Pero, ¿qué valoración hemos de hacer de los resultados de las elecciones vascas y gallegas del 21-O? ¿Cómo se ha movido la correlación de fuerzas entre nosotros y el enemigo? Aunque de forma contradictoria, el proyecto general del hegemonismo sale doblemente reforzado a corto plazo.
En primer lugar porque su principal gestor interno, el gobierno de Rajoy, se enfrentaba a salir profundamente tocado en uno de sus flancos más fuertes –perdiendo la exigua mayoría absoluta por un solo diputado que tenía hasta ahora en Galicia–, y sin embargo, ésta se ha reforzado, pasando de 38 a 41 escaños.
El fortalecimiento y la consolidación de la mayoría absoluta de Feijóo le da un balón de oxígeno y un tiempo de respiro a Rajoy. No como ha dicho atolondradamente Cospedal porque eso signifique un refrendo mayoritario a su política de recortes, sino porque pone de manifiesto que, por el momento, la mayoría social de rechazo a sus planes no ha alcanzado la maduración política necesaria para transformarse en una mayoría alternativa a su gobierno.
«La consolidación de la mayoría absoluta de Feijóo le da un balón de oxígeno a Rajoy» Y esto crea condiciones en lo inmediato para que el hegemonismo redoble las presiones y exigencias para que siga aplicando su proyecto de saqueo.
En segundo lugar, porque el avance de las fuerzas nacionalistas en Euskadi, que copan casi dos tercios del parlamento vasco, y el retroceso de las fuerzas que defienden la unidad, introduce un nuevo factor de potencial desestabilización y debilitamiento del Estado que se suma a la ofensiva soberanista lanzada por Mas en Cataluña.
Y aunque la línea Urkullu no es ni de lejos asimilable a la línea nazifascista y rabiosamente independentista de los Arzallus-Ibarretxe –y además tiene una mayoría relativa e insuficiente que le obliga necesariamente a pactar para gobernar–, es un as en la manga que el hegemonismo puede activar en cualquier momento como elemento de presión para doblegar posibles resistencias a sus planes.
Erosión del bipartidismo
Sin embargo, estos resultados favorables al hegemonismo contienen a su vez dos elementos enormemente contradictorios y que trabajan a medio plazo en una dirección opuesta y contraria a los intereses hegemonistas.
En primer lugar la implacable erosión del bipartidismo.
«PP y PSOE retroceden en Galicia 367 mil votos con respecto a las autonómicas de 2009» Tanto en Galicia como en Euskadi avanza, y mucho, el retroceso y el debilitamiento del modelo bipartidista. Medido en la pérdida de votos que sufren tanto PP como PSOE, en Galicia y en Euskadi.
En Galicia, el PP pierde 135.000 votos respecto a las últimas autonómicas. El PSOE, por su parte se deja más de 230.000. Y entre ambos retroceden conjuntamente 367 mil votos con respecto a las autonómicas de 2009. Y 360 mil respecto a los resultados de las generales de 2011.
¿A donde van esos votos? De un lado a la abstención, que suma 150.000 más. Del otro a la coalición IU-Anova-Equo que irrumpe como tercera fuerza política de Galicia. Por otro, a los 70.000 votos nuevos que suman el voto en blanco y nulo y los partidos minoritarios. En Euskadi, la pérdida conjunta de PP-PSOE es de 119 mil en relación a las anteriores autonómicas.
Dentro del retroceso de las fuerzas del bipartidismo, la situación del PSOE sólo puede valorarse como de auténtico descalabro. Pierde 230 mil votos en Galicia (más de un 44% de retroceso), y 103 mil en Euskadi, tras 4 años de gobierno.
Aunque no sean comparables, la diferencia de los resultados del PSOE en Galicia entre las elecciones generales de 2008 y las autonómicas de 2012 sirve para dar una idea ajustada de la dimensión del hundimiento catastrófico en que está sumido.
«La unidad tiene un efecto multiplicador, más si se produce en torno a un programa articulado en torno a la redistribución de la riqueza» En las generales de 2008, el PSOE sacó en Galicia 750 mil votos, el 21-O ha sacado 293 mil. Una pérdida de 457 mil votos en sólo 4 años, un retroceso del 61%. Prácticamente, dos de cada tres electores de 2008 le han abandonado.
