Realidades paralelas

En tiempos de incertidumbre

Una guerra, la inflación desbocada, la polarización... Una triple crisis económica, político-militar y social. Vivimos momentos inciertos y volátiles, tiempos de incertidumbre. ¿Cuáles son las pistas para no perderse en esta turbulenta situación? Y ¿qué hacer para que avancen los intereses populares en esta tempestad?

Vivimos una situación grave y complicada a nivel internacional: una triple crisis económica, político-militar y social, agravada por la pandemia y las consecuencias de la guerra provocada por la invasión rusa de Ucrania.

La inflación está siendo utilizada por los principales centros de las grandes burguesías mundiales para descargar los costes de la crisis y de la guerra sobre las espaldas de las clases populares y enriquecerse aún más. Según el último informe de Intermon Oxfam sobre las desigualdades hay 573 multimillonarios más que antes de la pandemia y en el otro extremo más de 263 millones de personas han caído en la pobreza extrema.

Y al mismo tiempo se está configurando un nuevo orden mundial bajo hegemonía norteamericana. Biden quiere aprovechar las alianzas forjadas contra Putin para volverlas contra lo que considera su prioridad estratégica: el cerco a China.        

En nuestro país asistimos a una nueva ofensiva a través una inflación desbocada, por encima del 8% en los cinco primeros meses del año. La subida de precios está siendo utilizada por el capital financiero, los monopolios y el capital extranjero para dar un nuevo salto en el saqueo a la población y descargar los costes de la crisis y la guerra sobre el 90% de la población. Imponiendo un gigantesco trasvase de rentas que empobrece a la gran mayoría y enriquece a una ínfima minoría.

La subida de precios está arrasando el poder adquisitivo de las familias, especialmente de las clases populares que aún no se habían recuperado de los recortes anteriores y más castigadas por la pandemia. España es el país europeo donde más han subido los precios de los alimentos básicos. El propio Banco de España reconoce que la inflación ya está quitando 1.500 euros de poder adquisitivo a cada trabajador asalariado, pero también a los pensionistas, autónomos y profesionales de las pymes.

Pero las 55 más grandes empresas en nuestro país ganaron el año pasado 61.533 millones… un 88,4% más, casi el doble que el año anterior. La banca duplicó sus beneficios, los monopolios de telecomunicaciones los triplicaron, y las eléctricas los multiplicaron por cuatro. Este es al auténtico atraco monopolista que hay detrás de la inflación.

Que además es cada vez más un atraco imperialista, ya que los principales propietarios de los grandes bancos españoles, de las eléctricas y petroleras, así como de las grandes cadenas de distribución e importación son los bancos y fondos de inversión extranjeros, principalmente norteamericanos como BlackRock, JP Morgan o Goldman Sachs… Sube la luz, suben los combustibles, nos empobrece a una mayoría… mientras bancos, eléctricas y petroleras aumentan sus escandalosos beneficios.

“Trabajo pero no llego a fin de mes”, es la expresión de una realidad paralela que aleja a miles y miles de ciudadanos del gobierno

Cambio de ciclo y realidades paralelas

La campaña de las elecciones andaluzas ha comenzado con todas las encuestas, incluida la del CIS, dando un crecimiento al voto del PP y de Vox mientras Por Andalucía retrocede y PSOE se estanca. Marcando como tendencia principal “un cambio de ciclo” a nivel nacional que podría llevar al PP a la Moncloa, aunque para ello necesitara el concurso de Vox. Mientras para la izquierda se pone el acento en la desmovilización del electorado, sobre todo el más joven. Según algunos estudios la abstención en la izquierda sumaría más de 700.000 posibles votantes; 400.000 votantes socialistas y otros 300.000 de Podemos e IU.

Entre los socialistas y algunos medios de izquierdas crece la idea de que hay un problema de comunicación, que el gobierno de Pedro Sánchez no está logrando capitalizar las medidas aprobadas en favor de numerosos sectores populares.

