Ayer y hoy:

El mundo de la cultura, un motor de cambio

Que el mundo de la cultura sea hoy una referencia en la lucha por la paz y por detener la barbarie en Gaza o Líbano no es una excepción. Históricamente su compromiso ha estado al servicio de las causas más sentidas por la mayoría social.

Todo el planeta rechazó los crímenes terroristas de Hamas y ha gritado indignado ante el genocidio perpetrado por Israel, amparado por EEUU, en Gaza. Y ahora contiene el aliento frente a una invasión del Líbano que pone en peligro la paz mundial.

El mundo de la cultura ha tomado una posición clara, colocándose al frente de una corriente global en defensa de la paz. Expresándose en los seis manifiestos “Hay que parar la guerra. Ni terrorismo ni genocidio”, promovidos por Recortes Cero y respaldados por 15.000 profesionales y relevantes nombres del mundo de la cultura.

No estamos ante un caso aislado. Este compromiso forma parte esencial del ADN que define, en un sentido amplio, a los hombres y mujeres que hacen cultura o se dedican a la investigación. La naturaleza de su actividad les hace especialmente sensibles ante la defensa de las libertades o la paz. Frente a considerarlos una comunidad “de élite” separada de la población, han participado históricamente de los principales movimientos de cambio social. Y esa posición no ha quedado limitada a un ámbito “teórico”, la han llevado en numerosas ocasiones a la práctica.

Hoy es un buen momento para comprobar cómo, en los momentos decisivos del último siglo y medio de la historia de España, el mundo de la cultura ha jugado un importante papel práctico como motor de cambio.

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Finales del XIX y principios del XX

De Galdós a la Institución Libre de Enseñanza

Benito Pérez Galdós es una de las figuras claves de la cultura española, y mundial, de las últimas décadas del XIX y principios del XX. Y es también uno de los mejores ejemplos del compromiso social y político del mundo de la cultura.

Y podemos fechar el inicio de este camino: la noche del 10 de abril de 1865. Un Galdós recién llegado a Madrid presenció la feroz represión ejercida contra una manifestación de estudiantes. Allí se forjó el Galdós que evolucionó hacia un republicanismo de izquierdas.

Un compromiso, por la libertad y el cambio social, que está presente en su obra, pero que también llevó al terreno político. Primero como diputado del Partido Liberal y la Unión Republicana. Más tarde representando en las cortes a la conjunción republicano-socialista, la candidatura más avanzada y progresista.

Galdós recibió las iras de los sectores más reaccionarios en España, que se movilizaron para evitar que recibiera el Nobel.

El escritor canario representa a una generación de personalidades del mundo cultural e intelectual que se unieron a otros sectores sociales -sindicatos, nuevos partidos socialistas, republicanos de izquierdas…- para impulsar un cambio social.

El mundo de la cultura ha sido parte activa de todas las luchas durante el último siglo

Cabe recordar que los cuatro presidentes de la Primera República -Estanislao Figueras, Francesc Pi i Margall, Nicolás Salmerón y Emilio Castelar- no fueron “políticos profesionales” sino intelectuales que dieron el salto a la política para encabezar un proyecto de modernización de España que fue desgraciadamente truncado.

De esta corriente cultural e intelectual participan los regeneracionistas, con Joaquín Costa a la cabeza, que denuncian los desmanes de la oligarquía o las miserias antidemocráticas del régimen de la Restauración.

Y juega un papel decisivo la Institución Libre de Enseñanza. Fundada por catedráticos como Giner de los Ríos, expulsados de la universidad por defender la libertad de pensamiento. Impulsaron un proyecto de renovación pedagógica que tuvo hondas consecuencias. De allí salieron la Junta de Ampliación de Estudios o la Residencia de Estudiantes, sin las cuales no hubiera existido la generación del 27, la “edad de plata” de la cultura española. Y obligó a sucesivos gobiernos a implantar reformas jurídicas, educativas y sociales.

Un enorme movimiento renovador que contó con el apoyo explícito de lo mejor de la cultura, desde Machado a Sorolla, desde Ortega y Gasset a Ramón y Cajal…

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La Segunda República y la Guerra Civil

Compromiso con mayúsculas

La Segunda República, instalada en la memoria colectiva como una oportunidad de libertad y progreso, y la lucha contra el fascismo, no es concebible sin la destacada labor del mundo de la cultura y la intelectualidad.

