Estamos en un periodo revolucionario en los estudios sobre la evolución humana, donde se acumulan nuevos descubrimientos que nos obliga a cuestionar esquemas sólidamente anclados en nuestra conciencia.
La idea de una evolución lineal, donde a una especie le sucedía otra, y donde la nuestra, el Homo sapiens, ocupa el privilegiado lugar de “especie única y elegida” ha sido pulverizado.
Hace 200.000 años, una fecha cercana en términos evolutivos, no existía una única especie “humana”, sino varias. Algunas investigaciones llegan a documentar hasta siete en diversas áreas del planeta.
Estas especies “humanas” no eran compartimentos estancos. Existía entre ellas intercambio sexual, hibridación genética e intercambios sociales, de cultura y tecnología.
Y la evolución humana no puede concebirse desde un progreso lineal. La imagen clásica, que todos tenemos en la cabeza, de una línea recta donde una especie es sustituida por otra más evolucionada, ha dejado paso a un árbol repleto de complejas ramificaciones, que además se entrecruzan. Donde no hay un avance gradual del “progreso”, sino que permanentemente encontramos mezclados rasgos primitivos y modernos. Y en la que no hay un único foco geográfico en el camino de la evolución humana, sino varios que se retroalimentan, en un camino de ida y vuelta.
Dos nuevos hallazgos, presentados prácticamente el mismo día, añaden nuevas piezas al puzle de la evolución humana.
El Homo de Nesher Ramla
En el centro de Israel, en la transición desde las montañas de Judea occidental a la llanura costera del Mediterráneo, el yacimiento arqueológico de Nesher Ramla se ha convertido en un fabuloso escaparate de la evolución humana.
Acaba de publicarse en la portada de Science, una de las más prestigiosas publicaciones científicas del mundo, el estudio de los restos de un misterioso grupo humano con revolucionarias implicaciones.
La idea de una evolución humana lineal y gradual ha sido pulverizada. La realidad es mucho más compleja y fascinante
Se trata de un fragmento de un parietal y una mandíbula casi completa con parte de la dentición, que, según los autores del estudio, “no encajan morfológicamente con ningún grupo conocido de homínidos”.
El Homo de Nesher Ramla vivió hace unos 130.000 años, y presenta una extraña mezcla de rasgos primitivos, en el cráneo y la mandíbula, típicos del Homo erectus -la primera especie humana que salió de África para colonizar el planeta-, junto a otros modernos, en la dentición, asimilables a los neandertales que habitaron Europa posteriormente. Algunos se parecen a los de los fósiles encontrados en la Sima de los Huesos de Atapuerca, registrados como ancestros de neandertales con una antigüedad de 430.000 años, y otros se entroncan con restos de neandertales de 120.000 años de antigüedad encontrados en otro yacimiento israelí.
Según María Martinón-Torres, coautora del estudio, el de Nesher Ramla sería un “fósil eureka”, un hallazgo que permite avanzar en el conocimiento de conjunto de la evolución humana.
Un puzle de piezas contradictorias que encaja desde una hipótesis presentada hace ya diez años por investigadores del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH), que también han participado en el estudio ahora publicado en Science.
Según la cual se debe abandonar la idea, fuertemente arraigada, de que los neandertales se originaron en Europa, para situar su nacimiento en Oriente Próximo, un privilegiado cruce de caminos que jugaría un papel clave en la evolución humana.
El Homo de Nesher Ramla sería uno de los últimos supervivientes de un grupo humano que vivió en Oriente Próximo hace más de 300.000 años. Y que sería la “población madre” que daría lugar a los neandertales clásicos en Europa o al Homo denisovano en Asia.
Los investigadores españoles, con epicentro en Atapuerca, están jugando un importante papel en los hallazgos que revolucionan nuestra concepción de la evolución humana
Y que habría participado de la hibridación con nuestra especie, el Homo sapiens, presente en la misma zona desde hace 200.000 años. Un intercambio genético -seguimos llevando una pequeña carga de genes “neandertales”- que implica que los hijos mestizos fueron admitidos tanto por sapiens como por neandertales. Y una permanente interacción social. Las herramientas asociadas al Homo de Nesher Ramla son muy sofisticadas, y se encuadran en la tecnología Levallois, introducida por los sapiens y que adoptaron los neandertales.
El Homo de Nesher Ramla presentaba ya rasgos típicamente humanos, hasta hace muy poco solo atribuidos a nuestra especie. La prueba es un dibujo de seis líneas realizado en un hueso de toro salvaje. Lo que prueba que tenían pensamiento complejo y eran capaces de crear símbolos.
El Homo longi u “Hombre dragón”
También en Asia, pero a mucha distancia de Israel, en una región del noroeste de China, se encontró hace ya décadas un extraño cráneo humano cuyo estudio ha sido presentado en Innovation, una revista científica, por investigadores de la Universidad GEO de Hebei y del Museo de Historia Natural de Londres.
Son restos que vuelven a presentar rasgos contradictorios. Por un lado primitivos -cabeza aplanada, gruesos arcos sobre las cejas, boca ancha, dientes grandes…-. Por otro uno de los cráneos más grandes dentro del género humano, en el que se podía alojar un cerebro de un tamaño similar al nuestro.
Según los autores del estudio pertenecen a una nueva especie humana, bautizada como Homo longi u Hombre dragón, que pertenecería a “un tercer linaje de humanos que coexistieron con neandertales y sapiens”.
Este es un hallazgo que debe tomarse con prudencia. Principalmente porque no ha sido posible contextualizar los restos investigados, que fueron extraídos en los años treinta del pasado siglo y han pasado por diferentes manos antes de poder ser estudiados de forma científica. Y muchos especialistas consideran precipitado atribuirlos a una nueva especie humana.
Pero todos los investigadores coinciden en calificar este hallazgo como “espectacular” y “revolucionario”.
Sería una valiosa pieza para resolver uno de los mayores enigmas sin resolver en la evolución humana: la existencia de restos de homínidos en China que no corresponden a ninguna especie conocida, y que presentan algunos rasgos similares al Homo erectus, y otros que se relacionan con el Homo sapiens.
Y, en palabras de Antonio Rosas, experto en neandertales del CSIC, contribuye a “dejar claro que ya no estamos ante un paradigma unidireccional en el que los ancestros humanos salen de África para ir al resto del planeta, sino que posiblemente hubo viajes de vuelta de especies humanas desde Asia hacia África”.
Queda mucho camino por recorrer. Y cada nuevo descubrimiento nos aporta certezas pero también abre muchas más preguntas sin resolver. Así es como avanza la ciencia. Y gracias a hallazgos como el Homo de Nesher Ramla o el Homo longi, nos vamos a acercando a una visión más ajustada del complejo y fascinante puzle de la evolución humana.