Una debacle de tal magnitud provocará inevitablemente fuertes sacudidas internas, forzando necesariamente a que se redoblen las voces que cuestionan su línea y el liderazgo de Rubalcaba. Lo que crea nuevas condiciones para que puedan surgir de su seno sectores con una política que choque con determinados aspectos del proyecto hegemonista para España.
Al mismo tiempo, el hundimiento de PSOE es un contratiempo no deseable para los planes hegemonistas El modelo bipartidista con el que vienen dominando desde hace décadas exige, por su misma naturaleza, la existencia de dos sólidas patas ancladas firmemente entre los votantes de derechas y de izquierdas. Que una de las dos patas se quiebre de esta manera, provoca una indeseable inestabilidad a su modelo. Y especialmente si esta ruptura se produce por la pata izquierda. Grecia, con la irrupción de la coalición antihegemonista de izquierdas Syriza como segunda fuerza del país, desplazando al PASOK, es buena muestra de ello.
El factor multiplicador
Pero el segundo elemento que trabaja mas claramente todavía de una forma favorable a los intereses populares es la evidencia, mostrada de forma diáfana en Galicia, del efecto multiplicador de la unidad, y mucho más si esta unidad se produce en torno a un programa articulado principalmente en torno a la redistribución de la riqueza.
Los resultados de la alianza en Galicia de IU con los sectores menos independentistas del nacionalismo de izquierdas, que han optado claramente en estas elecciones por un programa más de izquierdas que nacionalista, descalabra al nacionalismo mas radical del BNG, arrancándole casi el 50% de sus votantes. Y aparece incluso como una amenaza directa a la hegemonía del PSOE entre los votantes de izquierdas.
En la provincia de A Coruña, la alianza entre IU, Anova y Equo se queda a 11.000 votos del PSOE, pero en la capital y en Santiago, se convierte en la segunda fuerza política tras el PP y por delante del PSOE y en Ferrol empata con él. Que en tres de las seis ciudades más importantes de Galicia, una alianza unitaria de las fuerzas de izquierda, creada apenas 24 horas antes del cierre de inscripción de las candidaturas, sobrepase al PSOE es suficientemente significativo de la fuerza que da la unidad.
En su análisis, Enric Juliana dice en La Vanguardia que “Beiras, la personalidad más notable del nacionalismo gallego, ha jugado fuerte y ha introducido una novedad que será motivo de preocupación en la calle Ferraz de Madrid: los irmandiños de Galicia pueden marcar el camino de un Frente Amplio a la izquierda del PSOE”.
Dejando de lado el factor del efecto mayor o menor que haya podido tener el carisma de Beiras, lo cierto es que la unidad entre estas tres fuerzas ha multiplicado sus resultados, arrancando votos tanto al PSOE como al BNG.
Ha bastado con que a ojos de las masas apareciera lo que pueden ver como un primer conato serio de unidad entre fuerzas ajenas al bipartidismo y opuestas a los planes del hegemonismo, para que se haya producido una amplia movilización del voto de rechazo, hasta colocarlos como tercera fuerza política de Galicia, algo que ninguna encuesta, pese a mostrar su avance, había siquiera detectado.
Por último, el frente social de rechazo a los planes del hegemonismo se ha manifestado también en el avance de las fuerzas minoritarias y del voto en blanco y nulo, que suman de conjunto 70.000 apoyos nuevos, un 4,75% del total de votantes.
Entre ellos destacan Escaños en blanco (17.116 votos) y el PACMA (7.729), que se convierten respectivamente en el 6º y el 9º partido por número de votos en Galicia.
Respecto a los resultados de nuestro partido en Galicia (1.583 votos, un 0,10%, 103 votos más que en las generales de 2011 y un 0,01% más de porcentaje, a falta del recuento del voto del exterior), podemos decir que hemos aguantado con éxito el tirón del voto útil de Alternativa Galega de Esquerda.
Destacando algunos resultados que pueden calificarse de muy buenos, como en Arteixo (centro industrial de A Coruña donde tiene su sede Inditex) donde hemos sacado el 0,76% de los votos, multiplicando por más de 4,5 veces los resultados del 21-O. O A Coruña. la segunda ciudad de Galicia, donde los 436 votos que hemos obtenido representan un 0,35% y multiplican por más de 6 los que sacamos en 2011. O Vigo, que con 255 votos supone un 173% de lo que sacamos hace menos de un año.
whitman dice:
El gráfico que ilustra como se hunde el bipartidismo no es el de los escaños, sino el de los votos. Debería usarse en este artículo.