La reciente publicación del libro de Rubén Juste, doctor en sociología, obligado a emigrar como muchos de su generación, ha adquirido una doble resonancia. De un lado la abundancia de conocimiento concreto sobre cómo en las últimas tres décadas se han gestionado los principales intereses económicos en nuestro país, lo hace un libro llamado a hacerse popular.
Recomendamos su lectura. De otro lado, el líder de Podemos, Pablo Iglesias, escribió una breve nota para promocionarlo, en la que aparecía la palabra Trama siete veces. Iglesias se empeñaba en afirmar una y otra vez que si usted lee el libro comprenderá más sobre la trama que ha dirigido y dirige España. «¿Quiere saber qué es la trama?¿Quiere de verdad saber qué es la trama?» preguntaba una y otra vez. Incluso convocó manifestaciones «contra la trama» el pasado marzo. Sólo que en el libro, de 300 páginas, no aparece ni una sola vez la palabra trama. ¿Por qué se empeña entonces Iglesias? ¿Y de qué habla el autor? El libro apunta más alto, aunque no define lo que explica con ningún término. En el artículo sí relacionaré los hechos narrados con el concepto de Clase Social. Porque usar ahora trama, como antes fue casta, evita llamar a las cosas por su nombre: Burguesía monopolista, Oligarquía financiera…
El autor cuenta la historia del Ibex 35 desde su inauguración en 1991 hasta ahora. El Ibex es un índice bursátil basado en la cotización de las 35 empresas de mayor liquidez en España. Los propietarios y gestores de esas compañías unen el Ibex con los apellidos de ministros y empresarios de los últimos 150 años de historia de España. Es el núcleo de la clase dominante.
Un selecto club
El libro es su tesis doctoral, a la que dedicó seis años de acumular datos sobre los principales cambios en la composición de ese selecto grupo: qué compañías lo integran, qué personas se sientan en sus consejos de administración, quiénes ostentan la propiedad, y qué relación mantienen entre ellos y con el poder político. Como ejemplo, en un capítulo se recuerda la expropiación a Ruiz Mateos del holding Rumasa y su posterior reparto. Era un gigante económico que pretendió ascender de clase sin permiso. Ser rico no es condición suficiente para pertenecer a una burguesía monopolista.
Rubén Juste presenta a otros protagonistas que tampoco provienen de las familias propietarias de bancos o monopolios: son destacados gestores que van y vienen desde los puestos de dirección política del Estado a los consejos de adminsitración de las esas 35 sociedades. Uno de los muchos ejemplos que cita son los que un artículo de El País bautizó en su momento como la «banda de los cuatro». Se refería a Carlos Solchaga, que pasa de gestor en el BBVA a Ministro de Economía y Hacienda, cargo que ocuparía también Miguel Boyer tras ser presidente del Banco Exterior; Claudio Boada presidente del Banco Hispanoamericano, y Mariano Rubio gobernador del Banco de España. Ejemplos de lo que hoy se conoce como puertas giratorias. Pero como ya está señalado anteriormente una cosa es sentarse en un consejo de administración o gestionar grandes compañías y otra ser copropietario de un banco o monoplio, y menos aún poder ser miembro de esa clase social. Si estos gestores ocupan puestos relevantes es porque no es necesario pertenecer a una clase para adoptar su punto de vista e integrar sus filas, en definitiva para representar sus intereses. Aquellos que vemos acceder desde puestos del Estado a la administración de grandes compañías no son sino quienes han demostrado una fidelidad probada en el tiempo en favor de los dueños del Ibex.
Esa relación estrecha entre clase dominante y Estado vuelve a aparecer en el libro cuando explica cómo aunque cambió el régimen del franquismo a la democracia, continuaron inmutables las familias que ostentaban las principales propiedades industriales y financieras, al igual que continuaron muchos de los altos cargos en los aparatos del Estado.
Jerarquías y subordinados
El ex banquero Mario Conde, cuyo caso se desarrolla en un capítulo, «explicaba que para sumarse al juego, hay que hacerlo aceptando las reglas, conformándose con una posición subordinada.» Es decir: la Burguesía está jerarquizada. Y si en el franquismo eran varios los núcleos en torno a cada uno de los grandes bancos (Central, Banesto, Hispano, Zaragozano, Vizcaya… ), en su mayoría hoy desaparecidos, la actual concentración bancaria ha centralizado a la vez ese poder, cuya máxima expresión ha sido la posición ocupada por Emilio Botín durante el mandato de Zapatero.
Esa conclusión la obtuvo Conde tras ser literalmente barrido con la expropiación del Banco Banesto, cuando, como recién llegado, intentó colocarse a la altura del resto; atreviéndose a promover un proyecto para la formación de cuadros, de dirigentes, con los que pretendía dotarse además de poder político, como resalta Juste en sus páginas.
Y si está jerarquizada la clase dominante española, por supuesto igualmente lo están las relaciones entre las diferentes clases dominantes de las naciones.
