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España abraza la austeridad

Mientras que Grecia regatea cada detalle del lan de austeridad impuesto por la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional, España es el estudiante más aplicado de Europa.Incluso cuando los socialistas estaban todaví­a en el poder, España tomó la iniciativa en el recorte de las pensiones, los gastos sociales y la reducción de los salarios, comprometiéndose a reducir los peligrosos niveles de déficit y deuda pública. El conservador primer ministro electo hace tres meses, Mariano Rajoy, está llevando a cabo aún más vigorosamente los recortes, aumentando los impuestos y rehaciendo las leyes laborales.Las drásticas medidas de España de apretarse el cinturón han puesto las cuentas públicas en la dirección correcta por primera vez desde que la crisis financiera europea entró en erupción el año pasado. Pero al hacerlo, ha enviado la economí­a a la recesión, la aceleración de la oleada de despidos y el oscurecimiento del horizonte para millones de trabajadores.En casi todos los paí­ses de la UE que utilizan la moneda común, el euro, la mayorí­a de los lí­deres han tomado una opción desalentadora: equilibrar los presupuestos, pero abandonando el crecimiento y el empleo. A pesar de que habitualmente prometen estimular sus economí­as, en particular el presidente francés, Nicolas Sarkozy que afronta elecciones esta primavera: los profundos recortes de gastos necesarios para reducir el déficit y la deuda pública están, de hecho, estrangulado la actividad económica.Con la excepción de Alemania, el crecimiento cero, o incluso la recesión, es la previsión para la mayor parte del continente durante el resto del año y tal vez más allá. Como resultado, los ingresos fiscales necesarios para financiar la acción del gobierno están disminuyendo y, en el lado más triste del coste humano, el desempleo se ha elevado a nuevas alturas.Rajoy advirtió la semana pasada que el desempleo en España «que está ya entre los más altos de Europa, casi un 23 por ciento» es probable que aumente aun más antes de que termine el año. La perspectiva para los jóvenes de 24 años y menores, entre los cuales el desempleo ha alcanzado el 46 por ciento, es particularmente sombrí­o.»Este año va a ser malo», dijo Rajoy en el Parlamento. «Tenemos que decí­rselo a los españoles».Eso no fue bien recibido, pero tampoco fue una noticia inesperada para Carlos Burillo, marchando alrededor de la Plaza de la Libertad de Madrid en una frí­a noche de invierno en una manifestación convocada por los sindicatos. El profesor de educación fí­sica de 33 años de edad, se encuentra trabajando provisionalmente en una escuela de secundaria de esta ciudad, pero a partir de septiembre se enfrenta a una nueva ronda de desempleo a menos que pueda encontrar un lugar en el que ser contratado.»Esta crisis es en toda Europa», dice. «Esperemos que esto sólo dure tres años o menos.»Desempleados a los 59 añosUna de esas personas en paro, Martí­n, pasa mucho tiempo caminando. Dice que anda de aquí­ para allá en el barrio de Vallecas de Madrid, camina para ir a ninguna parte, caminando sólo para pasar las hora del dí­a.Acude una hora diaria a un curso de informática organizado por la oficina de desempleo de Madrid, dice, evitando la mirada y sin querer dar su apellido. Pero durante el resto del tiempo, caminar es todo lo que tiene que hacer.Martin, de 59 años, no siempre ha sido un andador. Durante los años de auge de España, era un trabajador de la construcción especializado en la toma de datos topográficos para los nuevos caminos y calles que estaban previstos en todas partes a la vez. A continuación, hace dos años, todo se fue a la quiebra. Las urbanizaciones fueron a la quiebra. La compañí­a para la que trabajaba no tení­a más proyectos (…)»Nuestro problema es la obediencia»Para Martin, los problemas de España se deben en gran medida al despilfarro de los socialistas del ex primer ministro José Luis Rodrí­guez Zapatero. Zapatero no se dio cuenta de la gravedad de la crisis económica, que ya se abatí­a sobre Europa en 2008, dice, y no tomó medidas drásticas contra la corrupción que infecta al gobierno central y en especial a los gobiernos autonómicos de Cataluña y otras regiones (…)Para otros, el problema es que los lí­deres de España están muy dispuestos a escuchar a Alemania, la Unión Europea o el Fondo Monetario Internacional » que exigen una férrea disciplina presupuestaria para poner el déficit y la deuda bajo control.»Ese es el problema», dice Jordi Somani, que perdió su trabajo como técnico de teléfonos móviles hace dos años y no ha encontrado nada que lo sustituya. «Ya no depende de nuestro propio gobierno, sino de Alemania o el FMI.»El diario El Paí­s, tradicionalmente favorable a los socialistas, informó esta semana del esfuerzo de Rajoy para obtener de la UE la aprobación a sus planes de reforma laboral, incluyendo una posible reducción en las prestaciones de jubilación. «Pero los alemanes quieren más», decí­a el informe. «Mucho más».Un cartel pegado por un grupo de extrema izquierda en Vallecas dice que los españoles han sido demasiado complacientes, sugiriendo que hay que levantarse contra el sistema.»Ni el trabajo, ni la crisis, ni el desempleo, ni la jubilación, ni las hipotecas, ni la reforma laboral», declara en un dibujo un trabajador con una cadena alrededor de su cuello. «Nuestro problema es la obediencia.»Miles de jóvenes que se reunieron en la Plaza Sol de Madrid de la pasada primavera lo sentí­an de la misma manera. «No a la crisis», gritaban.Los manifestantes rechazan a los dos principales partidos polí­ticos españoles, el Partido Popular y el Partido Socialista Obrero, y se quejan de que los sindicatos tradicionales están demasiado incrustados con el gobierno para representar con fidelidad a los trabajadores. Como parte de un levantamiento de los jóvenes en todo el mundo, el movimiento de la Plaza del Sol recibió una amplia cobertura en la prensa española y europea como un signo de los tiempos.La plaza ha estado vací­a durante meses, sin embargo, y el conservador Partido Popular de Rajoy batió fácilmente a los socialistas en las elecciones de noviembre con la promesa de aún más austeridad, aún más recortes y aún más despidos.Uno de los que acamparon en la plaza, Carlos Sepúlveda, dice que los jóvenes se mantienen en contacto a través de reuniones y conversaciones por Internet, incluso aunque no se reúnan en la plaza. Planean otra marcha, en mayo, esperando que se coordine con otras alrededor del mundo.El objetivo de los «indignados» en la plaza, dice, no iba dirigida a influir en las elecciones o en la reforma de los partidos polí­ticos. Fue más bien a gritar que el sistema no está funcionando y que nuevas ideas sobre la crisis económica deben ser aplicadas.»Estamos cansados de los polí­ticos», declara uno de los asistentes de 30 años de edad, profesor a tiempo parcial, liando un cigarrillo ante un café caliente. «Lo que logramos fue intangible. Lo que hicimos fue poner en el debate polí­tico las preguntas que hasta entonces no existí­an.»Para Sepúlveda y los indignados, la crisis financiera de España se produjo cuando los bancos se enfrentaron al peligro de insolvencia debido a que estalló la burbuja inmobiliaria, que les dejó con miles de millones en préstamos tóxicos. Para salvar a los bancos, dice, el gobierno entregó miles de millones de dólares en fondos de rescate, acumulando un déficit y asumiendo una deuda insoportable que ahora tienen que ser reducidos.»Usted no puede decir que aquí­ no hay dinero», dice, señalando los miles de millones canalizados a los bancos en quiebra. «Hay dinero. Pero, ¿dónde está el dinero?»

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