«Seguimos expuestos a las turbulencias que agitan el euro». Mariano Rajoy aseguró ayer entre líneas que había salvado dos matchball de rescate de España, pero que aún hay una tercera bola de partido, de peligro de tener que solicitar a los socios europeos ayuda total, y no sólo para la banca, para poder pagar la deuda. Rajoy hizo un diagnóstico duro de la situación de la economía española, pero excluyó responsabilidad alguna en su labor gubernamental porque «España está haciendo los deberes». Sin nombrarlos, el gallego apuntó claramente a tres culpables principales: la canciller alemana, Angela Merkel, el ex gobernador del Banco de España Miguel Ángel Fernández Ordóñez (Mafo) y su antecesor, José Luis Rodríguez Zapatero.El presidente lanzó un ataque a su correligionaria en el Partido Popular Europeo (PPE) que sonó a desesperado. «El tema más importante para la economía española y para el conjunto de España, insisto, el más importante (…) es que es imprescindible que no haya ninguna duda sobre la irreversibilidad del euro». Rajoy contrapuso su labor en España haciendo las reformas y controlando el déficit con «el sobresalto continuo» al que la canciller ha sometido a la Eurozona. «Europa no puede vivir en el sobresalto continuo. Ocurrió ahora con lo que pasó en Chipre. Ocurrió antes con la crisis de deuda; por tanto, no se puede vivir en el sobresalto continuo. Además, no pueden existir las diferencias de financiación que hay entre países porque eso no es una unión monetaria. No puede uno financiarse al 1% y otro financiarse al 5% o al 6%», lanzó en clarísima alusión a Berlín. Alemania se benefició ayer de las nuevas dudas con la Eurozona desatadas por Chipre y la incapacidad del ganador de las elecciones italianas, Pier Luigi Bersani, y apenas tenía que remunerar con un 1,28% de interés su bono a 10 años, mientras que España tenía que ofrecer un 5%. Rajoy se muestra especialmente irritado con la decisión de Alemania de retrasar el calendario y alcance de la unión bancaria europea acordada en junio. «El reto es avanzar: unión bancaria, unión fiscal, unión económica y unión política (…) si en Europa hubiera una unión bancaria, todo lo que ha ocurrido en Chipre no se hubiera producido (…) los retrasos y la falta de decisión sobre estos asuntos en la Unión Europea sólo generan inestabilidad y falta de crecimiento económico». Por si fuera poco, insistió en que «es necesario que aquellos países que se lo pueden permitir por estar en una buena situación gasten para compensar la falta de gastos de los países que no nos lo podemos permitir». La canciller ya rechazó el pasado enero en el Foro de Davos tal planteamiento de Rajoy y, al contrario, se mostró escandalizada con el nivel de paro en España. El presidente admitió ayer que «nadie en su sano juicio puede estar satisfecho de la situación del mercado laboral», pero lejos de anunciar una nueva reforma laboral, retorció las estadísticas hasta lo insólito para intentar ofrecer un buen balance: «El incremento del paro fue del 52,9% en el primer trimestre, cuando todavía no había reforma laboral y en los últimos tres trimestres fue del 48%. Éste es un dato muy importante». Es decir, que el paro sólo creció ¡el 48%! desde que existe reforma laboral». Es más, anunció que la vuelta a la creación de empleo no será ya este año, como había augurado Luis de Guindos, sino en el aún remoto 2014. En ataque a Rubalcaba, «no deja de tener su gracia que haya quien se oponga ahora a que se reduzca el déficit público como si ellos no hubieran apostado por entrar en el club [del euro] y como si ellos no hubieran asumido el compromiso de reducir el déficit público, aunque luego lo incumplieron y, por eso, nos generaron la situación y los problemas que tenemos». Resumió su actuación gubernamental como la de «reparar el desastre» heredado de ZP. También afirmó que la reestructuración bancaria y el problema de las preferentes debieron ser afrontados a tiempo por Mafo. Pero eso es el pasado. Lo crucial para Rajoy es que Merkel reaccione y España pueda evitar el rescate. El problema es si la canciller se aplica la receta que el propio Rajoy aconseja para gobernar, que es «escuchar a todos» pero «no distraerse, seguir con el mismo rumbo» y «tener personalidad».