Por primera vez en la historia de la política vasca, existe una mayoría parlamentaria no nacionalista. Por primera vez, estamos ante la posibilidad real de enviar a la oposición a los Ibarretxe, Arzallus y Eguibar, y conquistar un gobierno que desmantele el régimen etnicista imperante durante 30 años. Por fin, es e momento de la libertad en Euskadi. Y esa reponsabilidad recae sobre el PSE-EE, la fuerza nacionalista más votada, obligado a hacer posible el anhelo de libertad de la sociedad vasca. Todos los demócratas debemos apoyar, y sobre todo exigir, que así sea.
La sociedad vasca ha recogido el guante de Ibarretxe y ha decidido con una rotundidad fuera de toda duda o tergiversacción.Por mucho que los jelkides retendan esconderlo presentándose como el partido más votado, el castigo al etnicismo de Ibarretxe ha sido mayúsculo.El PNV ha perdido 33,740 votos, pero el conjunto del tripartito se ha dejado hasta 62.629 sufragios desde las últimas autonómicas. Y el conjunto de fuerzas que, de una manera o de otra, han respaldado el nacionalismo excluyente cuentan ahora con 150.350 votos menos que hace cuatro años-¡Sí, la sociedad vasca ha decidido. Y a expresado políticamente el rotundo rechazo al etnicismo y el nacionalismo excluyente.El resultado de las urnas es concluyente. Por primera vez, las fuerzas no nacionalistas (PSE-EE, PP y UPyD) obtienen mayoría absoluta, un 50,46% de los votos y 38 escaños.Hemos sufrido treinta años de un régimen etnicista que, apoyándose en los resortes y el ingente presupuesto del gobierno autonómico, ha impuesto una densa maraña de totalitarismo excluyente, conculcando las libertades y los derechos políticos de los vascos.Pero todo esto puede quedar atrás. Ahora es posible un lehendakari no nacionalista que deamantele el régimen excluyente: acabando con la educación en el odio a España, amparando y protegiendo a las víctimas, eliminando las subvenciones al entorno de ETA, dejando definitivamente atrás los delirios soberanistas, garantizando la libertad de sentirse tan vasco como español sin ser señalado y amenazado…Todo ello es posible y necesario. Y esa responsabilidad histórica recae sobre el PSE-EE, y en particular sobre Patxi López. Los 315.893 votos socialistas, 40.000 más que en las anteriores elecciones, son votos por la libertad, para desalojar a Ibarretxe del gobierno y propiciar un ejecutivo vasco que acabe con el etnicismo.El PP ha expesado su voluntad de apoyar la investidura de Patxi López, sin reclamar por ello compensación alguna en forma de consejerías. Rosa Díez fue contundente en la noche electoral al proclamar que el diputado de UPyD sería clave para hacer posible un gobierno constitucionalista.Patxi López manifestó en la noche electoral que se siente "legitimado para liderar el cambio (…) mantengo la ambicion de liderar un proyecto de cambio".Antes y después de la campaña se ha especulado con un futurible pacto entre el PSE-EE y el PNV. Posibilidad que las vacilaciones de la actual dirección del PSE -expresadas durante la tregua y la negociación- parecen abonar.Pero tras el verdicto de las urnas, eso seria algo más que una traición, en primer lugar a los votantes socialistas que anhelan un cambio por la libertad.A la dirección del PSE-EE le toca estar a la altura de esta oportunidad histórica. Al conjunto de la sociedad nos corresponde mantenernos vigilantes para que así sea.