«Los españoles no podemos elegir No tenemos libertad». Bajo esta proclama de claudicación absoluta anunciaba Rajoy en el Congreso una salvaje batería de recortes. Podía haberse ahorrado la comparecencia. Bruselas ya había anunciado pocas horas antes su nuevo programa de gobierno al publicar un memorando con 32 medidas de obligado cumplimiento. Somos un país intervenido por el FMI y la UE, por Washington y Berlín. Este «y no las consecuencias de la crisis, el lastre del ladrillo o los efectos del agujero bancario- es el origen de todos los recortes.
Nosotros lo dijimos desde estas páginas hace cuatro años: el objetivo de EEUU y Alemania es degradar a España, liquidar nuestra soberanía para proceder a un saqueo sistemático de nuestra riqueza.
Ahora ya es oficial. Y la intervención de España es comentada en todos los medios. Os ofrecemos dos ejemplos significativos. Un medio “progubernamental” como El Mundo, y el máximo portavoz de la gran burguesía catalana –La Vanguardia-. Desde posiciones muy divergentes, les es imposible negar la realidad. Como reflejamos en nuestra portada, en la Moncloa ya no hondea la bandera española, sino la norteamericana o la alemana. «En la Moncloa ya no hondea la bandera española, ha sido sustituida por el emblema del FMI y de la UE»
Por eso resulta sorprendente que, ante estas evidencias de intervención exterior, los sindicatos mayoritarios –CCOO y UGT- fijen, en la convocatoria de las manifestaciones del 19-J, el punto de mira en la reunión que unas horas antes de comparecer, Rajoy mantuvo con los principales empresarios y banqueros españoles.
Merkel y el FMI en la Moncloa
Cuando Rajoy compareció el miércoles por la mañana en el parlamento para anunciar el nuevo salto en la aplicación de los recortes, éstos ya estaban diseñados y difundidos por parte de Bruselas. Rajoy actuó, en los hechos, como portavoz tutelado de la UE en España.
El día anterior, la Comisión Europea había publicado un memorando de 20 páginas, donde se especificaban con pelos y señales las 32 condiciones que Bruselas impone a España para poder empezar a recibir los 100.000 millones en líneas de crédito a los bancos.
La intervención sobre España es oficial, y es total. Se da un plazo de tres meses al gobierno español para poner en marcha una salvaje batería de recortes que incluyen subidas de impuestos, rebajas salariales, tijeretazo en sanidad y educación, reducción de las prestaciones por desempleo, “reforma” de las pensiones…
Y que se atreve a cuestionar reglas centenarias que son emblema de la soberanía nacional. Se va a liquidar el “deber de secreto” del Banco de España. A partir de ahora, según una resolución publicada en el BOE por expresa imposición exterior, “la información que el Banco de España “tenga que facilitar a la Comisión Europea, al BCE, a la Autoridad Bancaria Europea, al FMI, a la Facilidad Europea de Estabilización Financiera y al Mecanismo Europeo de Estabilidad” quedará “exceptuada del deber de secreto”.
Cada tres meses, España será sometida a la rigurosa inspección de los “hombres de negro” de la Troika. Los inspectores del FMI, de la Comisión Europea y del Banco Central Europeo, fiscalizarán el cumplimiento del “programa de estabilidad”, es decir exigirán la estricta aplicación de todo el programa de recortes en los plazos impuestos.
No será una presencia ocasional, sino una sombra permanente que perpetuará la intervención. Los inspectores del FMI hace días que recorren España. Se han reunido en secreto con varias comunidades autónomas –Valencia y Andalucía entre ellas- para “revisar sus cuentas”, y asegurarse de que en sus presupuestos incluyen todos los tijeretazos en gastos sociales que Washington y Berlín exigen.
Una intervención permanente
No sufrimos una intervención puntual. Ha estallado ahora, ante los ojos de todo el mundo, pero se viene fraguando desde hace varios años, como hemos señalado desde el De Verdad.
Como pueden comprobar nuestros lectores en uno de los artículos que reproducimos en esta página, el 5 de agosto del pasado año, se recibió por carta en Moncloa el “acuse de recibo de la intervención”.
Con membrete del Banco Central Europeo, la misiva detallaba con absoluta precisión la “hoja de ruta” de los recortes que España debía acometer obligatoriamente. Este era el “programa oculto” de Rajoy, el que no podía desvelar en las generales porque imponía, desde fuera, el mayor programa de recortes de la historia.
Después, los acontecimientos se han sucedido. Aparentemente fruto de una concatenación de “cataclismos económicos”. En realidad, sujetos a un guión previamente establecido en Washington y Berlín, en el FMI y el BCE.
Las posteriores subidas de la prima de riesgo o bajadas de la bolsa, o la divulgación de los agujeros negros de las cuentas de bancos y cajas, han sido el ariete empleado para quebrar las resistencias a aplicar a rajatabla el plan de intervención y saqueo sobre España que Washington y Berlín habían decidido.
Esta es la realidad de España. Nos han relegado poco menos que al nivel de un protectorado. Las principales decisiones se toman en Washington y Berlín, y luego son comunicadas por el gobierno o los ministros españoles.
Ha llegado el momento de rebelarse. La defensa de la soberanía nacional es una premisa indispensable para poder imponer un camino diferente al de los recortes y el saqueo para la mayoría de la población.