«Los rendimientos de los bonos del Tesoro de EE.UU. saltaron la semana pasada a su nivel más alto desde el primer semestre del año pasado. Las tasas de largo plazo han estado subiendo gradualmente. En las últimas jornadas, sin embargo, el alza de los rendimientos se aceleró, algo que muchos atribuyen a la preocupación por la posibilidad de que la Fed pueda estar subestimando las presiones inflacionarias y se demore en controlarlas.»
La mayor arte del mercado sospechaba que la prolongada racha alcista en los bonos del Tesoro estadounidense estaba llegando a su fin. Pero también hay indicios importantes de que el incremento en las tasas de interés de largo plazo sería el comienzo de una tendencia de más largo plazo. La Fed ni siquiera está a medio camino en su programa de compra de 600.000 millones de dólares en bonos, los precios de las materias primas se han disparado y la recuperación económica ha estado en curso durante un año. (THE WALL STREET JOURNAL) RIA NOVOSTI.- Las perturbaciones políticas de África del Norte han puesto de manifiesto la impotencia de la Unión Europea (UE) como fuerza política internacional. Desde el punto de vista europeo, el norte de África es mucho más que una región internacional abstracta. Es un vecino unido con Europa por lazos históricos, culturales, económicos, energéticos, políticos y humanos muy estrechos. Francia, que siempre ha sido la encarnación de la ambición política internacional de la UE, se considera el patrón de la región, sobre todo, de su parte francófona. Para la Gran Bretaña, tanto el Oriente Próximo, en general, como África del Norte, en particular, son vestigios de la reciente grandeza imperial y una zona de interés muy importante. En el curso de varias semanas, marcadas por la creciente tensión primero en Túnez y luego en Egipto, tanto la UE como sus miembros clave no reaccionaron de ninguna manera concreta. Resultó que nadie esperaba lo ocurrido ni tenía planes de acción para ello. EEUU. The Wall Street Journal El mercado teme un brote de inflación en EEUU Mark Gongloff El mercado estadounidense de renta fija ha comenzado a enviar el siguiente mensaje: los riesgos inflacionarios están en alza y la Reserva Federal (Fed) demoraría más de la cuenta en tomar cartas en el asunto. Esto podría marcar un significativo punto de inflexión en la recuperación de la economía estadounidense. Los rendimientos de los bonos del Tesoro de EE.UU. saltaron la semana pasada a su nivel más alto desde el primer semestre del año pasado. Los rendimientos de los papeles a 10 años sobrepasaron 3,5% y los de vencimiento a 30 años superaron 4,7%, lo que a algunos interpretan como el preludio de un alza más pronunciada de las tasas. Las tasas de largo plazo han estado subiendo gradualmente en respuesta a la mejora de la economía estadounidense y el aumento en los precios de las materias primas. En las últimas jornadas, sin embargo, el alza de los rendimientos se aceleró, algo que muchos atribuyen a la preocupación por la posibilidad de que la Fed pueda estar subestimando las presiones inflacionarias y se demore en controlarlas. La inflación es nefasta para los tenedores de bonos, porque erosiona el valor fijo de sus retornos y reduce el precio de los bonos. Las tasas de corto plazo, que son más sensibles a las decisiones de la Fed, se han mantenido relativamente estables, lo que provocó que la diferencia entre la deuda a dos años y a diez años haya alcanzado su mayor nivel desde febrero de 2010. Una "curva de rendimiento" tan inclinada es habitualmente una señal de optimismo sobre la economía y la bolsa. Sin embargo, también puede sugerir que los inversionistas advierten el riesgo de un sobrecalentamiento. Aunque la mayoría de los observadores confía en que la Fed se adelantará a las presiones inflacionarias, los escépticos están exacerbando una oleada de ventas en el mercado. "A mucha gente le parece que la Fed no va a atacar la inflación desde un inicio", dice Ira Jersey, estratega monetario del banco de inversión Crédit Suisse. "No lo creemos, pero la futura realidad económica no siempre tiene un impacto significativo en lo que ocurre en el mercado", consideró. El rendimiento de los bonos del Tesoro estadounidense a 10 años terminó el lunes a 3,640% luego de alcanzar el viernes su nivel más alto desde el 3 de mayo. Esto significa que los efectos de los sobresaltos de 2010, que hicieron que los inversionistas se refugiaran en los bonos del Tesoro, han sido superados. La mayor parte del mercado sospechaba que la prolongada racha alcista en los bonos del Tesoro estadounidense estaba llegando a su fin. Lo ocurrido en las últimas sesiones se parece un poco a lo que pasó el primer semestre del año pasado, cuando los rendimientos subieron a medida que la economía comenzó a cobrar impulso para después caer bruscamente a raíz de la crisis de la deuda europea. Pero también hay indicios importantes de que el incremento en las tasas de interés de largo plazo sería el comienzo de una tendencia de más largo plazo. La Fed ni siquiera está a medio camino en su programa de compra de US$600.000 millones en bonos, los precios de las materias primas se han disparado y la recuperación económica ha estado en curso durante un año. Las tasas también están subiendo por la persistente preocupación respecto a las finanzas del gobierno estadounidense. "Mientras más bonos emiten y más capital captan, menos favorable será la situación del mercado de bonos", dijo Todd Calvin, vicepresidente de productos de tasa de interés en MF Global. THE WALL STREET JOURNAL. 