Desde los ERTE que han evitado cientos de miles de despidos en la pandemia a la reforma laboral que está combatiendo el empleo precario o la subida del Salario Mínimo a 1.000 euros, pasando por la bajada del paro por debajo de los tres millones. Desde la revalorización de las pensiones con el IPC al Ingreso Mínimo Vital, ayudas para los autónomos en pandemia y para que las familias más desfavorecidas puedan hacer frente al alza de los precios… Por no hablar de las leyes contra la violencia machista y hasta haber “calmado” la situación en Cataluña.

Estas y otras medidas en favor de los sectores más vulnerables son evidentes pero no se corresponden con el sentir social que reflejan las encuestas y los medios de comunicación. ¿Es por falta de empatía, errores de comunicación y el poder mediático de la derecha, o hay otra realidad, una realidad económico social paralela que no se reconoce pero que mantiene a cientos de miles de familias al borde de la pobreza y la exclusión social?

Personas que llegan al mercado pero todo es más caro, incluidos los productos de primera necesidad. «Hay trabajo pero no llego a fin de mes porque mi sueldo es de trabajador pobre». «Está bien el IMV pero me lo han rechazado». «Voy a la gasolinera y de qué sirve la rebaja de 20 céntimos del gobierno, si cada día me cuesta más»

Son ciertas las medidas que favorecen amplios sectores populares. Pero también es cierto que el gobierno es responsable de que las medidas para bajar los precios de la luz y las gasolinas apenas toquen los beneficios de las eléctricas y petroleras. De que el IMV no llegue al 50% de la población que lo necesita. De que el capital extranjero se esté adueñando del mercado inmobiliario. O de organizar la cumbre de la OTAN en Madrid y aumentar el gasto militar.

El objetivo central de los centros de poder que conectan Washington y Bruselas es disminuir el peso específico del pueblo en el gobierno

No es un problema de  “cómo se comunica lo que hace el gobierno de coalición” sino de que hay negación de una realidad que aleja a miles y miles de ciudadanos del gobierno y los socios que lo integran más allá de sus disputas públicas, que tampoco ayudan.

Es sobre esta realidad sobre la que los centros de poder que conectan Washington, Madrid y Bruselas y los medios de la derecha pueden imponer la idea de un “cambio de ciclo” que hoy por hoy no es más que una interpretación de las encuestas. Pero que tiene un objetivo central: disminuir el peso específico del pueblo en el gobierno

Un viento popular con mucho que decir

¿Quién ha dicho que sea imposible una nueva correlación de fuerzas favorable a un gobierno de progreso y a los intereses populares?

Sin embargo ni todo está dicho ni decidido. La forma de gobierno va a depender de múltiples factores, de cómo evolucionen la guerra y la crisis económica, de los resultados en Andalucía, de los movimientos a la izquierda del PSOE…

Lejos de lo que quieren que creamos las alternativas de gobierno están mucho más abiertas que el relevo del gobierno de coalición por un gobierno de Feijóo con apoyo de Vox. Los grandes centros de poder pueden querer un modelo de gobierno con mayorías de PSOE o PP, incluso un gobierno de “gran coalición”. Pero ¿quién ha dicho que es imposible una nueva correlación de fuerzas favorable a un gobierno de progreso?

Vivimos un periodo de incertidumbre en el que no solo juegan los centros del saqueo, también juega la mayoría progresista que está en los parlamentos y en cada lucha, cada autonomía, en cada ciudad o pueblo, en cada barrio. Y no es solo un fenómeno electoral, es un movimiento reivindicativo. Una mayoría social que está exigiendo medidas efectivas de redistribución de la riqueza que pongan límites a la inflación en nuestro país y tope a los beneficios de las eléctricas, petroleras y multinacionales de la distribución de alimentos; subiendo la contribución fiscal de la banca sobre sus beneficios… para que la bajada de los precios llegue a las familias y garantice el poder adquisitivo de salarios y pensiones.

 No solo la izquierda política, los movimientos sociales, desde los sindicatos a los pensionistas o las mujeres tenemos todavía mucho que decir en estos tiempos de incertidumbre.

                                                   

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