Ya desde el mismo proceso que culminó en la proclamación de la República. Pocas semanas antes del 14 de abril de 1931, un destacado grupo de intelectuales, comandados por Ortega y Gasset, Marañón y Pérez de Ayala, publican el manifiesto de la Agrupación al Servicio de la República, donde se llamaba a “la movilización de todos los españoles de oficio intelectual para que formen un copioso contingente de propagandistas y defensores de la República española”.

La radicalización del mundo cultural e intelectual, abrazando las causas más avanzadas en respuesta a la creciente amenaza del fascismo, da lugar a pronunciamientos públicos que hoy siguen sorprendiéndonos. El 11 de febrero de 1933 se presenta públicamente en Madrid la Asociación de Amigos de la Unión Soviética. En su manifiesto fundacional puede leerse: “Quince años tiene ya de existencia la República obrera rusa. Durante ellos, con esfuerzos inauditos, se ha venido levantando en aquel inmenso territorio el acontecimiento económico y social más formidable del mundo moderno”.

Un nítido pronunciamiento de simpatía por la patria de Lenin que fue firmado por multitud de personalidades, algunas de ellas no adscritas totalmente al campo de la izquierda: desde Lorca al Nobel Jacinto Benavente o Pío Baroja, desde Ramón J. Sender a Gregorio Marañón o Valle-Inclán.

Lo mejor de la cultura ha exhibido un compromiso que conecta con el sentir social

Y que desemboca en el posicionamiento antifascista y revolucionario de lo mejor de la cultura durante la Guerra Civil.

El II Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura, celebrado en 1937 en Valencia, Madrid, Barcelona y París, con el apoyo de la Alianza de Intelectuales Antifascistas, fue un atronador grito de compromiso con mayúsculas.

Su nómina de asistentes es impresionante e irrepetible. Desde Heinrich Mann o Bertold Brecht a Neruda, Nicolás Guillén o Vicente Huidobro, desde Machado, Miguel Hernández, Margarita Nelken, Alberti o Cernuda a André Malraux, Tristan Tzara, Octavio Paz o César Vallejo.

En los momentos más difíciles y decisivos, el compromiso e incluso la militancia antifascista fue emblema de la intelectualidad española. Figuras como Lorca, Machado, Marañón, Falla, Azaña, Cernuda, Buñuel, Miguel Hernández, Sánchez Albornoz, Madariaga, Américo Castro, León Felipe… fueron asesinados, detenidos y encarcelados o vivieron un largo exilio por su compromiso con el pueblo.

De la lucha antifranquista y la transición a la actualidad

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Siempre presentes

Incluso durante las casi cuatro décadas de dictadura el mundo de la cultura y los intelectuales formaron parte, en algunos casos destacada, de la lucha general del pueblo español que obligó a poner fin al fascismo.

Y ya bajo un régimen democrático, en cada situación donde los intereses del pueblo, las libertades o la paz han estado amenazados, los hombres y mujeres que hacen cultura han dado un paso al frente.

En la campaña contra el ingreso de España en la OTAN, con la figura emblemática de Antonio Gala, o después con muchas personalidades participando en la campaña “Las bases a referéndum”, que exigía la retirada de las bases norteamericanas de España, con nombres como Celaya, Juan Marsé, Vázquez Montalbán, el Gran Wyoming, Fernán Gómez, Paco Rabal…

Poetas, escultores, cineastas, filósofos (desde Ibarrola a Elías Querejeta, Sabater, Vidal de Nicolás…) se movilizaron valientemente contra el terror de ETA y el fascismo étnico de los Arzallus e Ibarretxe.

Durante la guerra de Irak la plataforma Cultura contra la guerra, con Pilar Bardem, Almodóvar, Imanol Uribe… fueron referencia de un clamor social generalizado.

Cuando la libertad o la paz están en juego la cultura siempre da un paso al frente

Frente a la estafa antidemocrática del procés se movilizaron personalidades como Isabel Coixet, Mariscal, Javier Marías…

Y gigantes como Antonio López o Juan Goytisolo han respaldado la exigencia de blindar las pensiones en la Constitución, enarbolada por la MERP.

Hoy los vemos impulsando una movilización social por la paz y contra la barbarie, denunciando por igual el terrorismo y el genocidio. La actuación del mundo de la cultura vuelve a ser, como ha sucedido en muchos otros momentos de la historia reciente, una referencia que conecta con el sentir social mayoritario.

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