Es de sobras sabido que la monarquía alauí en Marruecos lleva décadas manteniéndose en el poder a costa de mantener un régimen semidictatorial y autocrático que oprime brutalmente a cualquier movimiento o persona que se atreva a alzar la voz. Pero esta losa se ha ido haciendo más pesada en los últimos años, conforme la crisis económica en Marruecos alimentaba protestas por la carestía de la vida, surgían luchas como el Hirak (movimiento, en árabe) del Rif, y sobre todo desde que estallara de nuevo la guerra abierta en el Sáhara Occidental.
La dinámica de represión policial y militar de Marruecos sobre el Sáhara Ocupado se ha recrudecido brutalmente desde que hace un año se reanudara la guerra con el Polisario en el desierto. Hasta 160 vulneraciones de derechos civiles y políticos han sido cuantificadas y contextualizadas en el informe “Visibilizando la ocupación en el Sáhara Occidental” elaborado por la Federación de Asociaciones Catalanas Amigas del Pueblo Saharaui (ACAPS). Hay un caso de vulneración de derechos humanos cada dos días, una represión que se extiende a mujeres y menores; 17 de los 20 menores víctimas de ese hostigamiento han sido detenidos arbitrariamente, incluida una niña de 12 años sacada violentamente de la escuela.
Uno de los casos más conocidos es el de la activista saharaui Sultana Jaya, que permanece en arresto domiciliario en Bojador desde hace más de un año. La policía entra sistemáticamente en su domicilio, donde ha sufrido múltiples episodios de torturas y violaciones. Organizaciones como Democracy Now han publicado diversos informes que acreditan el maltrato que están viviendo desde hace meses la activista y su familia.
Para los activistas políticos marroquíes que se atreven a denunciar la autocracia y la corrupción del régimen político construido en torno al palacio real (el conocido como ‘Majzén’) la opresión también es insoportable, con detenciones arbitrarias y todo tipo de abusos policiales. El último ejemplo es el arresto de la activista Fátima Zara, de 31 años, miembro de la asociación ATTAC Marruecos, una destacada luchadora dentro de los movimientos de derechos humanos marroquíes. Siguiendo su habitual modus operandi, el Majzen ha «prefabricado» contra ella un caso de malversación de fondos en la ONG donde trabaja, y ha sido detenida por organizar manifestaciones no autorizadas dentro del recinto universitario. Nada que envidiar a las formas del régimen franquista.
Mari Puri dice:
¨un caso de vulneración de derechos humanos cada dos días¨