Al Mar Menor le quedan cada día menos esperanzas de supervivencia. Si no se toman medidas urgentes y drásticas, el daño será irreparable
Miles de personas y 400 tractores salieron en Murcia el pasado 5 de Abril para exigir una alternativa sostenible para el desarrollo de la agricultura y la conservación del Mar Menor.
El Mar Menor es la albufera más extensa de España, y una de las principales de toda la costa mediterránea. Ubicada en la Región de Murcia, está aislada de las aguas mediterráneas gracias a la llamada Manga del Mar Menor, una franja de arena de 22 km de largo y de entre 100 y 1.200 m de ancho.
El Mar Menor es una laguna muy somera (no supera los 7 metros de profundidad) que alberga cinco islas volcánicas en su seno. Un paisaje único que ha permitido desarrollar un ecosistema rico, singular y muy delicado.«La eutrofización tiene consecuencias nefastas para el ecosistema. «
Los fondos de la laguna están cubiertos en buena parte por praderas de hierbas marinas, de crecimiento muy lento y de importancia capital, pues sirven de hábitat para numerosos animales marinos. Entre ellos destaca la nacra, bivalvo que alcanza el metro de longitud, la anguila común, amenazada a nivel mundial, el caballito de mar o el farlet, que sólo lo encontramos en la costa mediterránea de la Península Ibérica.
Pero los ecosistemas peculiares no se limitan al fondo del mar. La vida alrededor de la laguna se ha adaptado a la fuerte presión de los vientos, movimientos de arena, maresía y escasez de agua dulce. En este proceso, la flora y fauna ha quedado meticulosamente establecida, apareciendo incluso endemismos como la esparraguera del Mar Menor, distribuida exclusivamente en las costas de la laguna.
Por su significación, el Mar Menor está incluido en la lista Ramsar de humedales de importancia internacional, y diversas figuras de protección pretenden preservar sus islas, playas y arenales. Forma parte indiscutible del patrimonio natural de la Península Ibérica y es una fuente de riqueza para la región, ¿por qué lo dejan morir?
Una enfermedad crónica
El delicado ecosistema que vive en el Mar Menor está gravemente alterado, poniendo en peligro todas las formas de vida que lo componen. Las amenazas que sufre son muy variadas: desde la destrucción del hábitat con el crecimiento urbano hasta la entrada de especies invasoras y pérdida de las características especiales del agua, al ampliar el canal de comunicación de la laguna con el Mar Mediterráneo.
Sin embargo, el principal problema que está sufriendo es un brutal proceso de contaminación que está desestabilizando el complejo engranaje de los organismos de la albufera. Los contaminantes que llegan son urbanos, mineros, hidrocarburos… y sobretodo agrícolas.
La llegada masiva de fertilizantes utilizados en los campos cercanos al agua supone un aporte exagerado de nutrientes. Los fertilizantes son ricos en nitratos, que utilizan las algas microscópicas para proliferar, coloreando el agua de verde o de marrón. Este proceso, conocido como eutrofización, tiene consecuencias nefastas para el ecosistema.«Cada año se vierten dos mil toneladas de nitratos al Mar Menor»
Así, al enturbiarse el mar, la luz solar, fundamental para la vida, no puede alcanzar el fondo marino. Además estas enormes poblaciones de microalgas o fitoplancton proliferan en las orillas, consumiendo el oxígeno durante la noche e impidiendo el desarrollo normal de los animales microscópicos, el zooplancton. El zooplancton es a su vez alimento para los animales marinos, de manera que no hay ser en el mar que no se vea afectado por este fenómeno.
Las consecuencias no se limitan a la ecología, también son económicas, pues las actividades pesqueras y turísticas están seriamente afectadas. Por si fuera poco, algunas microalgas son tóxicas, causando un doble problema. Al ser alimento para algunas especies de consumo humano, se prohíbe su pesca para evitar intoxicaciones, a la vez que pueden provocar reacciones alérgicas y afecciones respiratorias en los bañistas.
La agricultura y el mar
El campo de Cartagena está en el punto de mira de la fuente de la contaminación. Está íntimamente relacionada con el modelo agrícola insostenible y la demanda continua de agua. La extensa huerta murciana se cree que suma 20.000 hectáreas de regadíos a parte de las censadas oficialmente. Para la extracción de agua, se utilizan pozos, que cada vez son más profundos y desaladoras. Éstas han proliferado en los últimos años, se calcula que hay 300 registradas y más de 1.000 en total según algunas estimaciones.
Las desaladoras que retienen la sal junto con los nitratos ya presentes, desechan sus residuos a las ramblas que se dirigen al mar. Además se filtran más nitratos, fertilizantes y pesticidas a través de la propia tierra que está en pendiente hacia el fondo del vaso del Mar Menor.
El agua que se libera es además, altamente concentrada en nitratos. Si las recomendaciones proponen que no pase de las 120-150 partículas por millón (ppm), de los campos de Cartagena salen aguas con una concentración de hasta 700 ppm. La concentración desciende conforme llegan al mar, aunque sigue en una concentración muy por arriba de lo establecido. Ademas, la degradación de los humedales de la zona, ha castrado al suelo de un importante filtro natural. Se calcula que cada año se vierten unas 2.000 toneladas de nitratos al Mar Menor, que destruyen ferozmente el perjudicado equilibrio de la albufera.
¿Qué hacer?
Desde hace 20 años la comunidad científica alarma de la insostenible situación del Mar Menor, pero ha sido ignorada mayoritariamente por las autoridades, que siguen sin tomar medidas. Es necesario y muy urgente cambiarlo, antes de que sea irreversible el daño.
La agricultura sí es compatible con el Medio Ambiente, pero debe cambiarse el trato del agua y de la tierra. Controlar la actividad, censando correctamente las áreas utilizadas y las desaladoras activas, impidiendo que se sobrepasen los límites legales, regular la utilización y liberación de fertilizantes, utilizar trampas de retención de nutrientes o crear nuevas bandas de humedales que actúen como filtros naturales, son algunas de las medidas que proponen las organizaciones ecologistas.
Salvar al Mar Menor es un deber con nuestra tierra, con las generaciones pasadas y con las generaciones futuras, y un deber que no puede esperar más.