Mariano Rajoy intentará dibujar una nueva geometría española. Una geometría que enmiende las líneas débiles de José Luis Rodríguez Zapatero y evite los borrones de José María Aznar, en una época en la que la buena tinta escasea. El nuevo gobierno español buscará una vía de acuerdo preferente con la cancillería de Berlín; trabajará para mantener una buena relación con Francia, sin ser prisionero del palacio del Elíseo; e intentará contrapesar la actual debilidad de España en la Unión Europea con una intensa reaproximación a todo el continente americano. La debilitada España se esforzará en ganar peso en el núcleo europeo cultivando su dimensión atlántica, justo en el momento en que Gran Bretaña se aleja del continente.