Usted es un actor imrescindible del cine español de los últimos 30 años. Sin embargo, casi nadie conoce aquí su trayectoria antes de llegar a España en los 70. Usted creó en 1950 en Buenos Aires la compañía “Nuevo Teatro”, que supuso una renovación de la escena argentina, y la estuvo dirigiendo hasta 1968. Háblenos un poco de esos años. Fue un movimiento de teatro independiente de renovación ideológica y estética. Tuvo una fuerte raigambre popular en torno al cual se conformó un núcleo de gente importante. Eran los años del peronismo, que aunque pretendía controlar la cultura de entonces, a nosotros nos dejaron hacer, incluso representar autores como Gorki. Yo tenía 20 años cuando empezamos, llevaba incursionando desde los 11 años en la interpretación, pero en ese movimiento me formé estéticamente. No recibíamos ni un duro oficial. Fue muy enriquecedor para nosotros y para el público. En los 70 empecé también en el cine. Hubo 2 o 3 títulos de aquella época que trascendieron. Mientras, la situación política se iba haciendo peligrosa. Estando en el festival de S Sebastián con la película “La Tregua” (basada en una novela de Mario Benedetti) me amenazó de muerte la Triple A. Decidí quedarme en España unos meses a la espera de que pasara todo, pero iba cada vez a peor. Hasta que mi mujer decidió coger a nuestros dos hijos, muy pequeños entonces, y reunirse conmigo aquí. Ya no volvimos. Viví toda la transición española .Fue un tiempo difícil, tener que empezar de 0 en un país desconocido, donde lo único común es el idioma. No tenía documentación. Pero hubo muchas manos generosas que me ayudaron. Fue algo muy inolvidable y conmovedor: Querejeta, Nuria Espert, Juan Diego…Me facilitaron el traslado. Normal. Somos hermanos. ¿No hizo lo mismo Argentina con los exiliados republicanos españoles? Ayudarles, acogerles y darles una nueva patria. Es verdad. Miles de ellos se asentaron allá. Y su contribución a la cultura argentina fue impagable. Yo conocí a muchos de ellos La Argentina anterior al golpe vivía en el terreno cultural una edad de oro que en parte la dictadura truncó.: desapariciones, exilio, censura…En la España de nuestra dictadura había pasado algo similar, pero luego buena parte de ese patrimonio cultural lo hemos ido recuperando, aunque aún no todo. ¿Ha podido recuperar Argentina el suyo para las nuevas generaciones? En Argentina los golpes de Estado han sido constantes, aunque el del 76 fue el súmmum. Pero siempre tuvimos el arma de la palabra, no dejó de estar vigente. En plena dictadura se seguía desarrollando el movimiento cultural. El teatro seguía abierto, con directores argentinos, y obras de autores argentinos en cartel. Era la única contestación posible. Y las representaciones tenían gran trascendencia. Claro que ellos incendiaban teatros y secuestraban gente, pero siempre estaba viva la llama cultural a pesar de todo. No se paró nunca. Se vino a España, y desde entonces el cariño y reconocimiento del público español es manifiesto. Usted es “uno de los nuestros”. Me dijeron esas mismas palabras una vez. ¡Qué lindo! Mi proceso de adaptación fue costoso. El miedo continuaba, no se quita en mucho tiempo. Pero estoy muy agradecido a las manos españolas que me estrecharon, me sostuvieron, me alentaron. Eso no tiene precio. Ahora ha vuelto a Buenos Aires con la obra “Dos Menos”, poniendo a diario el cartel de “sin entradas” y con un éxito absoluto durante casi un año. Ha vuelto a ser, como decimos acá, “profeta en su tierra”. Ha sido un año ahí. Recupero muchas cosas cuando voy: el aire, los olores, cosas que me pertenecen por derecho propio. Me siento gratificado. Háblenos de “Dos Menos”: dos enfermos terminales que se ríen de una muerte cercana. Se ríen, pero todo está hecho con respeto. Es una obra de un autor francés muy joven. Son dos señores mayores sentenciados a vivir sólo una semana o 15 días. Y deciden escaparse del hospital donde están recluidos y lanzarse a la aventura. Y se encuentran con varios personajes en el camino. Hay irreverencia y respeto en la obra en el tratamiento a las enfermedades terminales, que es un tema un poco tabú. El diálogo es fluido y entretenido. El espectador se lo pasa bien y se ríe. Me avalan 175 representaciones en Buenos Aires, las de Avilés, y ayer estrenamos en el teatro Fernán Gómez de Madrid. Es la primera vez que trabaja con José Sacristán. ¿Cómo ha sido su trabajo juntos? Aquí nos conocemos todos y sabemos la vida de todos. Cuando nos propusieron trabajar juntos, dijimos que sí enseguida. Nos vimos la primera vez en Barjas, rumbo a Buenos Aires. Nos abrazamos y nos deseamos suerte. Un año juntos, y hasta hoy. Desde sus más de treinta años de carrera española, ¿cómo ve la situación del cine y el teatro aquí? Evolucionando bien. Hay directores maravillosos, creativos. Tenemos el handicap de la imposición del cine norteamericano, que impone sus proyectos. Ojo, que a mi me gusta el cine americano, pero no su política cinematográfica. Establecen una relación patronal, eligen las mejores fechas y emplazamientos. Cercenan el desarrollo propio. Además sufrimos las consecuencias de la crisis, pero hay películas notables. ¿Después de “Dos Menos” qué hará? Ni idea. Hasta marzo de 2010 estamos con “Dos menos”