Desde MSF – y en colaboración con ACH – exigís y hacéis un llamamiento a atender de manera urgente el problema de la desnutrición infantil aguda severa. EL problema no solo es la cantidad, también la calidad. El «ready-to-use therapeutic food» (RUTF) es una pasta producida a base de leche en polvo, cacahuete, aceite, azúcar, macronutrientes y micronutrientes basados en las necesidades del niño desnutrido agudo. MSF pidió en enero pasado al Grupo de Trabajo de la ONU que los RUTF se hagan llegar, de aquí a 2012, a los 19 millones de niños que están en esta situación.
¿Cuáles son los roblemas que retrasan o dificultan este objetivo?Fundamentalmente, la falta de voluntad política. Las organizaciones humanitarias que tratamos la desnutrición infantil, venimos utilizando con éxito desde hace años el tratamiento con alimentación terapéutica (RUTF) para curar a niños enfermos por desnutrición. Tiene una tasa de curación superior al 90%, un costo máximo por niño de 60 euros (programa más producto) y es de fácil aplicación. Por tanto no hay razones técnicas, ni médicas, ni económicas que impidan la aplicación de este tratamiento con carácter generalizado. Sin embargo apenas el 9% de los 19 millones de niños en riesgo de muerte por desnutrición en el mundo, recibe el tratamiento que necesitan a base de RUTF.¿En torno a qué proyectos o asistencia viene trabajando MSF para dar respuesta a la desnutrición infantil?MSF viene tratando a una media de 150.000 niños al año en distintos proyectos, especialmente en países del África Subsahariana y algunas zonas de Asia. En el Informe habláis de que la crisis de precios de los alimentos oculta esta otra crisis humanitaria. Pero el ex relator oficial de la ONU, Jean Ziegler, hablaba de que si una familia de los países desarrollados gasta un 10% de su presupuesto en alimentación, en los países del tercer mundo este gasto representa el 90%. Dado que una crisis agudiza y reproduce a la otra, ¿no debería considerarse irrenunciable combinar respuestas integradas sin permitir que unas excluyan a las otras? Evidentemente la respuesta a la crisis alimentaria debe combinar medidas estructurales cuyos resultados podrían verse a medio / largo plazo, con las necesidades urgentes a las que se debe dar respuesta de un modo inmediato. Este es el caso de los 19 millones de niños menores de cinco años que anualmente ven en riesgo su vida por falta de una alimentación adecuada a sus necesidades nutricionales. Aunque los precios han bajado muy reducidamente, todavía se está lejos de los precios de mediados del 2005 – hablamos de aumentos punta del 300% del precio -, lo que es una losa para el suministro en los países más necesitados. ¿No cree que es inaceptable que la fuga de capitales del sector energético al alimenticio sea lo que produce esta subida y no ningún aumento real de los costes?Existen múltiples causaspara explicar la actual crisis de precios de los alimentos: el encarecimiento acelerado de los carburantes, la falta de inversiones en el sector agrícola; el rápido aumento de la demanda de alimentos en economías en expansión, como India y China; las políticas de subsidios agrarios de Estados Unidos y la Unión Europea que afectan a la competitividad de los agricultores de los países en desarrollo; la recurrencia de fenómenos meteorológicos adversos; la degradación medioambiental; las ayudas a la producción de biocombustibles que sustituyen a la producción de alimentos para consumo humano; la imposición de restricciones a la exportación, como es el caso actual de India y Vietnam, y evidentemente también la especulación. También denunciáis el doble rasero en las ayudas “nadie daría a sus propios hijos los alimentos enviados a los niños de los países en desarrollo”, de tal manera que “no cubren las necesidades nutricionales mínimas de los niños más vulnerables entre los 6 y los 24 meses”. Ya que se proporciona la ayuda – y no me refiero al compromiso de MSF de reformar sus propias prácticas, sino a las instituciones oficiales con ingentes recursos y equipos de investigación – ¿por qué se da esta situación? Habría que preguntárselo a esas instituciones oficiales a las que haces referencia y a los propios países donantes. Lo que es un hecho, es que las políticas de planificación de la ayuda alimentaria vienen obviando sistemáticamente las necesidades nutricionales en la primera infancia