7-2-2011 Rusia. Ria Novosti Europa sin ambiciones Fiodor Lukiánov Las perturbaciones políticas de África del Norte han puesto de manifiesto la impotencia de la Unión Europea (UE) como fuerza política internacional. Tampoco es una gran noticia. A pesar de las reiteradas deliberaciones acerca del creciente papel internacional de la Unión Europea (UE), en el curso de los últimos diez años Europa se ha centrado mayormente en sus problemas internos. El último proyecto a nivel internacional inspirado por la UE fue la lucha relacionada con el cambio climático, pero para Europa resultó un fracaso. El liderazgo del proyecto fue retomado por EEUU y los grandes países en desarrollo. Así que nadie pone grandes esperanzas en la influencia de Europa en asuntos políticos a nivel mundial. Sin embargo, desde el punto de vista europeo, el norte de África es mucho más que una región internacional abstracta. Es un vecino unido con Europa por lazos históricos, culturales, económicos, energéticos, políticos y humanos muy estrechos. Francia, que siempre ha sido la encarnación de la ambición política internacional de la UE, se considera el patrón de la región, sobre todo, de su parte francófona. Para la Gran Bretaña, tanto el Oriente Próximo, en general, como África del Norte, en particular, son vestigios de la reciente grandeza imperial y una zona de interés muy importante. Precisamente esta es la razón de haber luchado tanto el ex primer-ministro de Gran Bretaña Tony Blair por el cargo del enviado especial permanente de Cuarteto de Madrid. Lo mismo importante es la situación en la región para España, separada de Marruecos por unos kilómetros, y Portugal, Italia y Francia, que atraen flujos de inmigración ilegal de África importantes. Comunidades importantes de originarios de diferentes países de África del Norte existen en la mayoría de los países de Europa Occidental. Lógicamente, la UE siempre ha intentado reforzar sus posiciones en la región de Mediterráneo y África del Norte, prestándole una atención especial. Surgiendo en los años 90 la necesidad de profundizar la integración elaborando una política externa común, la UE respondió con la creación de herramientas para la colaboración con regiones adyacentes: el Proceso de Barcelona, Política de Vecindad Nueva, Gran Europa y otros. Al fin y al cabo apareció la Política Europea de Vecindad que abarcaba diferentes países desde Marruecos y Mauritania hasta Moldavia y Georgia. Pero pronto quedó claro, que juntar países tan distintos era poco práctico, y la política la dividieron en dos: la Asociación Oriental para las repúblicas ex soviéticas y la Unión para el Mediterráneo. La creación de la última fue impulsada sobre todo por el Presidente de Francia Nicolás Sarkozy, quién buscaba afianzar el liderazgo de su país y el papel de la UE en la región. Esperaba tener un financiamiento generoso por parte de Alemania, pero la canciller alemana Angela Merkel moderó los apetitos de su colega francés. De todos modos, si a nivel global la capacidad y la eficacia de las herramientas, aplicadas por la UE, eran dudosas, en los países adyacentes sí parecía el jugador más importante. El 26 de enero presentó su dimisión el Secretario General de la Unión para el Mediterráneo y diplomático iraní Ahmad Jalaf Masadeh. Aunque no hizo ningunas declaraciones importantes, nadie duda, que su dimisión se debió a la imparcialidad y la impotencia de este organismo, creado para “promover la estabilidad y el florecimiento de la región”. En el curso de varias semanas, marcadas por la creciente tensión primero en Túnez y luego en Egipto, tanto la UE como sus miembros clave no reaccionaron de ninguna manera concreta. Resultó que nadie esperaba lo ocurrido ni tenía planes de acción para ello. Y eso, discutiendo todo el mundo la llamada chispa de Túnez y el posible efecto dominó. Las propuestas de mandar a Túnez o a Egipto una misión para regular la crisis se rompen contra la incapacidad de los miembros de la UE de determinar su formato, mandato, nivel y demás detalles de carácter formal. Y las múltiples declaraciones de políticos europeos de diferente nivel, incluida la máxima autoridad diplomática europea Baronesa Ashton, no influyen de ninguna manera en el curso de los acontecimientos, ya que queda patente, que dentro de la UE no existe ninguna unanimidad en lo que se refiere a la postura, intereses y escenarios deseados. El revoltijo actual es sólo una señal de los problemas que están por llegar. Por lo visto, vemos el inicio de una reestructurización fundamental de la región. Así que todas las potencias, que quieran mantener su influencia allí, tendrán que elaborar urgentemente nuevas estrategias para ello. Independientemente de quién sustituya a los políticos actuales, los europeos tendrán que construir relaciones con los nuevos dirigentes de los países de la región, que son prácticamente todos. Asimismo veremos creciendo la influencia de los nuevos jugadores, sobre todo, de Irán y de Turquía. Para los países más importantes de la Unión Europea y, sobre todo, para Francia, España, Italia y Gran Bretaña, todo lo que ocurre al sur del continente europeo tiene una mayor importancia, debido a las enumeradas múltiples relaciones (sobre todo en el campo de demografía y sector energético). En vista de que la UE no será capaz de elaborar una política coordinada a nivel europeo, dichos países tendrán que hacerlo por su propia cuenta (algo parecido vimos hace unos años, cuando EEUU “perdonó” a Libia y todos los líderes de los países clave de la UE de repente volvieron a ser grandes amigos de Muammar al-Gaddafi). Y eso hará aún más débil la base política de la Unión Europea. Además, actuando a solas, ningún país de la UE puede compararse con EEUU o con China. Más aún, a la luz de la crisis financiera, la UE es incapaz de aplicar su herramienta tradicional de ayuda económica. Menos mal que la UE todavía puede demostrar su unanimidad, oponiéndose al odioso régimen dictatorial de Bielorrusia. Pero, a diferencia de EEUU, que ha impuesto unas sanciones económicas importantes, la UE prefiere limitarse con declaraciones amenazantes y gestos simbólicos, ya que un repliegue de intercambio económico con este país afectaría considerablemente los intereses europeos, que resultan mucho más importantes que las posturas políticas. RIA NOVOSTI. 4-2-2011