Una clase dependiente
El autor que va siguiendo la pista de la creciente penetración de capital extranjero en nuestro país, recuerda la disputa por la compra de Endesa. Incialmente es GAS Natural-La Caixa quien puja para quedarse con el gigante eléctrico; pero cuando el gobierno la daba por buena, la compañía alemana EOn lanzó una Oferta Pública de Adquisición. El Tribunal Supremo desautoriza al gobierno y aprueba al OPA de la multinacional. En esa lucha interviene finalmente la Comisión Europea que apoya a la empresa alemana. Es cuando la canciller Merkel anuncia que «hay algunos problemas que resolver, pero el proceso va por buen camino». Después el gobierno negociará algunas condiciones; pero queda en evidencia que la relación no es entre iguales. Y en consonancia con esto, esas burguesías monopolistas más fuertes, que nos imponen su criterio, como la Alemana o especialmente la norteamericana, también tienen sus gestores en puestos relevantes del Estado. También tienen quienes van a representar sus intereses, seleccionados con el mismo criterio antes visto: Aquellos que les han demostrado su servicio probado en el tiempo.
Puertas giratorias transatlánticas
Veamos otro caso que nos refresca el libro. Eduardo Serra, era el segundo del ministerio de Defensa en el gobierno centrista de Suárez. Continuó como segundo de un ministro socialista en el momento de firmar la entrada en la OTAN, y tras un impás como consejero de la empresa Uralita, a salvo de los escándalos que tumbaban el gobierno de Felipe González, retornó esta vez directamente como Ministro de Defensa en el gabinete del PP. El autor sólo nos recuerda los datos; pero son suficientes para hacernos la pregunta ¿Se trata sólo de un político que cambiaba fácilmente de chaqueta? No parece que se le entregue un ministerio crucial a alguien tan voluble. Sólo tiene coherencia verlo como la continuidad de un hombre importante para los Estados Unidos, que le garantizaba la estabilidad de sus relaciones para mantener el despliegue militar en nuestro suelo. Como sí recuerda el libro, Aznar reconoció en su momento que la «decisión del bombardeo a Serbia estaba tomada» (en el seno de la OTAN) y que «el gobierno español la apoya». Es decir, el gobierno actuó militarmente contra otro país sin participar en la decisión. Sólo el papel de hombres como Eduardo Serra lo explica.
Concentración financiera
Siguiendo al autor, este continúa apuntando que el rasgo de la evolución del Ibex 35 es su creciente concentración económica y por tanto de poder. Esas 35 sociedades poseen el 50% de la riqueza del país; y solo aportan el 7,5 % de los impuestos y un 7,35% de los empleos. El cambio principal ha sido la desaparición del ranking de las empresas industriales y el creciente peso de los bancos, en especial el brutal proceso de concentracion seguido por Banco Santander devorando a Banesto, Central, e Hispano; y el Bilbao absorviendo Vizcaya y fusionado con Argentaria. Rasgo que, siguiendo la línea inicial de relacionar los datos del libro con el concepto de clase social, nos acercaría a definir a la clase dominante española como una Oligarquía Financiera, pues es preponderante el dominio de este sector sobre la burguesía industrial o comercial, aunque haya representantes significativos de estas (véase el imperio Inditex de Amancio Ortega) hoy dentro del IBEX.
Bienvenido Mr Marshall
Finalmente Rubén Juste evidencia que en los últimos años se ha incrementado la propiedad de grupos financieros estadounidenses (Blackrock, Chase Manhatan..) sobre las grandes compañías nacionales. Y lo hacen en una relación de alianza (las acciones no implican presencia en los Consejos porque actúan como custodios) pero marcando su fuerza. Como cuando cita a Larry Flynk, presidente del mayor fondo de inversión mundial, advirtiendo que «quien gobierne en España debe ser responsable de los compromisos adquiridos, que son compromisos de Estado no de un gobierno concreto». O como también explica, no solo invierten, pues una entidad estadounidense diseñó directamente medidas políticas como la creación del llamado «banco malo», Sareb.
Salta a la vista que para definir la magnitud de lo descrito en el libro (y sólo hemos reseñado algunos pasajes) no puede usarse el término «trama». A no ser que pongamos al mismo nivel un grupo de pequeños delincuentes como los investigados por la conocida «trama Gürtel», con quienes tienen los recursos económicos, el poder político y la capacidad de decidir sobre nuestras vidas. Rubén Juste no propone término alguno. En el artículo he incluido la definición de Clase Social, relacionándola con los datos aportados por el libro. Sin conceptos que definan precisamente lo que estudiamos, que recojan su esencia en la definición, no podremos usar los datos aportados para extraer conclusiones, leyes, que nos permitan conocer y transformar la realidad, para ser la mayoría quienes decidamos nuestro destino. Cosa que urge pues como cita el autor, el presidente de Blackrock concentraba su punto de vista ante una inversión en esta frase: «antes de comprar hay que ver sangre en las calles».
Maonesa dice:
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