y que este olvido contribuye de manera decisiva a una crisis crónica de desnutrición infantil. Conviene recordar que la desnutrición debilita las defensas y aumenta el riesgo de morir de neumonía, diarrea, sarampión o sida, cinco enfermedades que son responsables de la mitad de los casi 10 millones de muertes anuales entre los niños menores de 5 años. Este dato que nos proporciona anualmente la Organización Mundial de la Salud, debería de obligar a replantearse el modelo actual de ayuda alimentaria. Reclamáis también 2.700 millones anuales y un mecanismo global de nutrición. En un país como España, sólo atendiendo a la quiebra de una caja de ahorros, que es una institución local, se ha aprobado un aval de 9.000 millones. Teniendo en cuenta que el tratamiento por niño está entre 45€ y 60€, se ha perdido “un poco” la magnitud de las proporciones, ¿no? Con esos 2.700 millones de euros anuales, no solo se acabaría con la desnutrición aguda severa que afecta a 19 millones de niños, sino también con la moderada que la sufren otros 36 millones de niños al año. El problema es mundial, como la actual crisis económica, a la que se trata de hacer frente inyectando al sistema financiero cifras que multiplican exponencialmente el aval al que haces referencia. 55 millones de vidas en peligro por un lado, cientos de miles de millones de dólares por otro… El problema es mas de valores éticos y morales, que de proporciones. Aparte del problema estructural para el desarrollo para estos países, respecto a la imposición de una política agrícola determinada sobre ellos, o el monopolio de semillas y productos, ¿tenéis datos de cómo repercute de manera directa esto en los países en los que trabaja MSF? Desconocemos esos datos. Nosotros nos limitamos a paliar desde el ámbito médico humanitario las consecuencias de la desigualdad y la falta de oportunidades de los países más pobres frente a los más desarrollados. Siendo la desnutrición un problema relacionado con la pobreza, ¿no necesita una respuesta esencialmente dirigida a soluciones a largo plazo? Obviamente, responder a los desafíos que plantea la lucha contra la pobreza es muy importante, pero son estrategias de resultados a largo plazo que no permiten afrontar las necesidades inmediatas de los millones de niños que están en riesgo de morir hoy. Las elevadas tasas de mortalidad infantil que se repiten todos los años en el África Subsahariana y en Asia no se van a reducir si no respondemos con más agresividad a la desnutrición aguda severa. Esta es una emergencia médica, y los niños que mueren todos los días debido a esta causa, no pueden esperar al desarrollo de sistemas económicos y mercados agrícolas sostenibles. ¿Cuál es la posición de MSF en los escenarios de post-emergencia nutricional? ¿Pueden utilizarse para prevenir una nueva crisis? Si un niño se recupera pero su familia sigue sin tener acceso a una dieta de calidad, volverá a recaer ¿y entonces? Hay que romper ese círculo vicioso y acabar con situaciones de extrema pobreza, caldo de cultivo en el que se incuba el hambre para toda la familia y la consiguiente desnutrición para los más pequeños. En este sentido quiero recordar que MSF actúa en periodos de crisis, cuando la vida de las personas corre serio peligro. No nos corresponde por tanto a nosotros analizar otros escenarios, ni las causas que los provocan. Lo que parece evidente es que las medidas encaminadas al desarrollo económico y agrícola de los países más pobres, es decir, soluciones estructurales de largo alcance para garantizar su seguridad alimentaria, se deben complementar con intervenciones inmediatas para frenar la sangría que supone la muerte diaria de más de 10.000 niños víctimas de la desnutrición. ¿Quieres añadir algo más que consideres de importancia? A nivel de Gobierno, no hay que esperar a que sean los demás quienes den los primeros pasos. España tiene la oportunidad de liderar desde su propio compromiso, iniciativas políticas y nuevas líneas estratégicas de intervención para dar respuesta a esta vergonzante crisis que amenaza con perpetuarse. A nivel individual, hay que concienciarse de que el esfuerzo personal y el compromiso de cada uno de nosotros, es muy importante. No debemos pensar que problemas como este les corresponde arreglarlos a otros. Carlos Ugarte es Responsable de Relaciones Externas de Médicos Sin Fronteras España