Curándose en salud, y sabedor de la resistencia chovinista de una parte del parlamento galo, el secretario general de la OTAN, Jaap De Hoop Sheffer, aseguró hoy en la Asamblea Nacional francesa que Francia no perderá nada de su soberanía si se reintegra plenamente en la estructura militar de la Alianza Atlántica. ¿Hemos de creer que la independencia de un país no se ve mermada por la pertenencia a la Alianza Atlántica?.
«Ha llegado el momento de que Francia asuma lenamente su nuevo puesto en la seguridad europea y trasatlántica con mandos a la altura de su importancia en la OTAN. Asumiendo esto, Francia adoptará soberanamente una gran decisión nacional para toda Europa y los aliados trasatlánticos», dijo Sheffer en la cámara francesa, dirigiéndose a los diputados conservadores y luego a los socialistas, reticentes ante el salto atlantísta que se propone dar Sarkozy, que anunciará oficialmente el retorno de París a la estructura militar de la Alianza en el mes de abril, durante la cumbre que la OTAN celebrará en Estrasburgo con motivo de su 60 aniversario.“Al hacer esto, Francia no ha perdido nada de su soberanía.La decisión de participar en cualquier operación y la naturaleza del compromiso siguen siendo nacionales", insistió Sheffer. Francia, que ya participa activamente -como quinto mayor contribuyente de tropas- en muchas misiones de la Alianza en el exterior, se incorporaría a las estructuras de dirección de la OTAN. París no ha podido obtener –como en su día pretendió Chirac- el mando regional de Nápoles y el control de la VI Flota estadounidense. Pero los generales franceses dirigirán el Allied Command Transformation en Norfolk (Virginia), que dirige la modernización y la organización interna de la Alianza, así como el mando regional en Lisboa, que asume la responsabilidad de la Fuerza de Intervención Rápida de la Alianza.Sarkozy culmina el camino emprendido por todos los presidentes franceses desde Valery Giscard D´Estaign. Después de Giscard, Mitterrand e incluso también Chirac –a pesar de su enfrentamiento con Bush cuando la guerra de Irak- también dieron pasos hacia la vuelta de Francia al redil atlántico. Pero ha sido Nicolás –que dirige la gaullista UMP- el vástago más parricida de Charles De Gaulle, que sacó a Francia de la OTAN y expulsó su Cuartel General en Europa, que esta precisamente en París, recuperando para Francia una cota de autonomía nada despreciable para tratarse de la Guerra Fría.De Gaulle dijo basar su decisión en que EEUU pudiera arrastrar a Francia a una guerra contra su voluntad, y seguramente el tono que tomaba la Guerra Fría tras la llegada de Breznev a Moscú y el recrudecimiento de la Guerra de Vietnam decantaron al general galo a tomar la drástica decisión. Pero la pertenencia a la OTAN no significa sólo la participación en conflictos, no significa subordinación sólo en tiempos de guerra. La pertenencia a la Alianza viene aparejada con la vinculación orgánica de la alta estructura militar francesa a las orientaciones y directrices marcadas por el Pentágono. Que un holandés o un español –como en su día Javier Solana- sean Secretarios Generales de la Alianza no puede despistar a nadie acerca de la hegemonía casi absoluta que EEUU tiene en la OTAN. El Alto Estado Mayor de cualquier país perteneciente a la OTAN está integrado por militares formados en la concepción estratégica y táctica de EEUU, en sus escuelas o conferencias militares, por hombres fieles al orden mundial norteamericano. Un ejército integrante de la OTAN es absolutamente dependiente de la tecnología militar del Pentágono, y su inteligencia militar –con la excusa de la cooperación y la coordinación- está intervenida hasta la médula. La OTAN significa una puerta abierta de par en par a la dependencia orgánica en el aparato más fundamental de un Estado: el Ejército. Esta es la independencia y la soberanía –la poca o mucha que aún conserve de la herencia de De Gaulle, dilapidada por Giscard, Mitterrand y Chirac- que Sarkozy está dispuesto a vender a cambio de estar a la diestra de la superpotencia. Pero desde Vichy, ya sabemos que para la plutocracia francesa la libertad de la patria vale mucho menos que sus títulos de propiedad.