipendio. Feito es uno de ellos. En su opinión, si aquí se destruye empleo a la velocidad de la luz es porque ganamos mucho y despedir cuesta muy caro, y la prueba de que subir los sueldos no sirve para aumentar el consumo es que en 2009 los salarios crecieron un 4% y el consumo cayó un 5%. Quizás fuera porque un millón de personas se quedó en la calle pese a que costaba un pico despedirlas, y el resto se puso a ahorrar por si estaban los siguientes en la lista. Los culpables del paro son los mileuristas, que es que van provocando. Y las verdaderas víctimas son esos grandes emprendedores, que si no aprovecharon quince años de bonanza para fortalecer sus empresas y se dedicaron a especular para forrarse a toda prisa fue porque estaba en su naturaleza, ya que no se puede pedir al escorpión que no se ahogue si con ello ha de perdonar la vida a la rana que le cruza el río. ¿Iba a desaprovechar Díaz Ferrán y su conglomerado turístico la oportunidad de dar un pelotazo en SOS o de entrar como un jeque en la quebrada Martinsa? ¿Que con esos 125 millones de euros perdidos no hubiera quebrado Air Comet? Pues eso, que la culpa es del despido, que es carísimo. Con este buen rollo previo, la CEOE se sentó ayer con los sindicatos y el Gobierno en la segunda ronda del diálogo social. Después de casi dos millones de nuevos desempleados, los interlocutores sociales han descubierto que en Alemania evitan despidos combinando reducciones de jornada y prestaciones públicas. La patronal parece estar por la labor. Ha echado cuentas y sale barato. PÚBLICO. 21-1-2010 Opinión. El País Suiza, Italia, Vic, xenofobia institucionalizada Abdelhamid Beyuki / Esteban Ibarra Primero fueron a por los sin papeles, pero como yo tenía documentación, guardé silencio; después vinieron a llevarse a los sin techo y no dije nada, porque no duermo en la calle; después vinieron a buscar a los musulmanes, pero yo no tenía esa religión y miré a otro lado; después vinieron por todos los inmigrantes y no protesté porque yo estaba en mi país; finalmente, se llevaron a gays, judíos y demócratas, tampoco reaccioné pues pensé que no era mi problema, y cuando vinieron a buscarme no había nadie que pudiera protestar. Parafraseando al pastor luterano alemán Martin Niemöller y su conocido poema (adjudicado por error a Bertold Brecht), que hacía referencia al avance del odio nazi en la Europa intolerante de los años 30, hoy tres acontecimientos graves anuncian una nueva etapa de tensiones en la Europa del siglo XXI, tres acontecimientos que coinciden y se producen con la crisis económica que azota el mundo, tres acontecimientos que ponen a prueba la capacidad de la Unión Europea de integrar su diversidad étnica, religiosa y cultural, sus inmigrantes, y tres acontecimientos que implican a las instituciones públicas de países democráticos en actos de discriminación y racismo institucional. Por primera vez en la historia contemporánea de un país europeo como Suiza se lleva a cabo un referéndum sobre símbolos religiosos como son los minaretes musulmanes, un referéndum que acaba por prohibir el ejercicio pleno de unos derechos fundamentales protegidos por la propia Constitución de aquel país y por todos los tratados internacionales en materia de derechos humanos. Este referéndum no deja de ser un grave atropello a la convivencia y un precedente aplicable a los demás derechos que parecían consolidados en Occidente; tal vez Suiza, Francia o cualquier otro país democrático pueda mañana celebrar un referéndum sobre símbolos cristianos o sinagogas. ¿Y cómo puede reaccionar Europa a un referéndum sobre las Iglesias católicas en Malasia, por no hablar de un país árabe o musulmán? ¿Qué más argumentos necesitan los radicales de Afganistán o de Irak para continuar su guerra contra las libertades que se predican desde Occidente? Pues bien, semejante barbaridad acaba regalando a los radicales de Al Qaeda argumentos para expandir su terrorismo, además de debilitar a los muchos millones de musulmanes moderados que quieren vivir en paz y seguridad y creen en los valores universales de la democracia y la libertad. Un referéndum con consecuencias, pues no han tardado en manifestarse en otros países muchos movimientos racistas y neonazis, también en España, movilizándose para exigir iniciativas antimusulmanas parecidas, utilizando el mismo lema de la campaña suiza en contra de los minaretes. No obstante, aún es más grave lo ocurrido en el sur de Italia, cuando la complicidad con la mafia de ciudadanos en Calabria permitió el linchamiento de seres humanos por el hecho de ser inmigrantes y negros, un linchamiento que vino precedido de la aprobación hace un año en ese país de la Ley de Seguridad que convierte en delito la inmigración clandestina, olvidando no sólo la integración sino el control del trabajo sumergido, con el efecto de ayudar a las mafias a esclavizar a los sin papeles. El Gobierno que permitió las patrullas racistas no parecía enterado de la explotación de 20.000 trabajadores extranjeros y sólo se entera cuando son linchados, no vacilando en justificar los hechos y, para colmo, anunciando dureza contra la inmigración irregular, como si fueran los inmigrantes los autores del crimen y no sus víctimas. Tan dramáticas han sido las imágenes de Calabria que el Papa de la Iglesia de Roma ha clamado en defensa de los inmigrantes. Y tan pasivos hemos sido todos, como si fuera un hecho aislado y normal, que asusta el silencio colectivo. ¿Es ésta la Europa de los ciudadanos que queremos? Por último, el Ayuntamiento de Vic en Cataluña se permite burlar la legalidad -con partidos democráticos asumiendo posiciones ultras y xenófobas- al negarse a empadronar a los inmigrantes que no tienen la tarjeta de residencia en vigor, y ello con argumentos claramente discriminatorios y privándoles de derechos tan esenciales como la salud y la educación, al igual que de una posible regularización por arraigo. El episodio de Vic nos recuerda cómo se fraguaron los sucesos de El Ejido, cómo se calentó la intolerancia de los vecinos de aquel pueblo almeriense con las arengas y medidas del infame ex alcalde Enciso (hoy imputado por corrupción) y cómo acabaron inmortalizados en imágenes vergonzosas de caza al inmigrante. Algunos advertimos entonces del parecido entre ambas localidades -El Ejido y Vic- y fuimos duramente contestados por la mayoría de los partidos catalanes -incluido el apreciado ex presidente Pujol- . Ahora esperamos que entre todos seamos capaces de reconducir esta locura, que pretende institucionalizar el odio. EL PAÍS. 21-1-2010